2025: el deterioro gradual
Al término de 2024, anticipaba un 2025 con gran debilidad económica y concentración del poder político. Apuntaba que existiría un bajo crecimiento que se traduciría en una exigua recaudación y nuevos recortes al gasto público, así como una gran concentración del poder político derivado de la mayoría constitucional del oficialismo. Como consecuencia, habría medidas gubernamentales que aliviarían temporalmente los problemas económicos y políticos, pero persistirían las dificultades para generar progreso económico con mayores libertades ciudadanas.
A grandes rasgos, mis previsiones se han cumplido, pero de una forma más lenta de lo anticipado. Por una parte, aunque hubo repuntes del crecimiento en algunos trimestres, el promedio anual se mantuvo en niveles muy bajos, alrededor de 0.3% o 0.4%, lo que colocó a México entre las economías con peor desempeño de América Latina. Por otra, se consumó la captura del Poder Judicial, pues la reforma que permitió la elección directa de jueces y magistrados derivó en una fuerte politización y un debilitamiento de la independencia judicial.
En 2025 aparecieron también dos datos clave que, aunque estrictamente corresponden al gobierno pasado, muestran las oportunidades y amenazas de la continuidad de sus políticas por parte de la administración actual. Por una parte, la pobreza, estimada por primera vez por el INEGI, se redujo significativamente, no sin ciertas lagunas metodológicas. Por otra, la movilidad social, calculada por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias, mostró que el núcleo de personas que se encuentra persistentemente en la mayor pobreza aumentó.
De lo ocurrido en 2025 en el frente económico, cabe destacar dos cosas. Primeramente, la resiliencia de la economía para evitar una recesión profunda gracias al comportamiento de las exportaciones y el consumo interno. En segundo lugar, el mayor esfuerzo recaudatorio realizado en 2025, que sin embargo no evitó que se redujera el gasto en salud como proporción del PIB y se estancara el correspondiente a la educación; ambos gastos lejos de lo recomendable. La economía no ha colapsado, pero su debilidad es evidente.
En el frente político, las medidas legislativas y la política laboral han fortalecido el poder gubernamental y su modelo redistributivo. Por una parte, la desaparición de gran parte de los órganos autónomos y las modificaciones a la Ley de Amparo han aumentado el grado de discrecionalidad de las medidas gubernamentales, reduciendo su posibilidad de ser desafiadas. Por otra, la reducción de la jornada laboral a cuarenta horas y los significativos aumentos del salario mínimo continúan el esquema de redistribuir el ingreso por decreto, lo que evidentemente tiene límites.
En síntesis, 2025 confirma un panorama de bajo crecimiento, instituciones debilitadas y movilidad social restringida. Sin embargo, debe reconocerse que se evitó la recesión y no hubo sorpresas políticas para la mayoría de los ciudadanos. También debe enfatizarse que las ganancias redistributivas por la política laboral están llegando a sus límites, pero persisten. Así, el estado de bienestar que se está configurando es el de un gobierno que concentra el poder, debilita a los intereses económicos y políticos que lo desafían y redistribuye ingreso sin procurar que crezca.
Este esquema es insostenible, pero puede tardar en entrar en crisis o en requerir un cambio profundo, lo que anticipa que no será en 2026 cuando veremos cambios drásticos. Sin embargo, el análisis de lo que nos deparará el próximo año será materia de la siguiente entrega.