Por: José Luis Chicoma (@JoseLuisChicoma) y Eduardo Sierra (@lalosierra_)
La economía va mal, pero la seguridad es aún peor, y eso es un gran problema. La frase “jodidos pero contentos”, que hasta hace unas décadas era un dicho que se escuchaba en cualquier rincón del país, ha desdibujado de su oración las últimas dos palabras. Las marchas que llamaron la atención de diarios como The Washington Post, pusieron en evidencia la raquítica popularidad del presidente y la desaprobación generalizada de la gobernabilidad en México.
Tal como apunta The Guardian, la reputación del presidente está por los suelos, pero podría decirse lo mismo de cualquier institución o autoridad mexicana. En una interesante nota de La Nación, se vislumbra la realidad mexicana más a fondo, es decir, que no es sólo un problema de personajes e instituciones, sino que además, en México se ven niveles de violencia similares a otras zonas en guerra gracias a que tenemos cárteles ultraviolentos que parecen no guardar un céntimo de dignidad humana hacia sus víctimas.
La cereza en el pastel en esta racha de meses negativos en la reputación mexicana a nivel internacional fue la Casa Blanca de Angélica Rivera, primera dama de México. Tal como lo expresa The New York Times, el conflicto de intereses que gira en torno a la adquisición de la Casa Blanca, el convenio cancelado con el tren bala chino otorgado a Grupo Higa, después de que la oposición levantó sospechas sobre los vínculos de este grupo con el presidente, y la evidente corrupción existente en este gobierno, han hecho que las críticas sean cada vez más fuertes Según Financial Times, la venta de la Casa Blanca no disminuirá el descontento social, y es que, la descripción que hace.
La desripción que hace Le Monde con sutiles términos franceses aburguesados describe la opulencia de la mansión, y logra reflejar cuán iluminadas están las habitaciones de Las Lomas y cuán opacas son las declaraciones patrimoniales de los políticos en México. Quid pro quo? se pregunta en Los Angeles Times cuando se enfatiza que la familia presidencial cuenta con una mansión pero no pagó un sólo peso por ella, ya que fue donada por Grupo Higa, grupo consentido de Peña desde que era gobernador y ganó la licitación para el tren bala que se iba a construir con capital chino. En pocas palabras, y tal como lo resume The Economist, la situación mexicana, así como la reputación y credibilidad del presidente, van de mal en peor.
Otra vez, buenas noticias como las que dedica Bloomberg en el sector de telecomunicaciones por la adquisicion de AT&T sobre Iusacell y lo cual permitirá una mayor competencia en ese sector, se ven eclipsadas por la situación indeseable por la que atraviesa México. En El País se lee cómo el presidente en un ambiente cada vez más tenso, ha llamado a otro pacto para evitar casos como el de Iguala. Sin embargo, con estos límites de baja popularidad y dudosa reputación por las adquisiciones de su esposa, los discursos, si antes no cambiaban la realidad del país o la percepción del momento mexicano en el mundo, ahora menos. Ni el “Mexican bluff” es una opción para esta administración.
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José Luis es Director General y Eduardo es Investigador Junior de Dirección General en Ethos Laboratorio de Políticas Públicas.
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