Hablar de ti, Fernando Torres, es hablar del Atlético de Madrid. Hay pocos futbolistas en el mundo que son una calca de los valores que representan a su club, aun lo son menos quienes lo hacen desde niños. Es por ello que eres de ese exclusivo club de jugadores que son mucho más de lo que hacen en el campo, son la representación en carne y hueso de los sentimientos del aficionado.
Desde aquel 2001 en el que saltaste al verde del Vicente Calderón con 17 años, la cara llena de pecas y tu Atleti en segunda división; hasta ayer 20 de mayo del 2018, la cosa no ha cambiado mucho. Tienes la misma cara de niño y el mismo amor por la camiseta, sigues siendo aquel jugador de la cantera que soñaba debutar en el club de sus amores.
Es difícil pensar que ese mismo niño, 17 años después pasaría a la historia como un icono ‘colchonero’. Y es que Fernando Torres eres el orgullo de los atléticos, el niño de casa que sin importar en que equipo estuvieras, siempre llevarás grabado el escudo del Atleti en el pecho.
Sin embargo, ese niño decidió regresar a casa y con el regresaron las sensaciones de lo que realmente significa ser del Atleti. Entraste al exclusivo club de goleadores centenarios del Atlético de Madrid y por supuesto con la grandeza que te caracteriza, la dedicatoria fue para Manuel Briñas, quien te llevo al club con tan solo 10 años.
Ese es el Torres que se ganó a la afición colchonera, el mismo que llevo los colores rojiblancos en los festejos de la Copa del Mundo y la Eurocopa con la selección española, portándolos con el mismo orgullo que lo hizo como jugador del club. Claro, 129 goles y 404 partidos oficiales son suficientes para convertirte en leyenda de una institución, pero contigo Fernando, todo es diferente.
El cariño de la afición te lo ganaste porque nunca cambiaste, a pesar de conquistarlo todo en tu carrera, siempre tuviste claro que ganar con tu Atleti era incomparable. Regresaste para conseguirlo y en tu última temporada en el club por fin obtuviste lo que tanto añorabas y merecías. Con un mundial en tu palmarés, dos Eurocopas, una Champions League, entre tantos otros títulos, siempre lo tuviste claro, salir campeón con el Atlético, en tus palabras, es “el título con mayor valor sentimental en mi carrera”.
Duele y duele muchísimo pensar que no te volveremos a ver vestir la camiseta del Atlético de Madrid, porque más allá del fantástico futbolista que eres, dudo que alguien la pueda portar con más orgullo. En la memoria de todos los atléticos siempre quedara que fuiste tú quien despediste al Calderón, tú casa y la de todos nosotros, con un doblete. Por su puesto, tenías que repetir la dosis en tu último encuentro como atlético, dos goles y un paso a la eternidad de este club.
No queda más que agradecer como defendiste estos colores y este escudo en todo momento. Eres un fantástico profesional y un atlético ejemplar, simplemente un espejo en el que mirarse. Llegaste como niño y te vas como leyenda.