La decisión del Banco de México fue inesperada, pero aplaudida casi en forma unánime (una notable excepción siendo el presidente López Obrador). La inflación está mostrando ser terca, y el mandato constitucional, así como la sensatez económica, dictan que se debe atajarla.
No hay opción, y Banxico está cumpliendo. Por eso el aumento de medio punto porcentual (50 puntos base) de la tasa de interés objetivo, llevándola a un nivel histórico (desde que esta se instauró como principal instrumento de la política monetaria a inicios de 2008) de 11.0%.
Es importante destacar que la decisión de aumentar la tasa fue tomada en forma unánime por los cinco miembros de la Junta de Gobierno, incluyendo el más reciente Subgobernador nombrado por el Presidente (que ha designado a cuatro de los cinco).
Repunte marginal, pero repunte al fin
La inflación acumulada anual llegó a un máximo de 8.70% en agosto del año pasado, el nivel más elevado desde fines del año 2000. En ese nivel se sostuvo en septiembre, descendiendo en octubre y noviembre, llegando a 7.80%. En diciembre se registró un ligero repunte, a 7.82%, que pasó a 7.91% en enero 2023.
Es una décima de punto sobre el nivel de noviembre, lo que no parece excesivo, pero lo relevante es el cambio de dirección. Mientras tanto, la inflación en Estados Unidos ha descendido con claridad, después de llegar a 9.1% en junio de 2022, un nivel no visto desde finales de 1981. Al cierre de 2022 (el dato de enero todavía no está disponible) ya había caído a 6.45%.
Entre enero y julio del año pasado, algo relativamente raro, la inflación en México había sido ligeramente inferior a la estadounidense. Esto tiene una explicación simple: subsidio masivo a la gasolina, que durante 2022 demandó un gasto del Gobierno Federal de 397.3 mil millones de pesos (1.4% del PIB), un subsidio que sobre todo benefició a las familias de mayores ingresos, esto es, aunque explicable desde una perspectiva política.
De acuerdo con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, sin ese subsidio la gasolina habría llegado a 33 pesos por litro y la inflación a 14% anual. Es de suponerse que la tasa de interés hubiera sido mucho más elevada también.
A pesar de esa inflación en trayectoria claramente descendente, a diferencia de la mexicana, la Reserva Federal de Estados Unidos (el banco central) no está tomando riesgos. Se esperaba que, quizá, fuese a frenar los aumentos en su tasa de interés, pero el Gobernador (Chairman), Jay Powell, ha optado por no correr riesgos o cantar una victoria que podría resultar prematura. A inicios de febrero se subió la tasa en 25 puntos base (un cuarto de punto porcentual), llegando a 4.75%. Además la expectativa, alimentada por la propia Reserva Federal, es que siga subiendo.
Lo que se esperaba es que Banxico “espejeara” la decisión, pero la cifra inflacionaria de enero dio al traste con ello. De ahí la subida más elevada, que ha ampliado más la diferencia entre ambas tasas, a 625 puntos base (a mediados de 2021 era 375 puntos).
Es esa diferencia que en buena parte explica la fortaleza del peso frente al dólar que tanto presume el presidente López Obrador, puesto que es mucho más atractivo el rendimiento en pesos que en dólares (o euros o yenes, por supuesto). El relativamente elevado precio del petróleo también explica la apreciación de la moneda nacional. Además, un peso fuerte ayuda a bajar la inflación, al abaratar las importaciones.
Pero la inflación está al alza. En el plazo inmediato se debe esperar una tasa de interés más elevada (que quizá llegue a 11.5%, aunque un nivel incluso más alto no debe descartarse) y un peso ganando más terreno frente a la divisa estadounidense, incluso pasando la barrera del 18.50 por dólar (el viernes cerró a 18.6637), lo que implicaría el nivel más fuerte en lo que va del gobierno obradorista. Tasas de interés elevadas y peso fuerte que frenarían el crecimiento, lo que ayudaría a reducir el crecimiento de los precios, debido a la menor demanda. Precisamente lo que se busca.
Lo ideal sería que el Gobierno Federal ajustara su política fiscal para también ayudar a bajar la inflación. Pero esto implicaría aumentar impuestos o recortar el gasto público. No hay ninguna señal por parte del Presidente de estar dispuesto a ello, puesto que, también, frenaría el crecimiento de corto plazo. Enfrentar la terca inflación está por ello en la cancha del autónomo Banco de México.