Atrapados en el estancamiento económico

En este ambiente de incertidumbre, la inversión es lo que quizás mantenga a la economía en un nivel de atonía.
26 Junio, 2025
La inversión es lo que quizás mantenga a la economía en un nivel de atonía.
La inversión es lo que quizás mantenga a la economía en un nivel de atonía.

La economía mexicana no está en recesión, por más que algunos insistimos. Nos equivocamos -por ansiosos- y ya hemos corregido nuestros pronósticos a mitad de año. No era de mala fe -como luego se nos acusa-, pero la perspectiva y los datos indicaban esa tendencia. Pero tampoco es que estemos pronosticando un crecimiento boyante, todo lo contrario, es un crecimiento pobre.

No ha sido fácil estimar el crecimiento este año ya que el panorama ha estado lleno de nubarrones e indefiniciones, propios de un ambiente de incertidumbre, sobre todo en la política comercial de EE.UU. y la política interna. Primero, tras el reporte de enero del IGAE, que reportaba una contracción en la actividad -aún sin aranceles-, sonaron las alarmas y estimamos una caída de -0.5% anual. Después el INEGI actualizó sus datos, que mejoraron, y tras un rebote no esperado en febrero, corregimos a -0.3% anual. Luego, en el reporte de abril la economía avanzó 0.5% mensual, lo que indicaba una dinámica diferente a la que esperábamos, desechando la posibilidad de una recesión. Así, ahora se estima que la economía “crezca” 0.5% anual, que al final es igual a la mitad de nuestro pronóstico hace seis meses (1.0%). 

Lo preocupante es que detrás de esa historia hay un comportamiento poco usual de los agentes económicos. El crecimiento en febrero que derivó en el buen resultado del PIB del primer trimestre básicamente responde a una mayor producción manufacturera y exportaciones en adelanto a los aranceles de Trump. La mayor producción también impactó en una mayor producción de servicios relacionados. Sin embargo, la inversión -que es el componente que garantiza más producción futura- se está cayendo. Así, la fotografía del primer trimestre es la siguiente: la economía creció 0.2% trimestral, compuesto de 1.1% de las exportaciones, pero contrarrestado por una caída de -0.4% del consumo privado y, lo más preocupante, por un colapso de -4.0% de la inversión. Eso es bastante grave. Un crecimiento de muy mala pinta.

Además, la perspectiva de la inversión no es prometedora en el futuro cercano. Es probable que la inversión registre también cifras pobres en abril y mayo, ya que la construcción cayó un 2.0% mensual en abril según el informe de producción industrial, y las importaciones de capital se mantuvieron estables en ese mes más disminuyeron 1.8% en mayo. En este ambiente de incertidumbre, la inversión es lo que quizás mantenga a la economía en un nivel de atonía. Adicionalmente, el salto que vimos en el primer trimestre en la manufactura es probable que haya sido momentáneo y sólo para evitar algo de los aranceles entrarían luego en vigor.

Para hablar de recuperación, primero se tiene que solucionar el conflicto con EE.UU. Desde nuestra perspectiva, los aranceles a los automóviles son los más problemáticos, y la insistencia de la administración Trump de llevar más producción a EE.UU. es lo que puede afectar más a México. Lo que se especula es que al final, serán sustituidos por nuevas reglas de origen que al final, podrían poner a México mejor posicionado, en un ganar-ganar. No está del todo claro. Esto tiene que iniciarse en las pláticas del T-MEC, que en el mejor de los casos podrían iniciar en el tercer trimestre. Pero el escenario central es que estos aranceles se mantengan hasta que se tenga un acuerdo final, que puede tenerse ya entrado el 2026. Mientras, las automotrices quizás muevan más producción al norte y el “nearshoring” va a llegar a cuentagotas. De inversión nueva, el mínimo, y quizás los más audaces hagan algo ahora. 

De esta manera, el diagnóstico de la economía mexicana a estos seis meses del año es de un estancamiento con una grave depresión en la inversión, lo que podría reducir ritmo del crecimiento futuro, sin mencionar el daño que hará a la productividad los cambios institucionales que ya se implementaron en materia de regulación, competencia y de impartición de justicia, más el persistente problema del crimen organizado. No hay detonantes claros de crecimiento en el corto plazo. Quizás el mundial de 2026, fuera de broma, ayude un poco, pero nada sostenible.

Está demás decir lo que es necesario para crecer más. El problema está sobre diagnosticado por múltiples instituciones y colegas. Al final, llegar a la solución es de voluntad política, pero me parece que ésa está muy distante. Entretanto, habría que prepararse para observar tasas magras de crecimiento hacia adelante, a menos que haya un cambio de dirección en ciertas áreas que permitan aspirar a subsanar, al menos, algunas carencias que se pueden profundizar en los siguientes años. Sería bueno, sólo por pragmatismo y para simplificarse la vida. 

Marco Oviedo Marco Oviedo Economista y Estratega Senior para América Latina en XP Investments (Brasil). Cuenta con una amplia experiencia en mercados financieros y política macroeconómica. Anteriormente fue jefe de Investigación Económica para América Latina en Barclays. En el sector público mexicano fue asesor económico de la Presidencia de la República durante el gobierno de Felipe Calderón y director general adjunto de Deuda Pública de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Oviedo es doctor en Economía (Ph.D) por la Universidad de Yale.