Promesas y vacíos: ¿Qué sigue después de los conversatorios del Senado sobre IA?
Entre diciembre de 2024 y abril de 2025, el Senado de la República abrió un espacio inédito de deliberación pública sobre inteligencia artificial (IA). A lo largo de seis conversatorios temáticos —que reunieron a representantes del sector público y privado, la academia, la sociedad civil y organismos internacionales— se discutieron los pilares para construir un marco normativo nacional sobre el desarrollo y uso ético de esta tecnología.
Por unos meses, el Senado se convirtió en foro de reflexión y laboratorio político. Allí se debatieron promesas y dilemas de la IA: desde la privacidad y los derechos humanos hasta la ciberseguridad, la educación, la creatividad, la salud y la cooperación internacional.
El resultado fue un diagnóstico lúcido del momento que atraviesa México: un país con talento y capacidad institucional, pero aún atrapado en el umbral entre la intención y la ejecución.
El reto ya no es discutir qué hacer, sino cómo hacerlo.
Del discurso a la capacidad
El primer conversatorio, centrado en política pública, ética y derechos humanos, dejó claro que la IA avanza más rápido que el Estado. Mientras los algoritmos ya definen decisiones de crédito, vigilancia o contratación, las instituciones mexicanas siguen discutiendo cómo entenderlos.
Las voces reunidas coincidieron en un punto: sin un marco normativo claro, México corre el riesgo de ceder terreno en competitividad y en derechos. Pero más que nuevas leyes, el país necesita capacidad técnica y voluntad política. Tenemos normas dispersas —de datos personales, ciberseguridad o innovación— que no dialogan entre sí.
Lo que falta no es diagnóstico, sino arquitectura institucional, órganos de auditoría algorítmica y presupuestos para transformar la ética en política pública. El peligro es que la regulación quede confinada al papel. Que repitamos la fórmula de los “foros de buenas intenciones” sin pasar al terreno de la implementación.
La ciberseguridad, un campo minado
El segundo conversatorio abordó un tema urgente: la ciberseguridad. En un mundo donde los ataques a infraestructuras críticas se multiplican y los datos personales se han convertido en un activo geopolítico, México carece de una estrategia integral de defensa digital.
Los expertos insistieron en adoptar estándares como la ISO 42001 y en crear una Ley de Ciberseguridad que incluya disposiciones específicas sobre IA. Pero la brecha de talento, la dependencia tecnológica del extranjero y la falta de coordinación interinstitucional siguen siendo los puntos ciegos.
El riesgo es doble: si no regulamos, la IA puede amplificar la violencia digital y la manipulación informativa; si regulamos mal, podríamos inhibir la innovación y asfixiar el ecosistema emprendedor. El equilibrio entre seguridad y libertad será la línea más delgada de la política tecnológica mexicana.
Educación y trabajo: una deuda pendiente
El tercer conversatorio se centró en la educación y el futuro del trabajo, quizá el terreno más decisivo para el país. La IA está reconfigurando profesiones, competencias y formas de aprender, pero el sistema educativo mexicano cuenta aún con rezagos estructurales y resistencias e inercias profundas.
Los especialistas lo dijeron sin eufemismos: seguimos formando estudiantes para un mundo que ya no existe. Mientras algunos campus y empresas privadas experimentan con laboratorios de IA y programas de reskilling, las escuelas públicas enfrentan brechas de conectividad y docentes sin capacitación digital.
La alfabetización tecnológica debe convertirse en política de Estado. Formar en pensamiento crítico, ética y programación no es lujo: es condición para la ciudadanía del siglo XXI, pero sin inversión sostenida, la automatización no traerá inclusión; no generará empleos, sino nuevas desigualdades.
Innovación y propiedad intelectual: la creación en disputa
El cuarto conversatorio, sobre innovación y propiedad intelectual, expuso la tensión más delicada: la IA necesita de la creatividad humana para existir, pero amenaza con desplazarla. Artistas, desarrolladores y juristas coincidieron en que el entrenamiento masivo de modelos con obras humanas sin consentimiento es, en la práctica, un saqueo silencioso.
El debate dejó una propuesta concreta: reformar la Ley Federal del Derecho de Autor para distinguir entre obras asistidas por IA y obras puramente automatizadas. Solo las primeras deberían recibir protección legal. También se pidió transparencia sobre los datos de entrenamiento y mecanismos de compensación para los creadores.
La creatividad no puede tratarse como un residuo del progreso. Regular la IA creativa no es frenar la innovación, sino proteger su origen: el ingenio humano que la hace posible.
Salud y bienestar digital: la frontera del cuidado
El quinto conversatorio llevó la conversación al terreno ético del cuidado. La IA promete revolucionar los diagnósticos, la telemedicina y la gestión hospitalaria. Pero también abre dilemas profundos: ¿quién responde cuando un algoritmo se equivoca?, ¿cómo garantizar el consentimiento informado en sistemas que predicen enfermedades o emociones?, ¿qué ocurre con los datos biomédicos que viajan sin control?
Más preguntas que respuestas resumidas en la propuesta de una estrategia nacional de salud digital, con interoperabilidad de datos, trazabilidad algorítmica y auditorías médicas independientes, que en un país con desigualdad sanitaria y limitada infraestructura resultaría complejo, sobre todo, si las herramientas de IA se convierten en una nueva forma de exclusión tecnológica.
Gobernanza global y soberanía digital
Y finalmente el último conversatorio miró más allá de nuestras fronteras. La IA es, al mismo tiempo, un desafío tecnológico y un asunto de política exterior. México se enfrenta a un dilema estratégico: integrarse pasivamente a los marcos regulatorios de potencias como Estados Unidos o la Unión Europea, o diseñar su propio modelo con base en sus valores y necesidades.
Se planteó la creación de una Agencia Nacional de IA y un Consejo de Ética y Gobernanza Algorítmica, así como fortalecer la diplomacia tecnológica mexicana en foros multilaterales. Sin embargo, la fragmentación institucional y la falta de continuidad administrativa amenazan cualquier intento de política de largo plazo. En materia de IA, los países que llegan tarde no solo pierden competitividad: pierden soberanía.
El reto: de las palabras a la práctica
Los seis conversatorios dejaron algo más que diagnósticos: dejaron evidencia de que México tiene las ideas, el talento y los principios, pero necesita un modelo de gobernanza ejecutable, capaz de pasar de la deliberación a la acción. Los desafíos inmediatos son claros:
- Institucionalizar la política de IA mediante una ley integral y coherente
- Desarrollar capacidades técnicas dentro del Estado y la sociedad.
- Fomentar la innovación responsable con modelos entrenados en datos mexicanos.
- Garantizar transparencia y participación ciudadana en la supervisión de algoritmos.
No basta con legislar: hay que implementar. Y no basta con regular: hay que educar, financiar e integrar.
Sin una hoja de ruta clara, podríamos ir hacia la improvisación —esa que convierte los foros en gestos simbólicos y las leyes en catálogos de buenas intenciones—, o puede asumir la tarea de construir una política de inteligencia artificial que sirva al bienestar y a la soberanía tecnológica del país.
La IA ya está reconfigurando la educación, la salud, la justicia y la economía. La pregunta no es si debemos regularla, sino si tendremos la capacidad de hacerlo a tiempo y con visión humanista. Los seis conversatorios del Senado abrieron el debate; ahora toca abrir la ruta.