Ayer jueves 4 de junio de 2020, en Parlamento Abierto frente a los Diputados del Congreso de la Unión, los directores de Centros Públicos de Investigación comparecieron para defender los fideicomisos de ciencia y tecnología.
Se trata de fideicomisos públicos, no reciben presupuesto federal, son transparentes y con mandato social. Esos fideicomisos permiten a centros públicos contar con fondos autogenerados que no provengan de presupuesto gubernamental, sino de otras fuentes, por ejemplo proyectos con organismos internacionales, instituciones privadas, universidades extranjeras. Su fin es investigación y becas. Su creación está estipulada en la Ley de Ciencia y Tecnología.
Sin duda, esos fideicomisos son indispensables para un sistema de investigación con fondeo gubernamental precario, como es el mexicano. Algunos senadores y diputados consideran que no son necesarios; tienen una iniciativa para extinguirlos, léase incautar. No saben qué, sólo quieren incautar.
Mi sorpresa el jueves fue ver a los titulares de centros de biología, matemáticas, ingeniería, astronomía y ciencias sociales, teniendo que justificar la importancia de ese conocimiento y su impacto para el país. Atónito. Yo no creo en el progreso lineal de la humanidad; la historia da evidencia de retrocesos, que por cierto nunca acaban bien. No deja de pasmar que en esta administración y Congreso, haya personas que parecen aprovechar cualquier oportunidad para expresar sus rabias hacia la investigación y la ciencia.
En el Parlamento Abierto de ayer escuché de algunos Congresistas un entendimiento equívoco del asunto, incluso pifias jurídicas. No todos, muchos diputados están bien informados, también son sensatos. No todo es un cuadro del Bosco, también hay luz en el trayecto.
Los Congresistas están tan ocupados que quizá no están viendo que esto resultará en una privatización de la investigación. Por un lado, al continuar debilitando el ya lánguido sistema público de investigación, lo poco que se haga sería principalmente a través de instituciones privadas. Que inventen ellos, versa el cliché unamuniano.
A mí me parece bien que crezca una vía privatizadora. Bienvenida. Pero es un experimento riesgoso. Hasta ahora no hay un país con una política de investigación que dependa únicamente del sector privado. Además, no son muchas las instituciones privadas mexicanas que hacen investigación de corte global. Es posible mas no trivial, ya lo dije en otra nota.
Por otro lado, para sustituir a los fideicomisos públicos, las instituciones tendrán que crear mecanismos que permitan proyectos de investigación con fondos externos. Soluciones habrá, si son privadas es el Estado el que quedará fuera, con costos inesperados.
Mis colegas Jean Meyer y Pablo Mijangos ya publicaron una elocuente explicación sobre la relevancia de esos fideicomisos para la investigación en el largo plazo. Por su parte, en su comparecencia ante la Cámara de Diputados, el Director del CIDE documentó con un estudio jurídico la problemática. En resumen, la extinción de los fideicomisos de ciencia y tecnología no puede justificarse en las razones enunciadas en la exposición de motivos de la iniciativa.
Esos fideicomisos no están protegidos por el secreto fiduciario, son fiscalizables por la SFP y la ASF, asimismo rinden cuentas a Órganos de Gobierno de los centros, al Congreso y a la Cuenta Pública. También están sujetos a la observancia de las Leyes de Acceso a la Información. Si los Congresistas están interesados en que se revisen, deberían hacerlo; está estipulado.
Si los deciden capturar, será ilegal, causando un problema jurídico para todos, un daño irreparable para la investigación que se genera públicamente y un perjuicio para los mexicanos. Todo para ellos meterse a sus bolsas magros pesos.
No pretendo convencer a nadie de nada. Pero me siento obligado a escribir esto. No sé qué batallas elijan esos Congresistas, ni en qué enfoquen su tiempo. Espero que razonen. Los investigadores seguiremos con nuestro trabajo para el país y para el conocimiento. Ante cualquier escenario, tendremos soluciones constructivas. Nosotros, a diferencia de varios de ellos, sí sabemos encontrarlas.
* Este texto es la opinión del autor y no refleja ninguna discusión ni postura institucional.