El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, provocó un terremoto mediático cuando esta mañana advirtió que si México no tenía intención de pagar el muro, no tenía sentido que fuera a platicar a la Casa Blanca. Con eso Trump daba a entender que financiar el muro forma parte directamente de la negociación del Nafta. Luego, el presidente Enrique Peña Nieto, aireado, canceló la reunión prevista para el martes que viene (o, según Trump, llegaron de mutuo acuerdo a la decisión de cancelar esta reunión y buscar otra fecha para más adelante).
Horas después, en la conferencia republicana de Filadelfia, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que su administración estaba trabajando en una reforma impositiva que permitiría financiar el muro. Hasta entonces, la principal hipótesis que había manejado es que México pagara de una vez el costo del muro, o que si no lo podría hacer bloqueando o gravando el envío de remesas.
Sin embargo, el nuevo plan es distinto. Y posiblemente lo supieran ya el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, y el de Economía, Ildefonso Guajardo. La manera como quiere pagar el muro es mediante la imposición de un 20% en las importaciones mexicanas. Por tanto sí: financiar el muro forma parte, directamente, del plan para renegociar el Nafta.
En consecuencia, para que México siguiera siendo competitivo, necesitaría una depreciación del 20%. De este modo, el aumento del 20% del arancel quedaría contrarrestado. Pues bien, desde la victoria de Trump, el peso mexicano se ha depreciado en torno a un 13.5%. Eso quiere decir que las compras de Estados Unidos a México son un 13.5% más baratas por la propia caída de la moneda. Pero en el último año, el peso se ha depreciado un 19%. Por tanto, pese a que Trump estableciera un impuesto a la importación del 20%, el precio del producto que un estadounidense comprara a México en dólares, sea un coche, un televisor, o una computadora, sería muy parecido al de hace un año, y no presionaría demasiado sus márgenes de ganancias. El arancel del 20% que encarecería el producto en Estados Unidos ya se lo ha comido la propia depreciación del peso.
Entonces, ¿por qué el peso se ha mantenido estable, pese a todos los vaivenes, el día de hoy? Quizás ésta sea una primera respuesta. La competitividad que México ha ganado durante el último año respecto a Estados Unidos sería borrada de un plumazo por el arancel estadounidense. El arancel del 20% quizás no sea casualidad. Pero ese arancel ya está incorporado por el peso. A cambio no se verían afectadas las remesas (aunque no sabemos si Trump penalizaría con un nuevo impuesto a las empresas estadounidenses que, incluso después de ese arancel, se quisieran instalar en México)
¿Cuáles son las implicaciones de esta medida? En primer lugar, al restar la competitividad cambiaria ganada por el peso mexicano en este último año, Estados Unidos trata de reducir el déficit comercial con México. En segundo lugar, trata de preservar la competitividad de la industria nacional frente a la mexicana y desincentivar la posible salida de empresas al sur del Río Bravo. En tercer lugar, procura no provocar mucha inflación: por un lado, el precio final del producto no se vería muy afectado respecto a hace un año: lo que te incrementa el arancel lo has ganado por la depreciación cambiaria; pero además, los salarios en dólares de los trabajadores mexicanos son un 20% más barato que hace un año; en cuarto lugar, México con ese arancel le está pagando el 20% de competitividad que ha ganado en impuestos, en recaudación, para Estados Unidos. Se estima que ese arancel del 20% genere 10,000 millones de dólares (mdd) al año. ¿Para qué va a servir ese dinero? Para financiar el muro. Por tanto, Estados Unidos quiere pagar la siniestra pared con la competitividad mexicana, que ayuda a las exportaciones, pero que ha restado poder adquisitivo a los mexicanos, y ha significado una mayor inflación, mayores tasas de interés y menor crecimiento.
Por eso Trump dijo que si no estaba dispuesto México a pagar el muro, no tenía sentido hablar del Nafta. Las dos cosas van juntas. Ahora bien: ¿lo aceptará México? No debería. Si México traga, cada vez que el peso se deprecie y se abaraten las exportaciones, Trump decidirá volver a incrementar los aranceles. Por otro lado, eso es una imposición unilateral. Como ha dicho el propio Videgaray, esto es un Tratado de Libre Comercio, y no tiene sentido con aranceles tan fuertes. Y de ser así, México debería establecer un arancel del 20% sobre las importaciones estadounidenses. Y para eso, mejor que no haya tratado y se negocie un acuerdo bilateral. Finalmente, México no tiene por qué aceptar ni que se construya el muro ni mucho menos pagar por él.
Según el vocero de la Casa Blanca, Sean Spicer, esa idea ya ha sido discutida con los líderes del Congreso, y quieren que forme parte de la reforma tributaria que pretende establecer Trump. Así las cosas.