Mejoró poder de negociación de trabajadores en EU y Europa, en México no

Mientras que la pandemia impulsó un clima laboral favorable, en México la cultura sindical y una economía aletargada no lo permiten, dicen expertos.
24 Febrero, 2022 Actualizado el 24 de Febrero, a las 16:41
Los esfuerzos para mejorar las condiciones del trabajador mexicano tardarán en hacer efecto (Foto: Congreso de SLP)
Los esfuerzos para mejorar las condiciones del trabajador mexicano tardarán en hacer efecto (Foto: Congreso de SLP)
Arena Pública

La crisis sanitaria no detonó un clima favorable para que buena parte de los trabajadores mexicanos exijan mejores condiciones laborales, como ocurrió en otras partes del mundo. Todo lo contrario. La situación de los trabajadores en el país sigue deteriorada, a pesar de haberse recuperado el número de ocupados.

En Europa se espera que las presiones salariales sobre las compañías incrementen de forma constante en el corto y mediano plazo, mientras que en Estados Unidos es cada vez más común que incluso un trabajador en industrias donde el trabajo físico es más importante que la capacidad técnica, pueda exigir mejores prestaciones, mayor flexibilidad, más beneficios y un trato más favorable.

Pero en México, la pandemia no ha provocado un cambio similar. De acuerdo con un artículo escrito por especialistas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), aunque en Estados Unidos es más común que la población renuncie voluntariamente a buscar mejores condiciones laborales, el trabajador mexicano tiene menos confianza de abandonar sus puestos de trabajo que incluso antes de la pandemia.

La pandemia no ha empoderado al trabajador mexicano, en parte, por su complicada historia de representación laboral. “Hay un problema fundamental en que hay una bajísima representatividad sindical. La inmensa mayoría de los contratos colectivos que hay en México son contratos de protección. No hay ninguna verdadera negociación, y, por lo tanto, las posibilidades de negociación de los trabajadores en sindicatos verdaderamente representativos se reduce”, asegura Carlos de Buen Unna, director general del Bufete de Buen y un reconocido experto en asuntos laborales del país.

Este fenómeno está afectando directamente el atractivo de las organizaciones sindicales en México. Para finales del primer año de la pandemia, se reportaba que la tasa de sindicalización había caído de 14.5% a 12.4% en una década. Por el contrario, aunque en los Estados Unidos también hay una contracción en el número de trabajadores sindicalizados, hay un claro movimiento entre empleados jóvenes que buscan mejores condiciones laborales mediante estas organizaciones y movimientos colectivos.

También hay un importante componente económico que le impide al trabajador mexicano mejorar su poder de negociación laboral. “El trabajo, como un criterio económico, es una mercancía más y responde a la ley de la oferta y la demanda […]. Va en función de qué tanto un empleador pueda necesitar a un trabajador […]. Hay mucha gente buscando empleo, y entre más opciones tenga el patrón”, menos poder de negociación laboral tiene el empleado, afirma Ricardo Partida Islas, docente del Departamento de Finanzas de la Universidad de Guadalajara (UdeG).

Y la oferta de mano de obra parece ser cada vez mayor. Para el cuarto trimestre del 2021 había 2.1 millones de personas desocupadas (que están buscando trabajo activamente porque no tienen uno todavía), seis millones subocupadas (que pueden trabajar más tiempo de lo que ya lo hacen) y 7.4 millones disponibles inactivos (que han buscado trabajo recientemente), de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

La suma de estos tres grupos representa el 26.58% de la Población Económicamente Activa (PEA) durante ese mismo periodo. Esta proporción, conocida como brecha laboral, sí es más reducida que el valor calculado para finales de 2021, cuando se alcanzó una proporción de 35.1% por culpa de la crisis sanitaria. Sin embargo, sigue siendo mayor que la registrada en 2019, cuando era de solo 20.76%. Y entre 2018 y 2019 se puede observar un ligero incremento en la oferta laboral.

Año PEA Desocupados Subocupados Disponibles inactivos Brecha laboral (% de la PEA)
2021 58,761,793 2,150,582 6,006,931 7,459,867 26.58
2020 55,880,916 2,549,487 8,138,495 8,928,312 35.10
2019 57,277,858 1,932,597 4,219,938 5,735,592 20.76
2018 55,519,394 1,813,522 3,594,848 5,731,676 20.07

Todas las cifras son al cuarto trimestre del año en cuestión. Fuente: Inegi.

 

Trabajador mexicano, sin solución inmediata

En lo que se refiere al entorno de sindicalización en México, hay algunos indicadores de que la situación está mejorando poco a poco. Recientemente una organización independiente triunfó en los comicios para representar a los trabajadores de la planta de General Motors en Silao, Guanajuato, lo que debería sentar un precedente en el nuevo marco laboral que existe en el país.

Sin embargo, Carlos de Buen asegura que será difícil ver cambios radicales en el corto plazo porque las iniciativas de empoderamiento de los trabajadores no surgen de las mismas empresas queriendo dar mejores condiciones a sus empleados. Por el contrario, apunta De Buen, no se dieron sino hasta que intervinieron agentes externos, como el gobierno y tratados como el T-MEC.

Pero también hay un elemento cultural que dificultará ver cambios en el corto plazo. “Poco a poco tendría que ir fluyendo esta conciencia de que es bueno sindicalizarse, que para tener mejores condiciones laborales hay que tener un buen contrato colectivo, que debe haber un derecho de información para los empleados sobre la situación de las empresas […]. Pero no es fácil cambiar culturas. Es algo que lleva décadas”, dice el director general del Bufete de Buen.

Por la parte del desbalance entre oferta y demanda de mano de obra, Partida Islas apunta que la única solución es la inversión. “Entre más inversión atraiga el país, vas a tener trabajos mejor remunerados. Conforme crece la demanda de trabajos, va escaseando la fuerza productiva. Y entre más escasea, más se va valorando. Esa valoración permitirá que suban más los salarios. En teoría económica, no hay otra forma fuera de la inversión”, concluye.

Lo anterior es un problema importante por sí mismo que coloca en una posición desventajosa al trabajador mexicano. Aunque algunos miembros de la iniciativa privada veían con cauteloso optimismo las perspectivas de recuperación internacional como un impulso para la actividad económica de México, las primeras inversiones de capital del año sugieren una inversión deprimida para 2022.

Y a eso hay que sumarle, señala el catedrático de la UdeG, otras condiciones económicas propias de México que reducen las posibilidades de negociación laboral del trabajador mexicano. Entre ellas, la alta penetración de la informalidad y la incapacidad de los negocios más pequeños para conseguir financiamiento suficiente para dar condiciones de trabajo más benéficas a su plantilla laboral.

Archivado en