El Fondo Monetario Internacional (FMI) está convencido de que los motores de crecimiento global se ha desplazado de los países emergentes a los países desarrollados. Ve fortalezas en economías como EE.UU., Alemania y el Reino Unido en tanto pierden fuelle los mercados emergentes, como Rusia, sujeto a sanciones económicas tras la crisis de Crimea, Brasil, Turquía y Sudáfrica. Las perspectivas de crecimiento para México se mantuvieron sin cambios.
En ese contexto, el FMI pronosticó un crecimiento global de 3.6% para el 2014, por debajo de lo que había estimado en enero (3.7%). Para el 2015, prevé que el PIB mundial se acelere a 3.9%, sin cambios respecto a la previsión de enero.
Destaca el ímpetu de la economía de EE.UU., que tras expandirse un 1.9% en el 2013, podría crecer un 2.8% este año y un 3.0% en el 2015, las mismas estimaciones que arrojaron en enero. Esos pronósticos se realizaron bajo el supuesto de que la Fed concluirá este año el “tapering”, o reducción de los estímulos monetarios, pero que la primera subida de tasas no sucederá sino hasta el tercer trimestre de 2015. El buen desempeño de la economía de EE.UU. se sustenta en las bajas tasas de interés de la Fed, el dinamismo de la demanda privada y una mayor contribución del sector público al crecimiento económico tras las políticas restrictivas del año pasado.
En Europa, la economía de la zona euro se va fortaleciendo. La expectativa de crecimiento para la región es de 1.2%, o una décima por encima del pronóstico de enero. Destaca el vigor alemán, con un PIB estimado de 1.7% contra 1.5% en enero, en tanto la economía de Francia podría expandirse un 1.0% (vs 0.9% en enero). En los países mediterráneos, España destaca con una expansión de 0.9%, una sustancial mejora respecto a 0.6% en enero, en tanto Italia se mantuvo sin cambios en 0.6%.
Pero en Europa, aunque fuera de la zona euro, nadie se ve tan bien como el Reino Unido, una economía de la que se empieza a hablar de riesgos de sobrecalentamiento. El FMI prevé que crezca un 2.9%, lo que implica una significativa aceleración respecto a 2.5% en enero, aunque su rápido crecimiento es “desbalanceado”.
En el caso de Japón, y pese a los esfuerzos de sus autoridades por estimular el crecimiento y generar presiones inflacionarias, el FMI se muestra un poco más escéptico, y revisó a la baja su crecimiento en 3 décimas para situarlo en 1.4%, sobre todo como resultado de la subida a los impuestos al consumo.
Frente a la fortaleza de una buena parte de las economías desarrolladas, el FMI rebajó las perspectivas de crecimiento de algunos emergentes, entre ellos Brasil, Rusia, Sudáfrica y Turquía. Para Brasil, la previsión que manejan para el 2014 es de sólo una expansión de 1.8% comparado con 2.3% en enero, en tanto que Sudáfrica apenas crecerá un 2.3% frente a un pronóstico previo de 2.8%. En México, el pronóstico de crecimiento para el 2014 sigue siendo de 3.0%, sin cambios a los proyectado en enero.
Rusia, que ya daba síntomas de debilidad, se revisó a la baja a 1.3% comparado con 2.0% en enero. En este caso, la situación de su economía podría deteriorarse más por las tensiones geopolíticas que han surgido en torno a Ucrania y las sanciones económicas que se han impuesto sobre su economía (con el riesgo de que se agraven si prosigue la escalada de tensiones en la región). El FMI advierte que de ser así podría producirse un contagio a la Comunidad de Estados Independientes que engloba a 10 de las 15 exrepúblicas soviéticas. El crecimiento en esa región se estima en 2.3% frente a 2.6% previamente.
Para las dos grandes economías emergentes, China e India, las estimaciones permanecieron inalteradas en 7.5% y 5.4% respectivamente.
Más allá de las perspectivas de crecimiento económico, el FMI lanzó algunas advertencias. Una fue dirigida al Banco Central Europeo (BCE), al que recomienda que recurra a nuevas medidas de estímulo monetario, menos convencionales, con el fin de ahuyentar los riesgos deflacionarios. El FMI asigna una probabilidad de 20% de deflación en la eurozona para el final de año.
Otra advertencia va destinada a los países emergentes, para que estén preparados para el previsible regreso de los capitales hacia los países desarrollados y la volatilidad que puede ocasionar tanto en las cotizaciones de sus divisas como en el alza en las tasas de interés. El aumento de las tasas implicará mayores costos de financiamiento y el consiguiente deterioro de la inversión.