Siempre ha existido una correlación relativamente elevada entre la creación de empleo formal (según los registros administrativos del IMSS) y el crecimiento de la economía. También podemos observar cierta correlación con otras variables afines, como el empleo manufacturero (según la Encuesta Mensual de la Industria Manufacturera) y la tasa de desempleo urbano (de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo).
Suena lógico pensar que entre más crece la economía, mayor será la generación de empleo y menor la tasa de desempleo. Sin embargo, últimamente no se ha observado las mismas conexiones entre estas variables.
Después de la gran recesión de 2009, la actividad económica volvió a crecer a buen ritmo entre 2010 y 2012, hasta que llegó la desaceleración de 2013. En este periodo, primero vimos como bajo la creación de empleo y subió la tasa de desempleo a la par con la recesión; posteriormente, vimos una recuperación en ambos indicadores en linea con el crecimiento de 2010 y 2012 y su eventual desaceleración en 2013.
Sin embargo, en este año el aumento en los trabajadores inscritos al IMSS ha mejorado mucho más allá de lo que pudiera sugerir el comportamiento global de la actividad económica, mientras que la tasa de desempleo urbano ha mostrado una tendencia continua al alza en los últimos doce meses.
Este comportamiento nos lleva a plantear dos preguntas sustanciales: ¿por qué ha aumentado el empleo según el IMSS mucho más allá de lo anticipado? y si ha aumentado tanto el empleo, ¿por qué presenta la tasa de desempleo una tendencia a la alza?
La primera pregunta surge porque no es lógico la creación de tanto empleo ante una economía débil. La segunda obedece al entendimiento de que ante mayor empleo, deberíamos tener menos desempleo.
El IMSS reportó que el número de trabajadores registrados aumentó 671.2 mil personas en septiembre respecto al mismo mes del año anterior, equivalente a 4.1 por ciento más que hace doce meses.
Sin embargo, en el mismo periodo el Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) aumentó tan solo 1.5 por ciento en promedio. La relación histórica entre ambas variables nos dice que por cada punto porcentual que crece la actividad económica, aumenta el empleo alrededor de 0.6 por ciento.
Claro que no es una relación muy estable, sin embargo, la creación de empleos está aumentando al 4.1 por ciento, cuando el ritmo de la actividad económica sugiere que debería estar creciendo más cerca del 1 por ciento.
El INEGI reportó que la tasa de desempleo urbano fue de 6.3 por ciento en agosto, 0.4 puntos porcentuales por arriba de la tasa de 5.9 por ciento observado hace un año. La serie de tendencia-ciclo del mismo indicador ha aumentado paulatinamente desde 5.69 por ciento en agosto de 2013 hasta llegar a 6.14 por ciento en agosto de este año.
Esta tendencia alcista (aunque modesta) se ha presentado a pesar de que la creación de empleos formales ha aumentado en los últimos doce meses al mejor ritmo observado desde principios de 2013.
Si analizamos bien la trayectoria de estas variables, vemos que el comportamiento del desempleo es coherente con el proceder de la actividad económica. La economía ha estado estancada desde principios del año pasado, lo que no ha permitido que disminuya la tasa de desempleo.
La aparente contradicción radica en la actuación del empleo del IMSS, que no ha mantenido una relación afín con el acontecer económico o con la tasa de desempleo ¿Cómo explicamos entonces el crecimiento del empleo?
Primero, habría que recordar que el empleo medido mediante los registros del IMSS, no abarca la totalidad del empleo del país, sino más bien solo una parte del sector formal. Dentro de la formalidad, faltaría contabilizar los empleos en las distintas instancias de gobierno (que cotizan en el ISSSTE), los profesionistas que trabajan por cuenta propia, los que se ocupan en servicios domésticos remunerados y los empresarios mismos.
Al final de cuentas, el IMSS registra cerca de una tercera parte de la población ocupada. Por lo tanto, el comportamiento del IMSS no necesariamente va en acorde con la trayectoria general del empleo en todo el país.
Segundo, debemos tomar en cuenta que la inscripción de un trabajador en el IMSS no necesariamente significa la creación de un nuevo empleo. Pudiera ser que la persona ya trabajaba, pero sin la cobertura del Seguro Social.
Cualquier formalización de un empleo informal no modificará la tasa de desempleo, pero sí aumentará la contabilidad de empleos ante el IMSS.
Si analizamos la tasa de informalidad laboral, podemos ver que en julio de 2013 alcanzó 60.0 por ciento de la población ocupada. A partir de esa fecha, observamos una trayectoria descendiente, que llega a 57.3 por ciento en agosto de 2014.
Si la tasa de informalidad laboral disminuye casi tres puntos porcentuales en el mismo lapso en que la tasa de desempleo registra un pequeño incremento y en que aumenta los cotizantes del IMSS, podemos concluir que no hubo realmente una creación nueva de empleos, sino más bien un proceso de formalización de trabajadores.
Pero entonces, ¿cómo explicamos el proceso de formalización? Difícilmente podemos esperar que aumente la economía formal sin un cambio de incentivos. Esto nos deja con varias posibles explicaciones. La primera es que el propio IMSS ha incrementado su esfuerzo de fiscalización de empresas para incrementar el número de afiliados.
La segunda es que el gobierno mismo ha incorporado a muchos de sus trabajadores al ISSSTE, ya que existe un número importante de personas que laboran en el sector público pero sin recibir todos los beneficios legales. La tercera es que la reforma laboral pudo haber cambiado los incentivos para trabajar en la formalidad versus la informalidad.
¿Será?