¿Debe el campo mexicano concentrarse en cultivos competitivos o es una locura?
Dejar de lado los cultivos menos productivos del país, para enfocarse en los más competitivos es una propuesta que se ha planteado recientemente, pero que algunos expertos en el campo lo ven difícil de alcanzar e, incluso, inconveniente dada la nueva geopolítica global.
Si bien el Consejo Nacional Agropecuario (CNA) espera que el Producto Interno Bruto (PIB) agropecuario del país crezca 2% durante 2022 respecto al cierre del 2021, también es evidente que el desempeño de los diferentes sub-sectores es muy distinto, particularmente cuando se compara con las necesidades de consumo totales en el país.
“Con algunos cultivos básicos tenemos problemas [para satisfacer la demanda interna]. Del maíz, por ejemplo, debemos importar el 38%. Del trigo se importa el 65%. En arroz importamos el 83%. Y en la carne de puerco importamos el 33%, el pollo el 23%. Hay un gran contraste en nuestros cultivos: En algunos somos muy competitivos a nivel internacional y en otros, no tanto”, señala Luis Fernando Haro Encinas, director general del CNA.
El bajo desempeño del campo mexicano en estos sectores ha creado contrapesos importantes en la balanza comercial agropecuaria del país. A pesar que México importó 6.9% menos millones de toneladas de granos y oleaginosas (trigo, maíz, soya, etcétera) en el primer cuatrimestre del 2022 respecto a ese mismo periodo del 2021, el valor de esas compras al exterior aumentó 12.6%, de acuerdo con cifras del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA).
En este contexto, algunos agentes han propuesto soluciones radicales. En una presentación para prensa, Carlos Serrano, economista en jefe de BBVA México, consideró que “es una buena medida bajar los aranceles [a insumos alimenticios básicos], creemos que no debería ser temporal sino que debería ser permanente porque va a hacer más competitiva la industria agropecuaria”, refiriéndose a la propuesta del Gobierno federal para suspender temporalmente impuestos a importaciones de ciertos alimentos en un esfuerzo por limitar los efectos de la inflación.
En la misma conferencia de prensa, el economista agregó que se deben dar incentivos al campo mexicano para que produzca alimentos en los que es más competitivo y deje de producir aquellos que solo son competitivos por los aranceles.
Algunos representantes del sector agropecuario consideran que es una propuesta complicada de llevar a cabo y cuestionan su eficacia estratégica. Haro Encinas explica que el actual contexto socioeconómico y geopolítico, en referencia a la guerra en Ucrania y sus efectos sobre la cadena global de suministros alimenticios, debería ser una razón poderosa para no depender totalmente del exterior en la disponibilidad de bienes agrícolas, aún si son únicamente algunos cultivos concretos.
“No digo que debamos producir todo lo que necesitamos. Pero la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) recomienda que al menos el 75% de lo que consume un país debería producirse localmente. [Debemos aspirar a tener] un nivel de seguridad alimentaria con el que no corramos el riesgo, como podría llegar a pasar, que no tengamos abasto. ¿Qué sucedería si Estados Unidos llegara un día y dijera que no nos va a vender sus excedentes?”, agrega el especialista del CNA.
Otros más consideran que la idea de suspender la producción local de cultivos poco eficientes no es del todo inconcebible. “Así lo hace la Unión Europea: Ver cada país qué ventajas competitivas y comparativas tienes, producir en lo que eres bueno e importar lo que no eres bueno. En México tenemos el caso de la soya: importamos el 95% de lo que consumimos, porque no somos muy buenos produciendo, y no nos ha pasado nada”, explica Juan Carlos Anaya Castellanos, director general del GCMA.
Y es cierto que, desde al menos 2011, México importa más de la mitad de los productos necesarios para satisfacer su demanda alimentaria sin que se hayan presentado problemas mayores de desabasto der alimentos. Al mismo tiempo, el director del GCMA reconoce el riesgo de una alta dependencia en el exterior para las necesidades alimentarias. Pero parte de la solución estaría, a su parecer, en diversificar el origen de estos productos básicos; una meta en la que la política de aranceles cero (bien implementada) sí podría ser de ayuda.
Donde Juan Carlos Anaya Castellanos tiene dudas es en qué tan efectivo puede ser suspender cultivos poco productivos para mejorar aún más la competitividad, rentabilidad y eficiencia de aquellos sub-sectores agrícolas que ya presentan fuertes números.
“Sí habría que analizarlo, pero no es así de fácil. Mucha gente dice que deberíamos dedicarnos más a sembrar frutas y hortalizas. Pero hay un cierto mercado, requiere una cierta inversión. Y más importante, no es de la noche a la mañana. La realidad es que México sí ha cambiado sus patrones de producción agrícola, hacia donde es más competitivo y tiene ventajas comparativas. Por eso se ha vuelto el gran abastecedor de frutas y hortalizas a Estados Unidos”, explica el especialista.
En lo que sí concuerdan ambos especialistas es que se necesita una política pública mucho más consistente de apoyo a los cultivos mexicanos, particularmente de corte comercial, incluyendo incentivos fiscales, tecnológicos y burocráticos. Una conclusión a la que han llegado anteriormente otros especialistas del mercado.