Ethos Laboratorio de Políticas Públicas
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La felicidad en la mira de las políticas públicas

15-04-2015 19:12

La felicidad es una meta fundamental para la gran mayoría de los seres humanos. Es un elemento que no sólo afecta al bienestar emocional, sino que además, tiene una conexión directa con otros aspectos del desarrollo social.

Por: Alicia Santana, Investigadora Senior en Ethos Laboratorio de Políticas Públicas

La felicidad es una meta fundamental para la gran mayoría de los seres humanos. Es un elemento que no sólo afecta al bienestar emocional, sino que además, tiene una conexión directa con otros aspectos del desarrollo social; la felicidad hace que la vida sea más plena y agradable, pero también hace que seamos más sanos, más creativos, innovadores y productivos, lo cual puede tener importantes implicaciones en la condición socioeconómica de los individuos.

En los últimos años, se ha observado una creciente necesidad de evaluar el bienestar desde una perspectiva mucho más amplia, más incluyente, social y humana, que involucre aspectos como la felicidad y satisfacción con la vida, lo cual ha sugerido replantear el diseño de las políticas públicas para introducir el llamado bienestar subjetivo como meta de desarrollo. Sin embargo, aunque para muchos puede resultar deseable incorporar este tipo de variables al estudio de la pobreza, se requiere  hacerlo con cautela.

En noviembre pasado se celebró, en Guadalajara Jalisco, el Foro Internacional de Políticas de Bienestar y Desarrollo, el cual tuvo como objetivo conocer las tendencias internacionales de las políticas públicas diseñadas para mejorar la condición de vida de los individuos, en particular aquellas vinculadas con la felicidad, las emociones y la satisfacción con la vida, temas que por cierto, son ejes centrales de la agenda pública internacional.

Las ponencias se enfocaron en definir lo que es bienestar subjetivo y las ventajas de considerarlo en la agenda pública. También, se habló sobre los esfuerzos que diferentes organismos internacionales, gobiernos e instituciones han llevado a cabo para medir los diferentes aspectos que conforman el bienestar subjetivo. Finalmente, se habló sobre la aplicación de dichos elementos en las políticas públicas.    

La gran mayoría de los expertos coincidió en que incluir aspectos del bienestar subjetivo en las políticas públicas puede complementar y mejorar su diseño. No obstante, quedó claro que la medición, definición y estudio de este enfoque es todavía muy incipiente. Es decir, aunque el estudio científico de la felicidad y el bienestar subjetivo ha progresado en los últimos 30 años, el concepto de la felicidad ha sido difícil de alcanzar, lo cual repercute directamente a su medición y análisis.

Justamente, el responder preguntas como ¿qué es la felicidad?, ¿cómo medirla?, ¿qué hace feliz a la gente?, ¿cómo analizar la satisfacción con la vida?, resulta una tarea compleja, que implica un juicio de valor, lo cual deriva en una gran diversidad de respuestas. Sin embargo, más allá de cuestionar la falta de consenso y objetividad para definir los conceptos básicos del bienestar subjetivo, el debate se ha centrado en describir los efectos positivos de ser feliz y de si este tipo de variables debería o no ser considerado en la política social.

En general, la felicidad se define como un estado emocional que nos hace sentir bien, satisfechos con nuestra vida y con los logros alcanzados. Asimismo, el estar o sentirse feliz actúa como un mecanismo que puede hacernos más productivos, creativos, sociales, sanos, etc. Tal y como lo expresa Amartya Sen, Premio Nobel de Economía y reconocido por sus aportes al estudio de la pobreza y desarrollo humano, ”la felicidad debe ser vista como un funcionamiento humano de gran importancia, es un aspecto clave de la libertad y es un aspecto muy importante de la vida humana”.

Siendo así, sería lógico pensar que existe una clara correspondencia entre felicidad y pobreza. Sin embargo, esto no sucede en la práctica, de hecho la evidencia sugiere que ingresos más altos, mejor salud, mejor educación, no conllevan automáticamente hacia una mayor felicidad. El Informe sobre la Felicidad 2013, publicado por Naciones Unidas a partir de datos recopilados por Gallup para un total de 156 países, posiciona a Estados Unidos en el lugar 17 del ranking de felicidad, México se ubica en el lugar 16, es decir, los mexicanos somos más felices que los estadounidenses, pero también mucho más pobres.

En el 2012, el INEGI publicó los resultados del módulo de Bienestar Autorreportado (BIARE), el cual evalúa el bienestar subjetivo de la población entre 18 y 70 años de edad. Los resultados de esta encuesta dejan ver que, pese a todos los problemas que día a día vivimos los mexicanos, el 90% de los encuestados afirmó ser feliz y moderadamente feliz y el 83% estar satisfecho y moderadamente satisfecho con su vida. Entonces, si vivir en la pobreza, estar desempleado, percibir bajos salarios, etc., no repercute negativamente la felicidad de la gente, ¿qué hace que los mexicanos seamos felices? ¿Por qué afirmar que se está satisfecho con la vida a pesar de todo?

Los datos del BIARE revelan que hay otros aspectos del bienestar que las personas valoran más que lo económico o lo material. Parece que las relaciones interpersonales, afectivas y de pareja son aspectos que los mexicanos apreciamos mucho, que tratamos de cultivar y de cuidar y esto nos hace felices. Otro aspecto a destacar tiene que ver con la manera en que las personas ven su vida y la del país en los próximos años. Los mexicanos se posicionan frente a la vida  mediante una actitud positiva, esto eleva la felicidad y satisfacción con la misma.

Según esta encuesta, las personas más felices cuentan con una mayor educación, tienen empleo y viven en las ciudades. Asimismo, aspectos como haber alcanzado logros, tener buenas relaciones interpersonales, ser libres para decidir, contar con tiempo para realizar actividades recreativas, así como haber mejorado sus condiciones de vida respecto a la manera en la que crecieron, son aspectos que contribuyen a la felicidad.  También hay factores que disminuyen la felicidad: la insatisfacción de la vida afectiva, tener problemas de sueño, vivir con inseguridad y sufrir violencia doméstica, son los más destacados.

Así, es posible observar que en México, la felicidad está muy relacionada con el capital social y muy poco al dinero y a lo material. Estos hallazgos, sin duda abren la puerta para que se considere más seriamente promover la confianza y las relaciones sociales en las políticas públicas. Sin embargo, tampoco es deseable vivir en pobreza aun cuando se es feliz.   

En el Foro de Guadalajara, Daniel Haybron de la Universidad de San Luis, en Missouri, así como la Dra. Graciela Teruel de la Universidad Iberoamericana, recomendaron incorporar aspectos del bienestar subjetivo como la felicidad o satisfacción con la vida en el diseño de las políticas públicas, pero con reserva, ya que el grado de felicidad está determinado por el contexto social e histórico, aspectos culturales, la personalidad de la gente, las emociones y las expectativas futuras de cada ser humano, lo cual implica, medir y analizar muchas otras variables que ponen en contexto las respuestas relacionadas con la felicidad o satisfacción con la vida. También resulta oportuno que la información sobre el bienestar subjetivo sea mucho más precisa, se recolecte con mayor frecuencia y se vincule con variables objetivas de la calidad de vida.

De esta manera, tal y como lo expresó el Dr. Mariano Rojas, de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, las políticas públicas deben estar encaminadas a atender las necesidades más urgentes de la sociedad en términos materiales, educativos, de salud, empleo, ingreso, entre otros, pero también es necesario considerar otros aspectos del bienestar, tales como la familia, los amigos, el tiempo libre, las condiciones de disfrute, etc. Es decir, se debe diseñar una política pública que coloque a los individuos en una situación de vida mucho más satisfactoria, sin descuidar los aspectos materiales del desarrollo humano.  

Alicia Santana es Investigadora Senior en el Área de Desarrollo Económico y Social
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