Disputa por el maíz amarillo, una guerra de alto costo para las familias mexicanas

México es actualmente incapaz de reemplazar las importaciones de maíz, por lo que una prohibición -además de crear un conflicto con EU- afectaría otras cadenas alimenticias clave.
23 Noviembre, 2022 Actualizado el 23 de Noviembre, a las 19:58
El gobierno mexicano argumenta que el maíz amarillo genéticamente modificado representa riesgos para la salud y medio ambiente. (Foto: Gobierno de México)
El gobierno mexicano argumenta que el maíz amarillo genéticamente modificado representa riesgos para la salud y medio ambiente. (Foto: Gobierno de México)
Arena Pública

El gobierno de México defenderá su postura en contra del “maíz transgénico”, aun y cuando un conflicto en la materia pueda poner en riesgo a las familias a las que argumenta quiere proteger.

El decreto presidencial, que busca prohibir las importaciones de maíz amarillo en 2024, fue reiterado por el presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia matutina de este martes 22, señalando que no caerá ante las presiones del Senado estadounidense que busca impulsar una controversia comercial entre México y Estados Unidos en el marco del T-MEC. 

“Los senadores están presionando en Estados Unidos, nada más que, con todo respeto, las políticas de México las decidimos en México. Nosotros no vamos a Estados Unidos a decirles qué van a consumir”, advirtió el Presidente de la República. 

La negativa presidencial para prohibir las importaciones de este tipo de grano -de origen principalmente estadounidense- se basan en que este tipo de maíz forma parte del grupo de Organismos Genéticamente Modificados (OGM), erróneamente conocidos como transgénicos, condición que según argumenta representa un riesgo para la salud de la población. 

No obstante, las intenciones de prohibición alertaron a los poderosos productores del medio oeste estadounidense, quienes a mediados de este mes a través de los senadores, Chick Grassley y Joni Ernst, ambos representantes de Iowa (el mayor productor de maíz de los Estados Unidos) solicitaron la intervención de Katherine Tai, representante comercial de Estados Unidos para evitar la pérdida de su segundo mayor mercado internacional.

“Hay pocos indicios de que México cumplirá con sus compromisos bajo el T-MEC. Ha llegado el momento de que la Oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos (USTR) intervenga en este tema. Le pido respetuosamente que solicite formalmente consultas de resolución de disputas en virtud del artículo 31.4 del T-MEC”, dijo Grassley en su carta a Tai. 

Según argumentan los senadores, la cancelación de importaciones traerá graves consecuencias económicas como la pérdida de 3 mil 560 millones de dólares en el primer año, 5 mil 560 millones en el segundo y, además. la desaparición de 32 mil puestos de trabajo en EU. 

De abrirse una nueva consulta, México abriría un tercer frente en el TMEC, junto a los existentes en la industria automotriz y la eléctrica. El país quedaría en desventaja pues si bien en la industria automotriz, actualmente en panel, Estados Unidos tiene altas probabilidades de perder frente a México y Canadá quienes podrían aplicarle sanciones económicas, en materia de industria eléctrica, México está dos contra uno.

Si bien en este último caso se está intentando evitar el panel a toda costa debido a las altas probabilidades y costos de perder (lo que implicaría fuertes tensiones entre los mayores socios comerciales), el nuevo frente podría dar a Estados Unidos un nuevo punto para presionar a las recién renovadas autoridades comerciales mexicanas.

 

Nuevo capítulo de una vieja historia

La posición del Estado mexicano no es nueva sobre los transgénicos y sus riesgos para la biodiversidad del país así como los riesgos a la salud ha estado en debate desde por lo menos 2013.

En 2015, la Suprema Corte de Justicia de la Nación rechazó el recurso de Bayer -actual dueña de Monsanto- para derogar una sentencia que desde 2013 reconocía "el principio de precaución" respecto a la siembra de maíz transgénico en el país, lo que permite a las autoridades rechazar las solicitudes de permisos para plantar cultivos transgénicos ante posibles riesgos a la salud de los mexicanos y el medio ambiente, por lo que los decretos de 2020 son un nuevo y más agresivo episodio en esta disputa. 

Junto a Monsanto también se encuentran Syngenta, DuPont, entre otras grandes biotecnológicas, quienes han advertido que una eventual prohibición -ahora de las importaciones- presionará aún más el precio de este producto clave para la seguridad alimentaria del país.

Se va a encarecer y se va a caer la producción, por lo tanto va a afectar al consumidor final en incrementos de costos o en falta de productos para consumo” comentó Nery Echeverria, director comercial de la división agrícola de Bayer México, en abril de este año. 

No obstante, detrás de las advertencias de las grandes biotecnológicas respecto a la preocupación por los consumidores, está un factor de mucho mayor peso para ellas: las pérdidas millonarias en sus negocios ante la pérdida de uno de sus mercados más rentables. 

Cuando en 2015 renació la controversia respecto a la siembra del maíz transgénico, Monsanto señaló que la empresa esperaba duplicar sus ventas en México durante los próximos cinco años si la prohibición era rechazada. 

Las ventas de la empresa en México provienen en 70% de la venta de semilla de maíz mejorada tecnológicamente, 10% por concepto de herbicidas y 20% restantes por la venta de semillas de hortalizas, algodón, sorgo y soja; por lo que dicha expectativa no se cumplió y, por el contrario, se ha encaminado a la caída de dos tercios del negocio de la empresa en el país.

Por lo que ahora, además de la prohibición de la siembra -vigente desde 2015- se afectarán las importaciones -que impactará indirectamente a la ventas del mayor proveedor de tecnología agrícola para el medio oeste estadounidense.

Por si fuera poco para la empresa, otro de los productos estrella de Bayer-Monsanto, el glifosato, polémico herbicida señalado como “posible cancerígeno”, también es contemplado para ser prohibido hacia 2024. A pesar de ser un herbicida con alta eficiencia para apoyar el incremento de las cosechas, mantiene un estatus de riesgo para la población pues a la fecha no se ha demostrado ni desmentido de manera contundente a nivel internacional sus efectos para la salud, por lo que su prohibición o aprobación se mantiene como una moneda en el aire. 

Tan solo en Estados Unidos, Bayer se mantiene en el ojo del huracán pues ha tenido que enfrentar más de 138 mil juicios relacionados al glifosato en Estados Unidos por parte de usuarios víctimas de cáncer, de los cuales han perdido tres de ellos.

 

Efecto en cadena para cárnicos

Más allá de los intereses económicos detrás de la lucha legal de los gigantes biotecnológicos contra el Estado mexicano, los daños colaterales de la guerra por el maíz transgénico y otros recursos de tecnología agrícola sí representan un alto riesgo para los consumidores. 

En línea con las advertencias de Echeverría, sólo el maíz para consumo final, base de la alimentación mexicana, ha subido de precio en 16.7% en los últimos doce meses, así como las masas y harinas que han subido en 17.3% y la tortilla con 16.9% según el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC).

Aunque el gobierno federal ha promovido una política de construcción de “soberanía alimentaria” en varios productos, entre ellos el maíz blanco -el que es destinado principalmente al consumo humano- y en el que sí se cuenta con autosuficiencia alimentaria, no es el caso del maíz amarillo del que México es altamente dependiente. 

Actualmente México se ha convertido en el principal importador de maíz en el mundo, ya que del total del consumo nacional de 45 millones de toneladas al año, en el país se producen sólo entre 27 y 28 millones de toneladas. En el caso del maíz amarillo, se importan más de 17 millones de toneladas de maíz genéticamente modificado.

Si bien, el maíz blanco es el que es destinado para la elaboración de tortillas, harinas, masas y demás alimentos para consumo humano, los efectos en los platos de las familias serían indirectos con la afectación de una de las principales cadenas de producción alimenticia: la pecuaria, pues el maíz amarillo es utilizado principalmente como alimento de ganado.

Según datos del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), en la temporada 2021-2022 el volumen de grano importado alcanzó un récord de 16.5 millones de toneladas, que representa el 75% de la oferta nacional, destinada básicamente al sector pecuario (alimentación de ganado).

Este sector también ha sido fuertemente afectado por las presiones inflacionarias que se viven desde hace dos años, en un inicio presionadas por el lado de la demanda con la reactivación económica de China -principal importador mundial de cárnicos- pero más recientemente por el incremento en el costo del maíz ante la invasión rusa en Ucrania, dos de los principales productores de granos. 

Según el INPC, el precio de la carne de res ha subido 11.7% en los últimos doce meses, mientras la de cerdo y la de pollo se han encarecido en 12.6% y 17.2%, respectivamente, alrededor de cuatro veces más que su ritmo de inflación histórica.

Este riesgo ha llevado a que pese a mantener su postura en contra de la importación de transgénicos, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) diera señales en su conferencia matutina de este lunes de poder conceder las importaciones para uso industrial, específicamente para alimentación de ganado. 

“No vamos a aceptar el maíz amarillo, de una vez que se sepa. […] Para el consumo humano el maíz blanco y estamos viendo lo del maíz amarillo, puede ser para forraje, para consumo humano, no” aclaró el jefe del ejecutivo nacional, sin dar más detalles al respecto.