Las geopolíticas de la IA

En un mundo hiperconectado, el espacio digital se ha convertido en una nueva dimensión geopolítica donde confluyen tres tensiones: la pugna entre modelos de digitalización contrapuestos, la brecha asimétrica entre países desarrollados y en desarrollo, y la carrera entre las propias empresas tecnológicas
Ian Bremmer denomina a este fenómeno sistema tecnopolar, un orden emergente en el que un puñado de corporaciones trasnacionales rivaliza con los países por el control de infraestructuras críticas y la definición de normas globales.
Actores dominantes en la competencia por la IA
Históricamente, la Inteligencia Artificial (IA) ha estado dominada por Estados Unidos y China, aunque se espera que nuevos actores geopolíticos desarrollen capacidades avanzadas en IA con fines de seguridad nacional en los próximos años. La Unión Europea (UE) también juega un papel relevante, aunque en menor medida. Esta competencia se articula en varias dimensiones estratégicas:
Datos: Considerados como el "combustible que alimenta la IA", su volumen y calidad son cruciales para el entrenamiento de algoritmos. Cuestiones técnicas sobre cómo recopilar, organizar, almacenar y hacer accesibles los datos se han convertido en estratégicas. Además, existe una creciente tendencia de los países por controlar los datos generados dentro de sus fronteras, promoviendo el nacionalismo o la “soberanía de datos”.
Hardware e infraestructuras: Incluye chips especializados como las Unidades de Procesamiento Gráfico (GPU, por sus siglas en inglés) y las Unidades Centrales de Procesamiento (CPU, por sus siglas en inglés). La cadena de valor de estos chips es global y altamente interdependiente: Estados Unidos domina la propiedad intelectual y el diseño, China provee materias primas y países como Corea del Sur, Japón, Taiwán y los Países Bajos son cruciales para su fabricación. La guerra comercial entre Estados Unidos y China por los chips ilustra la fragilidad de esta red.
Innovación: Medida por la inversión en investigación y desarrollo, así como por el número de patentes y el desarrollo de modelos de IA fundacionales. China lidera en patentes de IA (61.1%), mientras que Estados Unidos encabeza el desarrollo de modelos fundacionales. LA UE, por su parte, invierte para recortar distancias, aunque hoy su ventaja comparativa es regulatoria, no industrial.
Talento o capital humano: Existe una "guerra por la atracción de talento", con flujos de movilidad que históricamente han beneficiado al Norte Global. Estados Unidos es el mejor ejemplo: la mitad de sus profesionales en la industria tecnológica son migrantes. Países como Italia, Israel o la India son conocidos por el número considerable de fuga de talentos que experimentan año con año.
Gobernanza o regulación: Son tres los países que promueven modelos de gobernanza tecnológica, basados en diferencias ideológicas significativas sobre el papel de los mercados, el Estado y los derechos individuales.
- Estados Unidos a través de una autorregulación dirigida por sectores que confía en la competencia como motor de innovación.
- China a través de un tecnoestatismo autoritario donde las empresas deben inscribir sus sistemas ante un registro oficial y superar auditorías de seguridad, consolidando un modelo en el que la información sea un recurso estratégico bajo control estatal.
- La UE quien se convierte en la primera región en regular la IA, a través de una clasificación de aplicaciones según su nivel de riesgo: prohíbe la vigilancia biométrica masiva, pero autoriza excepciones para terrorismo o delitos graves siempre y cuando medie un mandato judicial.
Esta rivalidad no es meramente ideológica: cada bloque busca exportar su modelo mediante acuerdos comerciales, influencia normativa y alianzas tecnológicas, en un intento por convertir sus reglas en el estándar de facto.
Las "otras geopolíticas de la IA" y el rol del Sur Global
Hablar de geopolíticas de la IA, en plural, es reconocer la multiplicidad de actores y valores que subyacen a los modelos de entrenamiento. El Sur Global, un concepto geopolítico más que geográfico, suele aparecer como receptor pasivo de normas, pese a ser indispensable para:
- La extracción masiva de datos mediante plataformas de microtrabajo que externalizan tareas de etiquetado;
- El suministro de minerales y materiales críticos para la infraestructura física;
- El aporte de miles de “trabajadores fantasmas” que, en condiciones precarias y por salarios ínfimos, refinan los datasets invisibles que dan forma a los algoritmos.
La escasa representación de estas voces refuerza sesgos en los sistemas, perpetúa prácticas extractivistas y convierte a sus territorios en campos de prueba de tecnologías sin salvaguardas adecuadas.
¿Qué significa esto? Las voces del Sur Global a menudo están infrarrepresentadas. La dependencia de software occidentales hace que los modelos de entrenamiento generen sesgos en la representación de sus sociedades; el extractivismo no solo de datos y mano de obra barata sino también de recursos naturales necesarios para la construcción de infraestructura, genera un costo ambiental alto; y la práctica de utilizar a países del Sur Global como campos de pruebas para sistemas de IA a menudo viola las leyes de sus países de origen.
A nivel global, se han manifestado preocupaciones sobre la falta de transparencia, infracciones de propiedad intelectual, violaciones de privacidad y riesgos de seguridad en los sistemas. Existen esfuerzos por establecer normas reguladoras internacionales armonizadas, aunque los enfoques varían entre países. La Declaración de Bletchley Park en 2023 suscrita por Estados Unidos, China y la mayor parte del G20, busca desarrollar el potencial de la IA de forma responsable, con mecanismos para retirar productos nocivos y detectar vulnerabilidades. No obstante, el atractivo de la ventaja geopolítica y el interés comercial pueden incentivar a gobiernos y empresas a abandonar acuerdos no vinculantes.
La IA reconfigura el poder mundial a velocidad de vértigo. Si el Norte Global y los gigantes tecnológicos continúan marcando el paso, corremos el riesgo de consolidar un orden digital que amplifique desigualdades históricas. Incorporar —de manera sustantiva, no simbólica— las perspectivas del Sur Global es condición necesaria para una co-gobernanza que equilibre innovación y justicia. De otro modo, el sistema tecnopolar corre el peligro de convertirse en un espejo opaco donde las promesas de progreso se reflejen solo para unos cuantos, mientras el resto permanece invisibilizado tras los algoritmos.
Referencias de interés
AI Index Report, 2024
Colomina, C., & Galceran-Vercher, M. (2024). Las otras geopolíticas de la inteligencia artificial. Revista CIDOB d’Afers Internacionals, 138, 27–50.
