¡Martes de TACO otra vez!

Aunque muchas de estas amenazas de Trump probablemente no se concreten, el daño ya está hecho.
15 Julio, 2025
Donald Trump.
Donald Trump.

El 8 de julio de 2025, Donald Trump volvió a anunciar nuevos aranceles. Nada nuevo bajo el sol. La conocida fórmula de “reciprocidad” -según la cual Estados Unidos responde con aranceles cuando considera que otros países lo están aprovechando- vuelve al escenario con la energía de siempre, pero con resultados cada vez más predecibles. Aunque las amenazas siguen sonando fuerte, los mercados ya aprendieron el libreto. Lo llaman el “TACO Trade”: Trump Always Chickens Out.

Tres frentes de ataque… no necesariamente claros

Hay que recordar que las ofensivas arancelarias de Trump se organizan en tres frentes:

  1. China, con aranceles en suspenso hasta agosto, pero bajo una constante amenaza de nuevas alzas.
  2. Aranceles por seguridad nacional, sobre todo por el tema del fentanilo, dirigidos a países como México y Canadá.
  3. Aranceles recíprocos, supuestamente para equilibrar el trato comercial que recibe Estados Unidos de sus socios.

De estos tres, el más preocupante es, curiosamente, el menos definido: el que mezcla seguridad nacional con comercio. Usar los aranceles como castigo por la falta de cooperación en la lucha contra el fentanilo plantea más preguntas que respuestas. ¿Qué espera exactamente Trump a cambio? ¿Más operativos? ¿Legislación más estricta? ¿Cooperación policial? ¿O solo una reacción visible que pueda capitalizar políticamente?

Esa ambigüedad deja a los socios comerciales sin mapa ni brújula, y con un castigo flotando sobre sus cabezas.

Diplomacia estilo “copiar y pegar”

Como parte del operativo, Trump también desempolvó una vieja táctica bilateral. Esta semana envió cartas a más de 20 países -entre ellos México, Japón, Brasil y la Unión Europea- con amenazas arancelarias. El contenido de las cartas es prácticamente idéntico: cambia el nombre del país y el porcentaje del arancel, pero el tono es el mismo. Un ultimátum más propio de un mail merge que de una negociación seria.

A México se le acusa de no colaborar lo suficiente contra el narcotráfico. A la UE, de mantener “desequilibrios comerciales intolerables”. Pero lo que salta a la vista es el enfoque. Más que una estrategia de Estado, esto parece una puesta en escena de campaña. Una especie de “diplomacia copy-paste” que busca titulares más que acuerdos.

¿Suben o bajan los aranceles? Depende…

La situación es menos dramática de lo que parece a primera vista. Desde abril, todos los socios comerciales ya enfrentan un arancel base del 10%. Con las nuevas cartas, algunos países verán aumentos… y otros incluso reducciones.

El resultado neto: el promedio arancelario pasaría del 13.3% al 18.3%. Más alto, sí, pero menor al 20.8% que se habría alcanzado si se cumplían todas las amenazas de abril. Aun así, la Reserva Federal advierte que este cambio puede recortar el PIB en 0.7% y empujar la inflación subyacente en 0.4% en un plazo de dos a tres años. No es catastrófico, pero sí significativo y sobre todo, evitable.

¿Y por qué los mercados están tan tranquilos?

Porque ya conocen la historia. Trump anuncia → el mercado reacciona con cautela → la implementación se retrasa o se diluye. El 9 de julio era la fecha clave, pero ya se movió al 1 de agosto. Nadie descarta que vuelva a cambiar. El S&P 500 apenas se movió. El dólar, igual y los bonos del Tesoro siguen estables. Lo que más llamó la atención no fue el anuncio, sino la indiferencia. Pero ojo: bajo esa superficie calma, hay señales de tensión. Los mercados de swaps de inflación empiezan a reflejar mayor nerviosismo. Las expectativas a un año están subiendo, y no por los aranceles en sí, sino por la incertidumbre constante. El ruido también tiene consecuencias.

¿Para qué sirven estos aranceles?

Trump insiste en que sirven para reducir el déficit comercial. Pero ahí hay una confusión de fondo. El déficit externo de Estados Unidos no se debe a que se importe demasiado, sino a que se ahorra demasiado poco. Mientras el ahorro nacional (público y privado) siga siendo bajo, Estados Unidos necesitará financiamiento externo… y eso implica importar más de lo que exporta.

Además, muchos de los países “castigados” —como Camboya, Myanmar o Bangladesh— exportan productos de bajo valor agregado. No compiten con chips ni autos eléctricos. Castigarlos con aranceles solo encarece la ropa, los textiles y otros bienes de consumo esencial, sin ningún beneficio para la industria local.

Una jugada riesgosa

Esto se parece a un clásico dilema de la teoría de juegos. Si todos los países creen que Trump está faroleando, nadie cede. Pero si nadie cede, él podría verse obligado a cumplir su amenaza para no perder credibilidad. Es una especie de pulso global. Si alguien cede, pierde. Pero si nadie lo hace, el choque es real.

Los mercados apuestan a que Trump se echará para atrás otra vez. Pero si todos piensan así, paradójicamente, aumenta la presión para que esta vez sí apriete el gatillo.

Ruido, pero con efectos reales

Aunque muchas de estas amenazas probablemente no se concreten, el daño ya está hecho. La incertidumbre que generan afecta decisiones de inversión, distorsiona expectativas de inflación y deteriora la imagen de coherencia de la política comercial estadounidense.

La lección, aunque repetida, no pierde vigencia: la política comercial no puede ser un arma electoral, ni una decisión personalista. Mucho menos cuando se usa como amenaza en masa. El mundo está mirando, y no con buenos ojos.

Delia Paredes Mier Delia Paredes Mier Delia Paredes apoya la toma de decisiones a inversionistas internacionales, líderes empresariales y gestores de activos a través del análisis económico desde hace casi 20 años. Es socia en TransEconomics, firma que brinda servicios de planificación patrimonial y gestiona activos alternativos. Es docente en la Universidad de Anáhuac y en el Tec de Monterrey. Miembro del Comité de Estudios Económicos en el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) y del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI). Delia Paredes es Maestra en Economía por la London School of Economics (LSE).