Las graves consecuencias de la CFE como monopolio, advierte un reporte del CIDE-EIEE

El Gobierno federal no solo fortalecería a la CFE, sino que le entregaría un control absoluto de la industria eléctrica, estiman expertos.
29 Julio, 2021 Actualizado el 29 de Julio, a las 12:22
El plan energético actual tendría grandes implicaciones, fuera del dominio de CFE en el mercado (Foto: COMAPA  Reynosa)
El plan energético actual tendría grandes implicaciones, fuera del dominio de CFE en el mercado (Foto: COMAPA Reynosa)
Arena Pública

Con la actual política energética del Gobierno, es probable que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) se vuelva un monopolio.

El problema es que esta posición de poder crearía, agudizaría o ignoraría una serie de problemas estructurales, competitivos y medioambientales para México que podrían poner en jaque a la industria eléctrica y energética nacional; con algunos efectos notables tan pronto como el mediano plazo.

Muchos de estos problemas se exponen en un reporte conjunto publicado por investigadores del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y el Instituto Europeo en Economía y Medio Ambiente (EIEE), quienes modelaron el futuro económico de la industria eléctrica nacional a partir de la propuesta de reforma a la Ley de la Industria Eléctrica (LIE).

El estudio -elaborado por Raúl Gutiérrez-Meave, Juan Rosellón, y Luis Sarmiento- pinta un panorama donde la iniciativa privada ha quedado relegada a un papel casi inexistente en la generación eléctrica, CFE ha redoblado el uso de combustibles fósiles, se minimiza el papel de las renovables, y hay una generación de emisiones contaminantes histórica.

Pero incluso estas estimaciones estarían dibujando un escenario mucho más favorable que el que realmente se presentaría en México, considerando las capacidades de la CFE y el estado actual de la infraestructura eléctrica nacional.

Un monopolio sin capacidad

Los tres escenarios modelados en el estudio parten de la propuesta de darle prioridad a CFE en el despacho de energía eléctrica. En el primero, se estimó un futuro donde no se implementa la reforma, BUA (Business-as-usual). El segundo, POD (Physical-order dispatch) modela el favoritismo a la Comisión. Por último, en el caso FOP (Fuel oil policy) se definieron precios de combustóleo debajo de los de gas natural, para simular la interdependencia con Petróleos Mexicanos (Pemex).

Uno de los mayores descubrimientos es que, en los escenarios POD y FOP, CFE se convertiría en un monopolio con el 99% de la industria eléctrica nacional. Los agentes privados, sin incentivos para producir energía, venderían sus instalaciones a la Comisión o liquidarían las instalaciones.

Raúl Gutiérrez-Meave, candidato al doctorado en Políticas Públicas por el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) y uno de los coautores del reporte, dijo en entrevista que el modelo supone que la CFE tiene la capacidad para atender la mayoría de la demanda nacional. Algo que -señala Gutiérrez Meave- históricamente la CFE ha sido incapaz de hacer.

De acuerdo con el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional (Prodesen) 2021-2035, CFE tenía al 30 de abril una capacidad instalada de 44 mil 835 MW, equivalente al 50.1% de la capacidad eléctrica total en el país.

De cualquier forma, asegura el investigador, que priorizar a CFE desincentivaría a muchos productores eléctricos privados a mejorar su producción en el largo plazo. No solo eso, un mayor control del mercado de parte de la paraestatal no significaría necesariamente que podría lograr mayores ingresos que, a su vez, le permitieran invertir en mejorar su generación.

Gutiérrez Meave apunta que “la CFE es muy ineficiente, ya lo hemos dicho hasta el cansancio. Y su mayor problema en este contexto son los subsidios. La lógica económica del gobierno es que si las plantas de la Comisión operan más tiempo y venden más electricidad, será más fuerte. Pero esta visión es equivocada porque dejarle vender antes no significa que disminuirá sus costos”.

De hecho, todo lo contrario. En sus estados financieros para 2014, la CFE reportó costos netos de operación valuados en 338,843 millones de pesos (MP). Para 2020, entre el costo neto de operación y “otros costos de operación”, la compañía asumía gastos por 484,017 MP.

En este sentido, el experto del CIDE agrega que la Comisión Reguladora de Energía (CRE) acordó que “las tarifas aplicables a junio de este año serían las aplicables a junio de 2020, más la inflación. Entonces las tarifas que cobrará la CFE no están ligadas de alguna manera a los costos de generación”.

Si se hace el cambio a la LIE y se mantiene esa política de tarifas controladas, eso significaría que muy probablemente los precios de la electricidad de CFE tendrían que estar subsidiados por el gobierno. En otras palabras, aún con un monopolio, no habría una oportunidad de generar ingresos adicionales.

Independencia energética, energías renovables y medio ambiente

El otro gran descubrimiento del estudio es el cambio en el 'mix' de generación eléctrica de CFE para el futuro. El papel de las renovables se reduce notablemente con la reforma planteada por el Gobierno federal. Para 2050, cuando podrían ser responsables del 72% de la producción (según el primer modelo), pasan a tener una participación del 52%. Una proporción que apenas alcanza las metas en renovables para mediados del siglo.

En su lugar, se le daría un papel más protagónico al carbón y el combustóleo. Lo anterior es congruente con las declaraciones de López Obrador, quien ha dicho que éstos combustibles permitirían trabajar en la “independencia energética”.

Pero Gutiérrez Meave afirma que es una falsa promesa. No solo el estudio demuestra que el gas natural, que viene en su mayoría de Estados Unidos, seguirá siendo la mayor fuente de energía eléctrica en México en cualquiera de los escenarios. Además, reafirma que sería una solución a corto plazo. “De acuerdo con varios estudios”, señala, “los recursos globales de petróleo y gas natural pueden continuar otros 53, 55 años aproximadamente. La independencia energética tiene que pasar sí o sí por las renovables”.

El cambio a una economía eléctrica más centrada a combustibles fósiles también tendría un impacto en las emisiones de carbono de México. Para 2050, el escenario BAU contempla emisiones acumuladas por 486 megatoneladas de CO2 equivalente (Mt/Co2-eq). En POD y FOP más que se duplica esta cifra, a mil 49 y mil 94 Mt/Co2-eq respectivamente.

Este impacto medioambiental no tendrá costos directos en las actividades de la CFE, pero sí se expresará en otros fenómenos. El investigador del CIDE señala que habría “costos sociales que asumimos todos. ¿Qué precio le ponemos al deterioro de los árboles? ¿Cuál es el costo de respirar aire contaminado por la quema de carbón o combustóleo, los años de vida que podemos perder o el incremento de la probabilidad de tener enfermedades respiratorias?”

Incluso hay costos económicos inminentes. Tanto Estados Unidos como Europa están planteando la creación de nuevos impuestos a las emisiones de carbono en exportaciones de países sin una política medioambiental tan agresiva como la suya.

Una parálisis a corto plazo

Hay una buena posibilidad que ninguno de estos escenarios llegue a concretarse, principalmente porque hay un temor real que la industria eléctrica nacional colapse antes de llegar a ese punto.

De acuerdo con Gutiérrez Meave, entre la falta de capacidad de la CFE para lidiar con la demanda eléctrica nacional y la salida de agentes privados por la falta de incentivos, se está arriesgando la llegada de una “parálisis en materia de inversiones. No es algo que surge por el cambio de despacho. No ha habido permisos de generación por la CRE, hay falta de confianza en el sector. Y si llegamos a eso, implicaría un tiempo perdido muy valioso que no tenemos”.

Los proyectos de generación toman años en desarrollarse. El camino actual podría ocasionar una situación donde se ponga en jaque la capacidad de oferta eléctrica nacional sin rápida solución. Y a eso se debe sumar los esfuerzos de descarbonización global, donde México ya va tarde, se advierte.

Y como sucede en el entorno fiscal, el investigador del CIDE teme que no será sino hasta el primer o segundo año del próximo Gobierno federal que los problemas sean tan claros y presentes que no puedan ignorarse.

Con suerte, espera el especialista, el próximo presidente tendrá una visión más clara de la industria eléctrica nacional y podrá darle a la CFE el rol que debería tener: “no tiene sentido seguir invirtiendo en donde CFE no es eficiente, la generación. Sale muy caro sostenerla. Por el contrario, en transmisión es reconocida mundialmente. ¿Por qué no mejor invertir en transmisión y así atender mejor el crecimiento de la demanda eléctrica, facilitar la entrada de renovables, fortalecer a la CFE y crear una base para la sustentabilidad económica y medioambiental?”, pregunta el experto.