Al gobierno chino le entró la angustia. La economía crece menos de lo esperado, y temen que el objetivo marcado para este año, de 7.5%, no se cumpla. Eso sería una triple tragedia: la primera es que esa tasa de crecimiento de 7.5% es muy baja para los estándares chinos, la menor desde 1990, y ya presupone de por sí un cierto fracaso para el gigante asiático; la segunda es que, para mayor escarnio, el gobierno chino podría fallar y no alcanzar siquiera ese objetivo de 7.5%. Eso ya es anatema para un politburó que plantea su objetivo de crecimiento para el año como un dogma inquebrantable, un principio fuera de toda duda sobre el que se fundamenta el éxito de su sistema. Su cumplimiento es un precepto básico para el régimen y no lo había errado en los últimos 16 años, desde la crisis asiática de 1998. La tercera es que China está compelido a crecer a ritmos extraordinarios, de al menos el 8%, para absorber la marejada de campesinos que llegan de la zonas rurales en busca de oportunidades y evitar un aumento del desempleo. Con el éxito económico, el régimen comunista chino ha logrado aplacar las mayores ansias de libertad y democracia.
Pero la angustia de esa triple tragedia le forzó a actuar. Ante la sostenida desaceleración de la economía y el temor de que no se logre siquiera el 7.5% propuesto para este año, el Banco Popular de China se decantó finalmente por recortar las tasas de interés de referencia el viernes pasado: redujo la tasa de préstamos a un 1 año en 0.4 puntos porcentuales a 5.6% y la tasa de depósitos a un año en 0.25 puntos porcentuales a 2.75%. Este rebaja de tasas de interés fue la primera desde julio de 2012.
Por tanto, China, a su pesar, no tuvo más remedio que recurrir a la receta de siempre, a dar más dosis de lo mismo: una nueva inyección de dinero fresco para la economía. Hasta el viernes se había resistido. El gobierno sabe que la economía está endrogada, que su sistema está envenenado por el exceso de crédito que circula por sus arterias. Quizás ya está en el viaje de la “burbuja”, con una economía sobreestimulada, y que eso tarde o temprano puede hacer colapsar a todo su organismo. Sin embargo, en cuanto el escultural cuerpo de la economía china empezó a mostrar síntomas de debilitamiento, el gobierno chino no encotró otra prescripción, para revitalizarlo, que darle otra dosis de crédito sabiendo que quizás, a la larga, sea mejor desintoxicarla de tanto dinero barato.
Las autoridades son conscientes de su adicción. En el último informe trimestral publicado por el banco central afirmaban que “nuestros niveles actuales de oferta monetaria y crédito son relativamente grandes y además su ritmo de crecimiento es alto”. Desde el 2008, sistemáticamente, el crecimiento del crédito ha superado el aumento de PIB nominal de China en todos y cada unos de los trimestres. En septiembre, el financiamiento en China creció a una tasa anual de 14.6% comparado con un aumento del PIB de 8.5% antes de ajustarse por la inflación. Eso ha provocado que el crédito vivo represente en torno a un 206% del PIB.
Ese diagnóstico es, a su vez, compartido por las grandes organismos internacionales. El Fondo Monetario Internacional (FMI) recientemente advertía a China que debería mudar su patrón de crecimiento, excesivamente dependiente de la expansión del crédito y su impacto en la inversión, modelo que le está generando “crecientes vulnerabilidades” que pueden desembocar en un “aterrizaje forzoso”. Esa institución recomendaba a China, precisamente, moderar su crecimiento, domeñar la expansión del crédito, rebalancear su modelo económico y acometer reformas para que no estuviera propulsada, una y otra vez, por la inversión y la deuda. El FMI señaló que la medición más amplia de crédito aumentó, como porcentaje del PIB, en un 73% en los últimos 5 años. En su análisis destacó que, en los últimos 50 años, sólo cuatro naciones registraron un crecimiento tan explosivo del crédito y sus destino final fue una gran crisis bancaria.
Por eso, el gobierno chino, antes de recetar una nueva inyección de liquidez que estimulara a todo el sistema en su conjunto, buscó antídotos más selectivos. Trató de suministrar estupefacientes en aquellas áreas y sectores que realmente precisaban, de forma perentoria, algún tipo de excitante, con objetivos concretos. Recurrió a fórmulas menos convencionales como reducir los requerimientos de reservas en determinados bancos, a facilidades de préstamos en ciertas industrias, con el fin de canalizar el crédito a determinado segmentos, como la vivienda pública, la agricultura o las pequeñas empresas, y no a la economía en general. Sin embargo, fue insuficiente. El organismo le pedía más y, como a un toxicómano con síndrome de abstinencia, le dosificó otra cápsula de crédito.
Hacerlo le supuso, inmediatamente, entrar en un estado de felicidad infinita, de euforia. A China se le sumó el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, quien dijo el viernes que había que regresar la inflación, sin demora, a su objetivo, antes de que los precios bajos se filtren al resto de la economía y complique aún más la situación, por lo que insistió en la necesidad de ampliar el programa de compra de activos. Por tanto, China, Europa y Japón, que semanas atrás amplió su programa de compra de activos, parecen embarcados en ua política de suministrar más liquidez a los mercados en contra del ciclo de Estados Unidos, que busca el momento adecuado para empezar a subir las tasas de interés.
Ver feliz a China contagió a todo el mundo. Para muchos efectos, China se puede considerar la mayor economía del mundo. Por hacer una analogía, que la economía de China pase de crecer de tasas superiores a 10% a un ritmo de 7% es equivalente a que la economía de Estados Unidos pase de un crecimiento moderado a entrar en recesión. China es el principal socio comercial de la mayoría de los países asiáticos, y también de Brasil, o Chile o Perú. Cuando está de buen ánimo, consume materias primas con voracidad, y eso se siente en todos los rincones del mundo.
El anuncio, por sorpresivo, impulsó a todos los mercados bursátiles, y sobre todo provocó un repunte de las materias primas como el petróleo y los metales. El Shangai Composite se incrementó un 1.4% el viernes. El petróleo se recuperó ante la expectativa de que la revitalización de la economía China, la segunda mayor consumidora de petróleo, incremente la demanda de crudo tras el recorte de tasas. El viernes el WTI subió un 0.9% y el Brent un 1.3% en medio de la icertidumbre respecto a la reunión de la OPEP el jueves que viene, donde hay discrepacias sobre si el cártel recortará las cuotas de producción o no. El cobre también ascendió. El Bovespa de Sao Paulo trepó el viernes un 5.2% al ser la economía brasileña una de las más dependientes del crecimiento chino.
Tras este recortes de tasas en China pueden venir más. China dejó constancia de que está preocupado con su ritmo de crecimiento en un contexto de baja inflación y una presión al alza en los costos de fondeo para el sector corporativo. Por tanto, el sesgo es volver a reducir tasas en un futuro cercano si la economía no repunta. Para el año que viene, el FMI prevé que el crecimiento se desacelere aún más y sea de apenas del 7.1%.
En consecuencia, China está en un complejo dilema: su economía precisa crcer más, pero su dinámica interna no lo permite si no acomete reformas estructurales. Entre tanto, la única solución de cubrir esa debilidad estructural y seguir creciendo a los ritmos que necesita es inyectar más dinero a la economía. El problema es que esta solución de corto plazo endroga más y más al gigante asiático de crédito barato en una coyuntura de exceso de capacidad. Y como se suele decir, las drogas terminan por dañar la salud del drogodependiente que, en este caso, y por su tamaño, tendría implicaciones mundiales.
Infografía
La economía china ha entrado en una fase de desaceleración que la llevó de crecer a tasas de más de 10% en 2010 a otra que podría ser inferior al objetivo marcado para este año (7.5%) y la más baja desde 1990. Ante esa tendencia, el bance central de China redujo la tasa de interés de referencia el pasado viernes…
... con la baja de tasas, el gobierno chino trata de estimular de nuevo el crédito. Así lo ha hecho desde la “Gran Recesión” de 2008: cada vez que la economía atraviesa problemas, el gobierno inyecta liquidez, lo que ha hecho que sistemáticamente el crédito haya crecido por encima del PIB nominal…
… como resultado de ese comportamiento, el crédito vivo de la economía china ha crecido de forma vertiginosa en los últimos años hasta alcanzar el 206% del PIB. El crédito bancario pasó del 120% del PIB en el 2008 a más del 160%. El FMI advirtió sobre los riesgos de un crecimiento explosivo del crédito…
… la mejor noticia para México es que el recorte de tasas de China propició un repunte del precio del petróleo al final de la semana pasada. Sin embargo, el gran acontecimiento de esta semana para México y el petróleo será la reunión de la OPEP del jueves.