José Molina y Aleithya Morales
Investigadores de Innovación
Ethos, Laboratorio de Políticas Públicas
A raíz de la Reforma Energética y la Ley de Transición Energética, es importante reflexionar sobre la política pública del Gobierno de México y sus prioridades en el sector energético. A pesar de que los proyectos de eficiencia energética tienen un mayor costo-beneficio en términos económicos y ambientales, también existe un impulso paralelo a las energías limpias. Entonces, ¿qué debería de implementarse primero?
La eficiencia energética supone la reducción en el consumo de energía (en sus distintas formas) para satisfacer las mismas necesidades o servicios; es decir, hacer más con lo mismo o lo mismo con menos. Mientras tanto, las energías limpias promueven el cambio en la forma de producción lo cual implica, en algunos casos, mayores costos.
A pesar de esto, las energías limpias han sido promovidas fuertemente por el Gobierno Federal en las reformas. Uno de los principales objetivos es el de reducir la emisión de Compuestos de Efecto Invernadero (CEI), aprovechar la enorme cantidad de recursos renovables con los que cuenta el país y reducir los costos de generación de energía.
A pesar de la voluntad política, la SENER, en su Reporte de Avances de Energías Limpias 2015, reportó que de los 310 GWh de energía eléctrica producidos, tan solo el 20.3% fue con fuentes limpias (incluidas la hidroeléctrica, la nuclear y la cogeneración eficiente). Mientras tanto en países con menos recursos renovables como Alemania e Italia, se produce el 32% y el 38% respectivamente. Brasil por su parte generó en el 2015 el 73%.
Con base en el Inventario Nacional de Emisiones de Gases y Compuestos de Efecto Invernadero 2013 del INECC, México emitió 665 millones de toneladas de CO2eq. Solo el 19% corresponden al Sector Eléctrico, mientras que el 26% corresponde al Sector Transporte. Si bien el Sector Eléctrico es responsable de una quinta parte del total de emisiones, también es necesario trabajar en paralelo con los Sectores Industrial, Agropecuario y por supuesto del Transporte.
A nivel internacional, México tampoco destaca por ser uno de los mayores productores de energía ni de los generadores de emisiones. Con base en información de la empresa Enerdata, México a nivel mundial genera alrededor del 2% del total de los CEI y en relación a la producción de energía, tan solo llega al 1.25%.
El gobierno, a raíz de la apertura del Sector Eléctrico y del compromiso de generar el 35% de su energía eléctrica a partir de fuentes limpias para el año 2024, convirtió este tema en unos de los más importantes de la agenda nacional. Sin embargo, sobre la eficiencia energética poco se habla y en realidad por ahí debemos de empezar (o al menos así debería de ser).
Por lo anterior y alineado a los incentivos existentes, los sectores Industrial, Residencial, Comercial y el Público están buscando reducir los costos eléctricos a través de la implementación de proyectos de energías limpias, ya sea a través de un tercero o por iniciativa propia. Pero antes de construir plantas solares o eólicas a gran escala, es necesario reducir los consumos de energía en los segmentos que más consumen (alumbrado público, iluminación, calentamiento de agua, transporte, entre otros).
Un ejemplo muy claro en donde la eficiencia energética se debe implementar antes que producir energía limpia es en los municipios. Estos llegan a destinar hasta el 20% de su presupuesto por concepto de energía eléctrica del alumbrado público. Si consideramos que gran parte de los sistemas de alumbrado municipales son ineficientes, este sector abre la puerta para generar ahorros de hasta 30%.
Como ejemplo de lo anterior, podemos mencionar al municipio de Arandas (Jalisco) que a través del Proyecto Nacional de Eficiencia Energética en Alumbrado Público Municipal de la Comisión Nacional Para el Uso Eficiente de la Energía (CONUEE), invirtió en su alumbrado público más de 12 millones de pesos y esperan ahorrar 4 millones de pesos cada año.
Asimismo, la CONUEE, a través del Programa de Eficiencia Energética en los inmuebles de la Administración Pública Federal en el 2014, generó un ahorro anual promedio de 421 GWh/año, equivalentes a 267 millones de pesos. En el 2014, el Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica (FIDE), a través de sus programas de eficiencia energética e innovación en el sector industrial, financiamiento de sustitución de equipos y generación distribuida, reportó un ahorro en el consumo de energía eléctrica de 56.5 GWh/año, equivalentes a 141 millones de pesos en la facturación energética y una reducción de emisiones de 24,100 toneladas de CO2eq/año.
El potencial de ahorro como resultado de la eficiencia energética en México es muy grande y desafortunadamente la inversión inicial, los subsidios a la electricidad, la regulación y los programas institucionales así como la falta de seguimiento a los programas actuales han hecho que no se detone totalmente el ahorro energético en el país.
En Ethos creemos que a través del esquema de Asociaciones Público Privadas se pueden impulsar proyectos de eficiencia energética a mediano y largo plazo a través de un marco jurídico sólido. Es importante analizar la estrategia política de construcción de infraestructura para energías renovables por la de resultados reales en el corto plazo a través de la eficiencia energética. Estos proyectos, por sus impactos, deberían ser parte de las agendas del gobierno en sus diferentes niveles, acompañados de una difusión de los beneficios entre su población.
A pesar del momentum de las energías limpias, la eficiencia energética debe de ser, al menos, analizada antes de dar un paso adelante en algún proyecto de energía. Finalmente, debemos de reconocer que ambas opciones deben de implementarse por cuestiones económicas y ambientales y no solo como promoción política.