No, como era de esperar Banco de México (Banxico) no movió tasas. Y con esto se desmarca de las decisiones de política monetaria en otros países emergentes (Brasil, India, Turquía, Sudáfrica). Los bancos centrales de estos países se decantaron, ante el inicio del “tapering” de la Fed, el aumento de las tasas de largo plazo en la curva de rendimientos de EE.UU., y la consiguiente salida de capitales de los emergentes, depreciaciones de sus divisas y el impacto potencialmente negativo que podría tener sobre la inflación, por elevar sus tasas de referencia, algunos de ellos de manera urgente y abrupta como Turquía.
Esa situación peculiar la describe Banxico en su comunicado: se refiere a que algunas economías emergentes “enfrenta un panorama complicado, ya que la acumulación de desbalances macroeconómicos ha exacerbado el impacto de la incertidumbre en los mercados financieros internacionales”, dando a entender que, por supuesto, México está fuera de esa órbita de emergentes, tal y como refirió en una reciente entrevista exclusiva en Arena Pública.
México, por tanto, es diferente, es distinto a Brasil, India, Turquía o Sudáfrica. Y en eso lleva razón: no presenta los desequilibrios externos ni presupuestarios de otros pares emergentes, ni las presiones de precios que sufren.
Sin embargo, Banxico es consciente de que México pertenece a la categoría de “emergentes” y se ha visto contagiado: también aquí se han elevado las tasas de largo plazo y se ha producido una intensa depreciación de la divisa. Y que el “tapering” posiblemente siga su curso a lo largo de este año. Ahora bien, posiblemente anticipa que lo peor para México ha quedado atrás, que los inversionistas irán discriminando entre emergentes “sanos” y “desequilibrados” y que la mayor parte del ajuste ya se ha anticipado. En consecuencia, Banxico decidió aguantar y mantener la tasa de referencia en 3.5%.
Ahora bien, en lo que se refiere a la inflación, advierte dos riesgos: uno, que el aumento de la inflación por el impacto de la reforma fiscal tenga efectos de segundo orden, más en un contexto de mayor dinamismo de la demanda interna y menor holgura económica. Y dos, que “ante un nuevo episodio de elevada volatilidad en los mercados financieros internacionales tenga lugar un ajuste cambiario que potencialmente afecte a la inflación”.
Debido a esos dos riesgos, Banxico observa que, en lo que se refiere a los precios, el balance de riesgos se ha deteriorado, lo que implícitamente implica que Banxico ha abandonado su posición neutral y ha establecido un sesgo al alza en el tono del comunicado, dando a entender que en caso de tener que mover tasas en el futuro, sería para subirlas, como han hecho ya otros emergentes.
Eso lo recalca aún más en el último párrafo, donde además advierte que tendrá que tener en cuenta la postura monetaria relativa de México frente a la de Estados Unidos (y quizás debería haber añadido que también respecto a otros países emergentes con los que compite para atraer capitales).
Por tanto, Banxico hoy, al contrario que sus pares emergentes, se abstuvo de elevar las tasas. Pero está atento, y da a entender que estaría dispuesto a elevarlas en caso de que la situación lo ameritara.