Los últimos días han producido dos noticias animadoras para los que queremos ver una regulación más sana de las telecomunicaciones. El viernes, el Senado anunció la postergación del debate sobre las pertinentes leyes secundarias. El sábado, se dio una protesta en el D.F. por parte de una cadena humana, la cual vinculó a casi siete mil personas desde el Auditorio hasta Televisa Chapultepec, reclamando contra la injerencia de intereses privados y la contemplada censura del Internet; además pidieron un “marcaje” a los senadores integrantes de las comisiones que dictaminarán esas leyes.
De manera tanto simbólica como directa, esta protesta—anunciada con mucha anticipación el 11 de abril por un nuevo Frente por la Comunicación Democrática, liderado por Javier Corral del PAN y Cuauhtémoc Cárdenas del PRD—evidenció cómo la democracia no sólo puede tomar lugar en el Congreso, sino también en las calles. Las presiones acumuladas durante cinco semanas sobre el gobierno de Enrique Peña Nieto, fruto de un amplio rechazo de su poco progresiva iniciativa de leyes secundarias, sin duda condujo a la postergación del debate.
El año pasado, el presidente del PAN, Gustavo Madero, dijo en una rueda de prensa que como México es un país de instituciones, él no cree “en la democracia en las calles”. Criticó a “los que recurren a actos de […] presión”, considerando que “no tienen argumentos”; mientras tanto, añadió, “México necesita que estos temas se resuelvan con argumentos y con votos en las cámaras del Congreso”.
Argumentar que el Congreso es el único foro válido de la democracia es ofrecer una definición muy limitada de ella. Omite la libertad de expresión pública como algo que vale la pena considerar y de hecho de proteger. Omite recordar que las mismas instituciones que Madero estima sagradas son altamente contaminadas por intereses poderosos. ¿A poco se le olvidó el triste caso de la “Ley Televisa” del 2006, sólo por mencionar un caso sobresaliente?
También el año pasado, antes de la Reforma Constitucional en Materia de Telecomunicaciones, Claudia Fernández y yo escribimos en el Prefacio a la nueva edición de El Tigre lo siguiente, referente a las promesas del Presidente en cuanto a promover la competencia:
la posibilidad de un cambio sustancial desde arriba parece discutible. […] Desde abajo, sin embargo, ha habido algunos ejemplos de empuje hacia cambios en el entorno televisivo. El movimiento #YoSoy132 ayudó durante varios meses a mantener el interés público en torno a una cobertura mediática justa y una mayor competencia televisiva […] la AMEDI vigila—en defensa del interés público—la transparencia de los medios y de la administración pública. […] Otros botones de muestra sobre este asunto han sido algunos periodistas que han monitoreado las relaciones de Televisa con los poderes políticos […] No obstante, no se lograrán mayores cambios a menos de que se siga ejerciendo una presión sostenida desde abajo.
En la protesta del sábado 26 se notó la participación de múltiple grupos cívicos, encargados de las secciones de la cadena (véase el mapa anexado a esta nota). Esta diversidad, aunada con la diversidad política dentro del Frente por la Comunicación Democrática, organizador principal del evento, afirma la validez de la presión “desde abajo” que Gustavo Madero tanto subestima.
Por supuesto, habrá que mantener vigilancia sobre los senadores de manera muy cuidadosa. Si es cierto que el debate se reanudará en junio, coincidirá con la gran distracción del mundial, como indicó ayer Denise Dresser en el programa de MVS Radio de Carmen Aristegui. Claro, como el reciente documental Ilusión Nacional nos recuerda, el uso político del fútbol en este país ya tiene larga trayectoria.