A fines de febrero pasado, el banco central de China anunció que destruiría millones de piezas de papel moneda y desinfectaría otros más con rayos ultravioleta, como una medida preventiva ante la diseminación del Covid-19. Las monedas y billetes son un portador común de patógenos.
En una economía en la que predominan las transacciones en efectivo, como la nuestra, esto obliga a que las personas que tienen manejo constante de monedas y billetes (y todas las personas) tomen precauciones.
Como es de esperarse, hay estudios al respecto. Un artículo publicado en Future Microbiology en 2014 sobre billetes y monedas de varios países, muestra que éstos contienen patógenos como Escherichia coli, Salmonela y Estafilococo dorado. Especies de Salmonela, Escherichia coli y Estafilococo se encuentran en billetes que pasaron por lugares de venta de alimentos.
Ese estudio muestra que el Estafilococo dorado puede sobrevivir fácilmente en las monedas. Asimismo virus, como el de la gripe humana, norovirus, rinovirus, virus de la hepatitis A y el rotavirus, pueden transmitirse manipulando monedas y billetes.
Por otra parte, en un estudio de 2017 publicado en la revista científica PLOS ONE, analizaron billetes de un dólar en Nueva York (la ciudad). El estudio reporta que hallaron cientos de especies de microorganismos. Encontraron de forma abundante patógenos que causan acné, así como otras bacterias inofensivas. También identificaron diversos virus, bacterias vaginales, gérmenes bucales, y ADN de mascotas. Órale.
En ese mismo estudio también encontraron rastros de drogas en los billetes de un dólar. Los autores comentan que otro estudio de billetes de un dólar de varias ciudades de Estados Unidos, muestra que casi el 80% de ellos tenían rastros de cocaína. Baia baia (¿problema muestral?)
Otro estudio sobre los billetes en Nigeria, publicado en el Journal of Environmental Health, encontró parásitos como Ascaris lumbricoides (la típica lombriz intestinal), Enterobius vermicularis (los famosísimos oxiuros), Taenia (la desdichada solitaria) y Trichuris trichiura (tricocéfalos). También encontraron bacterias como Estreptococos, Estafilococos y Escherichia coli.
En ese estudio de Nigeria también reportaron que los billetes más sucios o mutilados contenían mayor contaminación de parásitos y bacterias que billetes nuevos. Y como era de esperarse, los billetes de denominación más baja tenían más probabilidades de estar contaminados que aquellos de alta denominación (aunque la diferencia no fue estadísticamente significativa, quihubas).
Los estudios coinciden que un factor importante son los niveles de higiene en cada sociedad o grupo social. Los hábitos de limpieza y las prácticas de manejo del efectivo son determinantes en la transmisión. Los estudios también han encontrado que los billetes de polímeros retienen menos los patógenos. En este sentido los billetes de Canadá y Australia son más limpios que los de Estados Unidos (como en caricaturas sobre canadienses).
Sin duda esto es un argumento para la "cashless society", un incentivo para usar medios de pago digitales en una transacción. Esto lo escribe alguien que no cree de las bondades de la desaparición del efectivo. No en vano el Presidente de la Comisión Nacional Bancaria (CNBV) hace un par de semanas recomendaba el uso de medios de pagos digitales en la contingencia actual.
Nada nuevo bajo el sol. JP Koning explica que las crónicas de la peste de 1665 en Londres, narran que mucha gente se negaba a tomar monedas sin "lavarlas y ponerlas al aire". Sobe la misma peste, Daniel Defoe narra en uno de sus cuentos que los carniceros al recibir las monedas las ponían en ollas de vinagre. Había entonces “piedras de vinagre”, una especie de olla para que los comerciantes lavaran las monedas (creían que con vinagre ya estaba).
En una era menos antigua, mi abuela Luza -fijada en la limpieza- me insistía en que me lavara las manos después de manipular monedas y billetes. Esa imagen me regresa cada vez que abro una bolsa de papas u otras chatarras después de pagarla con billetes o monedas y recibir cambio. Hoy me acuerdo de su insistencia, como nunca lo había hecho antes.
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