Fueron los años ochenta los del pico y el caballo. Malicia de chicos o vicio de ricos, fue una década tenebrosa, desgarradora, de heroína, jeringa, sida y aniquilación, de lucha de gigantes y pesadilla corriendo con una bestia detrás. El opio, la heroína, está ahora de vuelta, sobre todo en Estados Unidos, una epidemia que recorre no tanto las venas de latinos o negros, sino sobre todo de blancos, esa clase blanca de bajos recursos que ha sido desplazada por la globalización, que se ha empobrecido y que busca cómo salvar la condición mediocre de los días. Los opiáceos forman parte del paisaje canalla de estos días y su matazón es paradigma de la “carnicería americana” que Trump pregona todos los días.
Tanto es así que hasta la venerable presidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), Janet Yellen, sacó el tema a colación en su reciente comparecencia en el Congreso ante su impacto económico, sobre todo en el mercado laboral. Yellen, quien no sólo cautiva por su sabiduría y templanza sobre la política monetaria y los mercados financieros, sino también por su sensibilidad social, conoce muy a detalle las estadísticas del mercado laboral. Las estudia desde una perspectiva muy humana, considerando los efectos nocivos que sobre las personas tiene el hecho de dejar de buscar trabajo porque no encuentra uno que satisfaga sus anhelos, o por ser un empleado de media jornada cuando se desea trabajar a tiempo completo, o la frustración que supone ser un desempleado de larga duración, etc.
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Por el libro Beige de la Fed, un documento que recoge evidencia anecdótica sobre la economía estadounidense, sabemos que los empresarios están enfrentando dificultades para encontrar trabajadores que superen los tests de drogadicción o que acudan de manera consistente a su puesto de trabajo. En consecuencia, Yellen atribuye la caída en la fuerza laboral no sólo a fenómenos estructurales, como la salida del mercado de trabajo de la generación del “baby boom” (los nacidos tras la II Guerra Mundial), o a que debido a la crisis, muchos desempleados dejaron de buscar trabajo al no encontrar uno que satisficiera sus expectativas (los trabajadores desalentados), sino también a que muchos estadounidenses están enganchados en las drogas y, pese a estar en edad de trabajar, no son aptos para un empleo. Ese fenómeno explicaría por qué el ritmo de creación de empleo es lento en relación al número de puestos de trabajo vacantes, y a su vez estaría distorsionando la tasa de desempleo a la baja. Lo que Yellen no supo discernir es si la avalancha de drogadictos es causa o síntoma, esto es, si es un vicio puede ocasionar problemas económicos de largo plazo, o si es una vía de escape ante la degradación de la situación económica y la falta de oportunidades. El caso es que 2 millones de adictos pululan por el país y en el 2016 se estima que mató a más estadounidenses que los casi veinte años que duró la guerra de Vietnam. En el 2015, el costo social resultado del consumo de drogas fue de 51,000 millones de dólares, prácticamente el aumento que Donald Trump ha anunciado para el rubro de gasto militar.
El problema, por tanto, es muy grave y se empezó a gestar en los años noventa. El origen estuvo en la prescripción médica de analgésicos, opiáceos semisintéticos que ayudaban e combatir los dolores ocasionados por el cáncer y sus tratamientos o los malestares musculares. Pero posteriormente se ha trasladado el consumo a la heroína, y a productos adulterados de la heroína con opiáceos sintéticos de bajo costo como el fentanilo, ahora de moda y 50 veces más potente que la heroína, o el destructor carfentanilo, 5,000 veces más potente que la heroína y capaz de sedar a un elefante de seis toneladas con apenas dos gramos. Pues bien, ése parece haber sido el gran favor de la industria farmacéutica al narco, que las propias recetas sanitarias detonaran una gran crisis de salud pública. Un estudio de Jama Psychiatry estima que el 75% de los heroinómanos empezó con analgésicos y se pasó a drogas más duras al ser más potentes y baratas: de paliativo se pasó al uso recreativo hasta convertirse en una pesadilla. En Ohio, uno de los estados del Cinturón de Óxido donde la situación es crítica, el gobierno ha puesto una demanda contra cinco compañías farmacéuticas acusándolas de alentar el consumo de fármacos adictivos.
Un reciente cálculo del periódico The New York Times a partir de datos oficiales para el primer semestre estimaba el número de muertes por sobredosis en 62,497 durante 2016, comparado con 52,404 en 2015 y 47,055 en 2014. De esos, en torno a 35,000 eran resultado del consumo de heroína sola o cortada con opiáceos ilegales. A finales de siglo pasado, las muertes totales por sobredosis no llegaban a 17,000. Los datos oficiales para el 2016, publicados por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) no se conocerán hasta diciembre. El New York Times establece un rango de entre 59,000 y 65,000. Sea como sea, el incremento registrado en el 2016, de en torno al 20%, sería el más veloz de la historia de Estados Unidos. Por otro lado, significaría que, entre los menores de 50 años, el consumo de drogas es la principal causa de muerte, superando el cáncer o los accidentes de tráfico. Las cifras preliminares para 2017 sugieren que las muertes por sobredosis seguirán aumentando a lo largo de este año.
Así las cosas, a los narcotraficantes se les ha abierto el cielo, y los cárteles mexicanos se han encargado de mejorar sus redes de producción, síntesis y distribución. Según datos del Departamento de Estado, entre el 90% y 94% de la heroína consumida en Estados Unidos proviene de México, si bien Afganistán sigue siendo el mayor productor del mundo (el 80% de la heroína total se produce allí) y el principal proveedor para los mercados de Europa y Canadá. Pero en México, por ejemplo, el número de hectáreas (ha) cultivadas con amapola pasó de 11,000 en 2013 a 28,000 en 2015. El 90% de esa producción se concentra en el Triángulo Dorado (Sinaloa, Chihuahua y Durango) y el estado de Guerrero. Esa tendencia ha proseguido: según las cifras recientes de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), en el 2016 fueron halladas en promedio 1,836 ha al mes, mientras que entre los meses de enero a junio, dicho promedio escaló al doble hasta 3,702 ha.
Pero no sólo se ha ampliado el territorio, sino que también se ha mejorado la producción a través de semillas que generan más de 40 bulbos frente a una semilla normal que produce entre 8 y 10 bulbos. Al mismo tiempo, la guerra entre los cárteles por un negocio tan lucrativo también parece haber incidido en un mayor número de homicidios en los cuatro estados más involucrados. En Sinaloa, el número de víctimas entre enero y mayo de 2017 fue de 619 comparado con 352 en el mismo período del año pasado. En Chihuahua los homicidios se elevaron hasta 624 frente a 416 un año antes.
Más que causa, el problema de la droga en Estados Unidos parece el síndrome de una sociedad desigual y desesperanzada que está arrojando al lumpen a una clase blanca, de bajos recursos y pocos estudios, con escasas oportunidades de mejorar su posición económica respecto a sus padres, infelices de no ver cumplido el sueño de la casa con jardín y auto, y que encuentran en la droga un paraíso artificial que anula sus problemas en falso para resolverlos, solos y para siempre, con la muerte.
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INFOGRAFÍA
La presidenta de la Fed, Janet Yellen, en su reciente comparecencia en el Congreso atribuyó parte del declive en la fuerza laboral estadounidense a la epidemia de drogas que asola a Estados Unidos, lo que podría haber provocado que jóvenes enganchados hayan abandonado el mercado laboral. Ese problema se concentra en el consumo de heroína y algunas adulteraciones sintéticas como el fentanilo…
Fuente: Bloomberg
… el caso es que Estados Unidos vive una fuerte crisis de salud pública. El New York Times estima que en el 2016, el número de muertes por sobredosis podría haber superado los 59,000 casos comparado con 52,404 en el 2015. De esos, 35,000 casos estarían asociados al consumo de la heroína o de derivados sintéticos. El número total de muertos por sobredosis superaría a las víctimas totales de la guerra de Vietnam…
Fuente: Centro para Control y Prevención de Enfermedades (CDC). En rojo, estimación NYTimes.
…al contrario que en los años 80, el problema de las drogas es un problema de blancos. En el 2015, la tasa de muertes por sobredosis entre los blancos por cada 100,000 habitantes era de 21.1%, comparado con 12.2 para los negros y 7.7 los hispanos. El problema es especialmente grave entre los blancos con bajos recursos y pocos niveles de estudios que viven en los suburbios de las ciudades…
Fuente: Centro para Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
… los cárteles de México han visto en el problema estadounidense un mercado de crecimiento explosivo, por lo que han mejorado su producción, síntesis y distribución. La superficie cultivada de amapola en el 2017 ha promediado, según la Sedena, en 3,702 ha entre enero y junio, lo que representa un incremento del 100% respecto al promedio observado en todo el 2016 de 1,8374 ha.
Fuente: Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena)