Por José Luis Chicoma
Director General de Ethos Laboratorio de Políticas Públicas
Lo más llamativo de este evento es la incertidumbre. En los últimos días han surgido múltiples preguntas sin respuestas claras. ¿Se puede convocar otro referéndum? ¿Cómo va a afectar el vacío político británico a esta transición? ¿Otros países van a votar para salirse de la Unión Europea? ¿Qué va a pasar con la economía mexicana?
Muchas preguntas todavía no tienen respuesta. Y sobre otras, como la de la economía mexicana, podemos predecir que justamente uno de los factores que más las va a afectar, es la incertidumbre en las expectativas sobre la economía mundial.
Es cierto que muchos viajeros pueden estar pensando que ahora va a ser más barato visitar el Reino Unido. Otros aficionados al deporte estarán preocupados por los efectos en la Premier League, dado que los futbolistas comunitarios tendrían que tramitar una visa especial. Pero lo que nos va a afectar seriamente a muchos más es la caída de las monedas y las expectativas futuras de crecimiento.
En 5 puntos vamos a analizar el efecto (complejo) en la economía mexicana, el cual va a ser principalmente negativo, como lo va a ser en casi todo el mundo.
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México no está directamente expuesto a la economía británica. México le exporta a EEUU 156 veces más de lo que le exporta al Reino Unido. Y mientras casi la mitad de las importaciones mexicanas provienen de EEUU, sólo el 0.59% son compradas al Reino Unido. Además, el reducido intercambio comercial total con el Reino Unido de 4,312 millones de dólares, ligeramente deficitario aunque las exportaciones a los británicos han crecido, en términos macroeconómicos no tiene un impacto fuerte en la balanza comercial mexicana. Igual, los flujos de inversión británica directa a México representan sólo el 1.96% de toda la inversión extranjera directa.
No obstante, ciertos productos pueden ser afectados. Muchos bebedores estarán felices porque el principal producto que se compra a los ingleses, el whisky, podría bajar de precio por la caída de la libra. Sin embargo, tal vez lo más importante para la economía mexicana serían efectos sectoriales, dado que bienes necesarios para las industrias nacientes como la aeroespacial, como las mercancías para el mantenimiento de naves aéreas, son de los más importados y también podrían bajar de precio. Claro, esto sucedería si el peso mexicano no se deprecia tanto como la libra.
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Se podría negociar un nuevo acuerdo comercial con el Reino Unido. Pueden pasar aproximadamente dos años hasta que salga de la UE. Mientras, el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea, vigente con México desde el 2000, también servirá para el comercio con el Reino Unido. La negociación para el acuerdo futuro depende de cómo se realiza el Brexit. Se puede diseñar un nuevo tratado comercial con países como México, que puede ser una gran oportunidad para profundizar y actualizar los acuerdos, aunque el Reino Unido no preferiría estar en esta situación que lo encontraría con menor poder de negociación, apurado y abrumado.
Las otras alternativas son que el Reino Unido decida mantener los acuerdos arancelarios con todos los países con los que la UE tiene tratados, o que regrese a la Asociación Europea de Libre Comercio (Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza) con la que México ya tiene un Tratado de Libre Comercio, aunque esto incluiría las condiciones sobre aportes presupuestarios a la UE y libre movimiento migratorio, justamente factores que fastidiaban a muchos y que los motivaron el voto a favor del Brexit.
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Sin embargo, el efecto económico del Brexit es mundial e inmediato. Por eso no importa tanto la baja exposición directa de la economía mexicana a la británica. Los mercados financieros siguen a la baja. Y hay una especie de parálisis frente al caos, que no se va a resolver inmediatamente porque las tensiones de ambos lados de la mesa son opuestas y difíciles de reconciliar: el Reino Unido va a proceder con la salida, pero quiere hacerlo lentamente para aminorar los peores efectos que puede tener el proceso, y la UE quiere hacerlo rápido y tratará en la medida de lo posible de ser drástica para dar señales a aquellos políticos (y ciudadanos) que quieren salir de la unión.
Por eso, los efectos frente a este desorden en el corto plazo no van a ser positivos. Muchas monedas de economías emergentes, como la mexicana tienen una tendencia a la baja que podrían llevar pronto a cruzar la temida barrera de los 20 pesos. El inevitable flight to safety, la movida rápida de capitales a activos seguro como los bonos del tesoro americano (así la FED diga que no va a subir sus tasas), ya está ocurriendo, depreciando monedas y desacelerando economías.
Para atenuar estos movimientos bruscos, detener la depreciación y aminorar la inestabilidad cambiaria, se espera que el Banco de México aumente esta semana su tasa de interés, entre 25 a 50 puntos base, desde el 3.75% vigente. Es una medida complicada por los efectos colaterales, dado que créditos con tasa variables y nuevos préstamos aumentan sus costos, perjudicando la actividad económica.
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El recorte presupuestal es un arma de doble filo. El gobierno mexicano también reaccionó anunciando el viernes un recorte de 31,715 millones de pesos, concentrados en los sectores de educación y salud. Fue un mensaje de disciplina fiscales a los mercados, señal de que si caen más los ingresos por las malas expectativas mundiales y/o por el petróleo, el país no se va a endeudar más. Con una calidad tan mala del gasto público, como la mexicana, en especial considerando su poca transparencia y resultados, la reducción del gasto, principalmente corriente como anunciaron, no debe ser mala. Sin embargo, es una apuesta porque esta señal de disciplina fiscal sea de mayor importancia que la fuerza contractiva en la economía por el recorte en una coyuntura tendiente de la desaceleración.
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Y después de la tormenta, no necesariamente regresará la calma. Por lo pronto no al Reino Unido, que va a ver afectados su comercio, inversiones, productividad y crecimiento en largo plazo. Es cierto que si Estados Unidos se resfría, no sólo México tiene pulmonía, si no también gran parte del mundo. Pero la lógica dice que el Reino Unido, no debería tener ese efecto: es la quinta economía mundial, pero la americana es 6 veces más grande y la china la cuadruplica. Sin embargo, sí va a tener efectos drásticos en Europa. Por cada punto que baja la economía británica, la europea se tiende a contraer en medio punto. Y esto sí va a tener resultados en la cadena de comercio exterior mundial. Y también en los mercados emergentes, que no salen tan fácil de eventos de esta naturaleza.
Lastimosamente, los efectos van más allá de los números que se puedan estimar ahora. Es cierto que los mercados financieros tienden a sobre reaccionar en estos momentos inciertos. Pero cuando se mueven factores estructurales del orden económico mundial, la calma no viene tan rápido. Esta elección podría significar un auge del populismo y xenofobismo, que resultaría en mayor proteccionismo y menor movimiento migratorio y laboral a nivel mundial. Y eso sí afectaría a todos en el largo plazo, con menos intercambio comercial, desaceleración de la productividad y la innovación. México definitivamente se vería afectado por su economía abierta. Es cierto que las expectativas de crecimiento económico mexicano han venido decayendo en los últimos meses. Pero esto empeorará aún más cualquier tendencia a la baja.
No son bueno augurios económicos, ni para México, ni para el mundo. Winter is coming. El invierno viene si estas tendencias se confirman. No se sentirá tanto frío en el mediano plazo, pero este Brexit puede cambiar muchos factores estructurales del orden económico mundial actual.