La redistribución del ingreso invisible
En los últimos años se ha enfatizado, y con razón, la gran redistribución del ingreso a favor de las remuneraciones a los asalariados a raíz de la recuperación del salario mínimo. Sin embargo, una redistribución de una magnitud comparable ha venido ocurriendo desde décadas atrás asociada al trabajo no remunerado, que no por el hecho de no registrarse en el PIB deja de tener un importante valor para los hogares del país, particularmente para los más pobres. Ambas redistribuciones, aunque de naturaleza diferente, están asociadas de forma estrecha.
En 15 años, entre 2009 y 2024, la proporción que representaban las remuneraciones a los asalariados en el PIB se elevó de forma notable al pasar de 26.8% a 30%. Este aumento ocurrió de forma prácticamente continua desde 2018, con los efectos de las primeras revisiones de los salarios mínimos derivadas de las reformas legales que lo desvincularon en 2017 como referencia para el aumento de precios de otros bienes y servicios. El mayor incremento en la porción del ingreso captada por los asalariados ocurrió de 2023 a 2024, cuando avanzó 1.6 puntos del PIB.
En el mismo lapso de tres lustros, una redistribución del ingreso aún mayor se llevó a cabo silenciosamente. Se trata de la asociada al trabajo no remunerado. Este trabajo corresponde a tareas que tienen un gran valor para los hogares, como la preparación de alimentos, la limpieza, cuidado y mantenimiento de la ropa, el calzado y del propio hogar, las compras y administración del hogar, los cuidados, apoyo y ayuda a diferentes personas y el trabajo voluntario. Tan valiosas son estas tareas sin pago que si se les asignara un valor monetario incrementarían el PIB en más de un 20%.
La valuación del trabajo no remunerado se realiza mediante el gasto que tendría que hacerse para sustituir cada actividad sin pago. Bajo este esquema, la proporción que representaba el trabajo no remunerado era en 2009 el 15.7% del PIB "total", es decir, de la suma del visible (el registrado en cuentas nacionales) y el invisible (de las actividades sin pago). Para 2024, esta proporción aumentó a 19.3% de este total. Esto significa que el trabajo no remunerado ha aumentado su importancia en 3.6 puntos porcentuales, más que el de las remuneraciones a los asalariados.
Cabe destacar que el trabajo no remunerado tiene un mayor peso relativo dentro de los hogares con menores ingresos, los cuales no suelen tener los medios para contratar a otras personas para las labores del hogar. Esto significa que la mayor importancia del trabajo no remunerado en el PIB visible e invisible implica un mayor ingreso implícito para los hogares más pobres, un ingreso que se consume directamente al generar los servicios del hogar y de cuidados. Este ingreso en especie no solo implica más trabajo en el hogar, sino también de mayor valor.
Entre 2009 y 2024, los hogares incrementaron el total de horas de trabajo no remunerado en 34.8%, pero esto se debió fundamentalmente al aumento en el número de personas ligadas a estas actividades, pues el promedio de horas por persona permaneció alrededor de 25.6 horas a la semana. Más importante es que el valor implícito del trabajo sin paga se incrementó en 3.3%, pues los salarios de mercado de quienes pueden sustituir al trabajo no remunerado aumentaron en una proporción similar.
En la medida en que los aumentos en el salario mínimo han incrementado las remuneraciones de quienes pueden sustituir el trabajo doméstico, de cuidados y voluntario, han aumentado la valuación de este trabajo sin pago. Por esta vía, y no solo por el aumento directo de las remuneraciones a los asalariados, la política salarial ha transferido de forma invisible un importante monto de ingreso.