Gobernanza tecnológica en jaque: lo que reveló 2025
En 2025 la inteligencia artificial (IA) dejó de ser un fenómeno tecnológico para convertirse en un asunto de poder. Un poder entendido no solo como capacidad técnica, sino también como disputa por la soberanía digital, la transparencia institucional, la protección de derechos y la posibilidad de que un país o región pueda decidir su propio futuro tecnológico. Lo que ocurrió este año en materia de ética, regulación y gobernanza de la IA nos revela un hecho central: ya no estamos discutiendo si regular, sino cómo, en dónde y para quién.
Este año fue testigo de posturas más firmes de gobiernos, advertencias legales, debates sofisticados sobre riesgos y la expansión de modelos de IA capaces de alterar dinámicas sociales, políticas y económicas. Sin embargo, también dejó en claro que las instituciones del mundo aún están lejos de construir los marcos regulatorios que la escala del problema exige. No todo avance es progreso; a veces es simplemente evidencia de que la velocidad tecnológica supera la capacidad política.
La discusión global se acelera, aunque sin marcos regulatorios completos
Desde distintas latitudes —Estados Unidos, Europa, América Latina, Asia— las instituciones aceleraron discusiones y tomas de posición sobre la IA. Sin embargo, las preocupaciones por desinformación, manipulación, sesgos, vigilancia, concentración de poder y opacidad algorítmica siguen presentes y, en muchos casos, no han logrado cristalizar en políticas integrales, dejando amplios vacíos legales y zonas grises que la industria continúa aprovechando. El debate público se volvió más urgente, los gobiernos emitieron señales políticas más fuertes, pero las arquitecturas institucionales aún están lejos de responder a la escala real del problema.
Este es, quizás, el rasgo más evidente de 2025: la distancia entre lo que se discute y lo que se regula.
Estados Unidos: la advertencia política que revela un cambio de tono
A inicios de diciembre, un grupo bipartidista de fiscales generales de Estados Unidos envió una advertencia formal a Microsoft, Meta, Google y Apple por los riesgos de salud pública asociados a salidas “delusionales” de sus modelos de IA. La misiva, más allá de su contenido técnico, mostró algo más profundo: la innovación sin salvaguardas ya no es políticamente sostenible.
La advertencia exigió auditorías independientes, responsabilidad por daños y mejores controles de seguridad. Es una señal de que el Estado comienza a recortar el margen de maniobra de Big Tech, aunque aún sin un marco federal de regulación.
Asia marca tendencia: Corea del Sur impone transparencia obligatoria
Corea del Sur, por su parte, planteó uno de los movimientos regulatorios más concretos del año: a partir de 2026 será obligatorio etiquetar todos los anuncios generados por IA.
La medida reconoce que la frontera entre lo real y lo generado algorítmicamente ya es borrosa, y que la ciudadanía tiene derecho a saber cuándo está siendo influenciada por una máquina. Es también un recordatorio de que la transparencia no es un adorno ético, sino una infraestructura democrática.
Europa insiste en un modelo basado en derechos
En Europa, la implementación del AI Act sigue avanzando con dificultades, pero a pesar de los desacuerdos internos, la región mantiene su postura: la IA debe operar bajo principios de derechos humanos, trazabilidad, no discriminación y accountability.
Las investigaciones antimonopolio, especialmente contra Meta, muestran que el continente está dispuesto a confrontar el poder de las plataformas digitales. Aun así, persisten las tensiones entre competitividad y protección ciudadana: la regulación existe, pero falta ver si los Estados miembros tendrán capacidad real para supervisar modelos complejos.
América Latina avanza, pero con profundas asimetrías
En América Latina, 2025 fortaleció una tendencia: el reconocimiento de que la ética es condición para la adopción tecnológica. Colombia, Paraguay y Ecuador avanzaron con análisis de preparación y marcos conceptuales apoyados por organismos multilaterales como UNESCO.
Si bien son pasos necesarios, también dejan ver la asimetría estructural: el Sur Global adopta tecnologías rápidas con instituciones más lentas y presupuestos limitados. Falta capacidad técnica, organismos de supervisión, estándares comunes y, sobre todo, coordinación regional.
México en 2025: ambiciones digitales y desafíos de gobernanza
Noviembre fue un mes decisivo para México. Tres anuncios marcaron la conversación nacional:
1. Estrategia de Digitalización 2025
Durante el México Digital Summit, autoridades, academia y sector privado trazaron prioridades para fortalecer la infraestructura nacional, impulsar la interoperabilidad gubernamental y acelerar la transición hacia un Estado digital más eficiente. La narrativa fue clara: México quiere ser más que un consumidor; quiere ser productor de capacidades digitales.
2. El Centro Público de Formación en Inteligencia Artificial
El gobierno presentó el que será el centro público de formación en IA más grande de América Latina, con la ambición de capacitar a 25 000 personas en su primer año. Este anuncio reconoce algo fundamental: no existe soberanía digital sin talento local, y la formación no puede quedar exclusivamente en manos del mercado.
3. La plataforma México IA+ | Inversión Acelerada
Finalmente, se lanzó un mecanismo para articular inversión, industria y academia en torno a un proyecto de IA soberana. La meta: atraer capital, fortalecer infraestructura y posicionar a México como nodo regional.
Los anuncios son positivos, pero plantean una pregunta incómoda:
¿habrá gobernanza suficiente para evitar riesgos, supervisar modelos, auditar sistemas y garantizar derechos?
La digitalización sin ética puede convertirse en un amplificador de desigualdades, no en una solución.
La advertencia y la oportunidad de 2025
El año deja dos lecciones:
- Advertencia: La velocidad tecnológica continúa superando la capacidad política. Sin instituciones fuertes, la IA puede convertirse en un mecanismo de concentración de poder, vigilancia y desigualdad.
- Oportunidad: Por primera vez, existe una ventana para construir una gobernanza regional basada en derechos humanos, justicia social, transparencia y participación multisectorial. Ese es el verdadero terreno político del siglo XXI.
Hacia 2026: construir gobernanza desde la región
En medio de este panorama, 2025 también abrió espacio para nuevas articulaciones regionales. Una de ellas es el Consejo Latinoamericano de Ética en Tecnología (CLETec), que comenzó a tomar forma este año con el objetivo de crear un ecosistema de cooperación, análisis y documentación de incidencias tecnológicas en América Latina.
CLETec aún está en sus primeros pasos —construyendo capacidades, metodologías y alianzas—, pero nace de una convicción compartida: la región no puede esperar a que otros definan los estándares éticos y regulatorios que determinarán su futuro. En 2026 iniciaremos formalmente el trabajo del Laboratorio de Incidencias y Riesgos Tecnológicos, un espacio para producir evidencia, compartir experiencias, documentar casos reales y fortalecer la capacidad pública para supervisar sistemas de IA.
La invitación queda abierta: acompañar y seguir el trabajo que realizaremos en 2026 será clave para construir una voz latinoamericana en la gobernanza global de la tecnología. La gobernanza que necesitamos no vendrá de afuera; tendremos que construirla juntas y juntos.