¿Vamos bien?

Se ha escrito y dicho mucho en este tramo de tiempo, desde que Morena llegó al poder, que México está dando pasos hacia atrás en lo que se refiere a sus instituciones.
Es una afirmación válida si se tiene en cuenta que no existió una argumentación sólida para destruir organismos autónomos creados en las últimas dos y tres décadas, como fueron el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) y la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece), sólo por citar dos casos emblemáticos. Aunque quizá la peor de las destrucciones, por los efectos que tendrá, será la del sistema judicial, muy en especial, el constituido en los últimos 30 años.
Pero qué decir de lo que ocurre en la prensa. Si podemos hablar del fin de los medios en el sentido del tiempo (porque sobra decir que la otra acepción refiere a los intereses que persiguen), es que podemos aludir a ese fin en la forma que fue su existencia en el último siglo, al menos hasta antes de la irrupción de internet. Pero, he aquí que los medios en México se resisten aún al tiempo y también quieren ser parte de esa regresión institucional de la que hay consenso al menos en la prensa y analistas que mantienen un saludable sentido crítico.
¿Por qué es importante?
Porque, ¿qué es la prensa, si no una institución que progresa con sus periodistas y sus audiencias para bien de la sociedad y su democracia? Una institución que, gracias a la competencia del buen periodismo como contrapeso, es suficiente acicate para que las estampas del maridaje con el poder público queden atrás y sean cosa del pasado.
Pero, no. Ni la competencia, ni la mejor instrucción académica, ni la inversión en tecnología que ya existen en las salas de redacción han servido para mucho en ciertas compañías periodísticas. Empresas editoras cuyas marcas han obtenido un grado de reputación en el mercado se rinden al poder morenista. Es cierto, no es novedad, pero no por ser repetitivo, debe pasarse por alto
¿A quién le dan servicio los titulares referidos al mensaje político de la presidenta? ¿A la presidenta o a los lectores?
Si acaso los dueños de los diarios que hoy se rinden a una declaración de la mandataria han dejado que sean colaboradores externos quienes suplan al periodismo crítico. Pero el home y las ocho columnas son para la presidenta. ¿Qué dirán los estudiantes de periodismo y comunicación? O la prensa internacional que a tumbos se hace un espacio entre la audiencia.
No iremos mejor
Como pauta, sin rubor ni disimulo, diez empresas periodísticas que si acaso imprimen algunas centenas de ejemplares en papel (aunque los circulan en PDF y exhiben en la web), mostraron su destreza para destacar exactamente la misma frase de la presidenta en el discurso que pronunció a propósito de su primer informe de gobierno.
Milenio, La Jornada, El Sol de México, El Financiero, El Heraldo, Publimetro, La Razón, La Crónica de Hoy, Ovaciones y El Día (¿?). Veinticuatro horas después, esas 10 marcas dieron su principal titular a la expresión triunfalista que Claudia Sheinbaum incluyó en su discurso del primero de septiembre.
El "Vamos bien y vamos a ir mejor" fue un dicho que bien cabría cantar en coro a concesionarios o contratistas. Acaso una, o ambas cualidades, quepan para esas casas editoras. Quedar bien para no exponer la concesión o mantener la publicidad gubernamental puede ser un argumento tan pesado como para sacrificar la credibilidad y las buenas prácticas de la prensa. Allá ellos, los lectores, que han de tragarse el mismo sapo. Por mi concesión hablaran las ocho columnas.
No está demás dejar registro de otros cabezales que, queriendo ser neutrales --que no imparciales-- como El Universal, Excélsior o La Prensa, incluyeron la frasecita triunfalista en un subtítulo. Tampoco dejar de señalar que las crónicas dejaron constancia que ahí, entre el público aplaudidor de Palacio Nacional, estuvieron presentes empresarios de medios como Olegario Vázquez Aldir (Excélsior y Grupo Vazol); Ángel Mieres (El Heraldo y Grupo Andrade); Bernardo Gómez y Alfonso de Angoitia (Televisa); Francisco González (Milenio y Grupo Mulltimedios); y Manuel Arroyo (El Financiero y Grupo Lauman).
