Por: Ernesto Urbina, director de Innovación de Ethos Laboratorio de Políticas Públicas.
Para efectos de generar una mejor perspectiva, países como Corea o Finlandia destinan más del 3% de su PIB para este rubro. En el caso de países con los cuales resulta más ilustrativo entablar una comparación por la similitud de condiciones, encontramos que Brasil destina el 1.21% de su PIB, Argentina el 0.74% y después viene México que en 2012 destinó solamente el 0.43% de su PIB.
Ante esta situación, el Gobierno Federal ha hecho explícito su compromiso por contrarrestar esta tendencia y ha aumentado progresivamente el presupuesto destinado al Gasto Federal en Ciencia y Tecnología, de manera concreta al Ramo 38 relativo al presupuesto del CONACYT. Para 2014 el presupuesto para éste ramo aumentó 18.6% en términos reales con respecto a 2013, mientras que para 2015, se espera un incremento cercano al 5% de acuerdo a lo establecido en el Proyecto de Presupuesto de Egresos. Se espera que para este 2014, el GIDE represente el 0.56% del PIB, lo cual genera expectativas e incertidumbre sobre el compromiso establecido por la Presidencia de la República de llegar al 1% al final de la actual administración.
Considero necesario mencionar que a pesar de los esfuerzos del Gobierno Federal por mejorar ésta situación, llegar a la meta planteada para 2018 será sumamente difícil de cumplir sin el esfuerzo del resto de los agentes que conforman el Sistema Nacional de Innovación, en particular las empresas. Regresando a las comparaciones, las empresas de Corea y Finlandia aportan con el 75% y 63% del GIDE respectivamente, la inversión de las empresas de Brasil representa el 45% de su GIDE mientras que las empresas mexicanas aportan sólo el 37%.
Profundizando en la problemática, en nuestro país existen proyectos altamente vinculados con el sector productivo los cuales contemplan poca o nula inversión privada para su desarrollo, tal es el caso de los Centros de Innovación en Energía (impulsados con recursos públicos del Fondo Sectorial SENER-CONACYT, con una inversión por encima de los mil 600 millones de pesos), el Centro de Especialización de Recursos Humanos para Impulsar la Industria Automotriz en Puebla (financiado con recursos federales y estatales a través del Fondo Mixto CONACYT-Gobierno de Puebla por 200 millones de pesos) o el Centro de Valor Agregado de Lagos de Moreno en Jalisco (inversión cercana a los 300 millones de pesos), por mencionar solo algunos. Sin menospreciar la aportación potencial de estos centros al desarrollo científico y tecnológico del país, pareciera que una de las claves se encuentra en nuestra capacidad de “apalancar” la inversión privada en I+D.
Ante esta situación, resulta relevante explorar los esquemas exitosos a nivel internacional que han sido utilizados para impulsar el gasto privado en Innovación, tal es el caso de las Asociaciones Público-Privadas (APPs) las cuales se vislumbran como un instrumento prometedor para el impulso.
Ernesto Urbina es director de Innovacion de Ethos Laboratorio de Políticas Públicas.
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