El cauteloso optimismo de la inversión privada en México

El futuro de la recuperación económica global genera oportunidades y optimismo empresarial en el país, pero no es suficiente: Cuatro expertos comentan.
3 Octubre, 2021 Actualizado el 4 de Octubre, a las 14:44
Este año se percibe mayor optimismo que permitiría impulsar la inversión en México (Foto: Senado de la República)
Este año se percibe mayor optimismo que permitiría impulsar la inversión en México (Foto: Senado de la República)
Arena Pública

---Actualización 14:30 hrs (hora del centro de México)---

El panorama para la inversión privada en México luce alentador, sin embargo hay factores que empañan ese incipiente optimismo empresarial, concluyen cuatro especialistas convocados.

De acuerdo con el CEO Outlook 2021 de la firma de consultoría KPMG, en términos generales se ha recuperado la confianza de los líderes de empresas en la economía global. En todo el mundo, el 60% de los CEOs encuestados reafirmaron que confían en los pronósticos de crecimiento para los próximos tres años. De hecho, en el caso de México, la proporción es todavía mayor, con una tasa de 74%.

Al respecto, Ricardo Delfín, socio líder de Clientes y Mercados para KPMG en México y Centroamérica, explica que estas perspectivas positivas surgen tanto de las mejores expectativas de crecimiento de Estados Unidos como de una percepción de que, como la pandemia llegó para quedarse, se deben “encontrar formas de hacer negocios, activar la economía, con la pandemia a lado de nosotros. Ese optimismo es muy positivo para la economía y lo que vemos hacia adelante”.

Sin embargo, también existen algunos indicadores preocupantes que sugieren que la iniciativa privada en México no tiene una confianza tan férrea en el futuro. Por ejemplo, en el reporte Tendencias 2021 de la Asociación Mexicana de Parques Industriales Privados (AMPIP), se advirtió que la percepción de inseguridad en el país estaba inhibiendo la llegada de capital extranjero; particularmente en zonas de alto impacto como El Bajío.

No es una visión única de los agentes locales. La firma calificadora Moody’s señalaba a inicios de diciembre que el grado de inversión de México no estaba en peligro. Pero advertía que había preocupaciones recurrentes entre sus clientes sobre temas como el estado de derecho y el control de la corrupción que, si se llegan a mezclarse con un crecimiento económico debajo del esperado o un empeoramiento de la política macroeconómica, podría afectar su calificación.

Adriana García Hernández, coordinadora de análisis económico en el colectivo de investigación México ¿Cómo vamos? reconoce que, en comparación con el año pasado, en este 2021 en efecto se ha incrementado la inversión en el país.

Pero también asegura que “una cosa que hay que tener claro es que los niveles de inversión son insuficientes. México necesita atraer más inversión, generar más inversión pública para poder aspirar a tener una economía que cree empleos, que cree condiciones para un desarrollo incluyente y sostenido”.

Así, el panorama para el sector empresarial y la inversión privada en México parece abundante en oportunidades a largo plazo. Sin embargo, los retos y amenazas en el horizonte, así como la falta de impulso suficiente desde el sector público, crea un ambiente que se puede señalar como cauteloso optimismo.

Los cimientos del optimismo

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) publicó recientemente tanto el Indicador Global de Opinión Empresarial de Tendencia (IGOET) como los Indicadores Agregados de Tendencia (IAT) y los Indicadores de Confianza Empresarial (ICE) a septiembre. En ambos se observa que los empresarios mexicanos parecen tener una visión cada vez más optimista del ecosistema nacional.

Aunque el ICE para manufacturas retrocedió apenas 0.1 puntos entre agosto y septiembre, en comercio y construcción se observó un avance de 1.1 y 1.8 puntos en la comparación mensual; principalmente impulsados por una percepción más positiva de las condiciones de inversión y la situación económica del país en general y sus empresas en particular.

En el IGOET y los IAT, se muestran cambios similares. En manufacturas, comercio y construcción se observaron mejoras de 0.5, 0.8 y 0.2 puntos con respecto a los indicadores de agosto pasado; impulsadas por mayor producción y exportaciones, más ventas netas y una plantilla laboral más robusta respectivamente.

Alejandro Saldaña, economista en jefe del banco Bx+, dice que fuera de los resultados de agosto, “en general la tendencia venía siendo positiva en el último año con una recuperación importante de la confianza empresarial”. Para Saldaña los factores estratégicos para este impulso de la inversión privada en el país está relacionado con el énfasis de las empresas globales en “no depender tanto de insumos críticos que vengan de regiones muy remotas”, que impulsan cadenas de suministro para América del Norte en las que México juega un rol activo; además, de “tasas de interés relativamente bajas, que fomentan la inversión”.

En ese sentido, la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) prevén que la inversión extranjera directa en México continuaría fluyendo a buen ritmo el resto del año con los incentivos adecuados.

Ana Gutiérrez, coordinadora de Mercado Laboral y Comercio Exterior del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), plantea dudas sobre este optimismo, pero reconoce que México es atractivo para agentes locales y extranjeros porque es “un mercado grandísimo para muchas empresas multinacionales […] y (porque) tenemos las facilidades de comercio internacional, particularmente con el nuevo T-MEC”.

Este lunes se dió a conocer que las fusiones y adquisiciones en Latinoamérica "superaron los 105,000 millones de dólares en los primeros nueve meses del año", informó Reuters con datos de Refinitiv. Este monto es el mayor en una década, "ya que grandes cantidades de capital fresco alimentaron un frenesí de acuerdos en la región". Entre estos acuerdos destaca la compra de Univision de activos de Televisa, y la escisión de los negocios de torres en Latinoamérica por parte de América Móvil.

Ricardo Delfín, a pesar de que admite que el estudio de KPMG se enfoca a grandes y medianas compañías, asegura que el optimismo que refleja la encuesta probablemente sea representativo del ecosistema empresarial mexicano como un todo.

Y es que esto responde -dice Delfín- a que las compañías tienen una nueva concepción del futuro de sus operaciones, en las que ya no quieren depender “del futuro de la economía, más bien depender de reimaginarse, reinvertarse. Ése es el principal mensaje que están mandando”.

Las amenazas a la inversión

Del otro lado de la moneda, aunque se reconoce que hay condiciones para crecer y fomentar la inversión privada en el país, la principal preocupación y motivo de cautela es que no se está haciendo lo suficiente para incentivar el desarrollo del futuro.

No es una preocupación nueva. En los albores de la pandemia, senadores de oposición y miembros de la iniciativa privada exigieron reglas claras y estrategias concretas de fomento en las políticas públicas de cara a la recuperación económica del país.

Estos llamados se han mantenido más o menos igual. Un análisis de México, ¿Cómo vamos? sobre las tasas de inversión fija bruta concluye que el crecimiento de la inversión privada sigue perdiendo fuelle; pero también la inversión pública.

Adriana García señala que se debe “utilizar la inversión pública para que México cuente con infraestructura social que le permita a la inversión privada detonar el crecimiento. Aquí estamos hablando de vías de comunicación, pero no solo carreteras y aeropuertos, sino conectividad y tecnologías digitales. Y no estamos viendo ningún esfuerzo del Gobierno Federal para la transición en temas digitales”.

El enfoque del Presupuesto 2022 confirma este señalamiento. Una revisión del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) del proyecto para el próximo año concluyó que, aunque el monto para la inversión pública es el más grande propuesto desde 2009, la mayoría se destinaria a cubrir faltantes, tareas de mantenimiento y el fortalecimiento de Petróleos Mexicanos (Pemex), no a la creación de nueva infraestructura.

Y es algo en lo que coinciden diversos centros de análisis. Tanto expertos del Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República, como del Centro de Modelística y Pronósticos Económicos de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México, concluyeron que el nivel de gasto público proyectado restaría al crecimiento.

La otra gran preocupación, que contribuye a la cautela sobre el futuro de la inversión en México, es la falta de certidumbre jurídica. Según Alejandro Saldaña, hay un entorno de incertidumbre jurídica al que “el entorno privado ha respondido negativamente”, consecuencia de “decisiones unilaterales en contratos, cancelaciones de algunas inversiones y permisos, etcétera”.

Apunta que la expectativa desde su banco es que “va a seguir siendo un lastre en los próximos años. Difícilmente la inversión puede superar este tipo de situaciones de un momento a otro. La certidumbre es una condición necesaria para que exista la inversión”.

Una preocupación estructural de largo plazo para la inversión en el país y que preocupa a los expertos, tiene que ver con el capital humano. Ana Gutiérrez advierte que “difícilmente vas a abrir una empresas en algún sector avanzado si el país que estás contemplando no tiene la capacidad humana, la fuerza laboral capacitada para ser tu empleado y ayudarte a crecer ahí”. La escasa inversión pública y privada en capacitación del talento, en sus diversas vertientes, es un rezago estructural agravado en la postpandemia.

Optimismo moderado en inversión

Ricardo Delfín, de KPMG ve que el ánimo de los empresarios en México seguirá siendo optimista en el corto plazo, y que el riesgo de una nueva ola de pandemia se ha minimizado por los aprendizajes obtenidos y la evolución vista en otros países.

Adriana García, de México ¿Cómo Vamos?, es más escéptica, dudando que las condiciones actuales permitan gran desarrollo en materia de inversión y crecimiento económico. Sin embargo, cree que se podría corregir el rumbo con relativa facilidad, si el gobierno federal estuviera dispuesto a cambiar el mensaje. Si se empezaran a propiciar los mensajes de política pública adecuados, dice, “esto sería como una bola de nieve, y podríamos esperar que en los próximos meses más empresas volteen a ver a México”

Para Alejandro Saldaña, del banco Bx+, el panorama para finales del 2021 y durante 2022 es “moderadamente optimista. Se nos están presentando oportunidades históricas, con una visión a mediano y largo plazo. Pero para aprovecharlas hay que seguir trabajando en cuestiones de certidumbre y confianza a nivel local”.

Ana Gutiérrez, del IMCO, coincide con Saldaña, pero advierte: “Tenemos elementos atractivos que, por ahora, nos hacen un país fuerte en materia de inversión […]. Pero esto no va a durar para siempre. Puede haber otras naciones que estén haciendo muchas cosas para volverse más atractivos. Y si México se queda solo con el statu quo […], la pregunta es ¿cuánto tiempo durará la inercia de México por su tamaño y sus recursos naturales?”

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