¿La hora de (opinar) censurar?

En un sexenio intolerante al periodismo crítico, se espera respuesta de los dueños de medios a las especulaciones sobre el cese de periodistas por su trabajo crítico, como en 'La hora de opinar' en Televisa.
2 Septiembre, 2024
Programa de Televisa (Imagen: Video en Facebook)
Programa de Televisa (Imagen: Video en Facebook)
EL FIN DE LOS MEDIOS

En unas semanas termina un terrible sexenio para la prensa y el periodismo en México. Los ataques ad hominem como a empresas centenarias y de nueva generación fueron permanentes, en toda medida ventajosos, y en no pocas veces, violatorios de la ley. Fue explícita la intolerancia al periodismo crítico, a la investigación basada en datos y a quienes opinaron diferente al oficialismo.

Sin embargo, para entrar en la materia que indica el título de esta pieza es necesario contextualizar que el mercado en el que actúa el buen periodismo está caracterizado por una cerrada competencia por la audiencia y los presupuestos de publicidad. Es decir, como nunca antes, la agenda y programación de contenidos debe hacerse sobre la marcha y en concordancia con el plan de negocios y las metas propuestas de audiencia. Y este es el panorama que enfrenta el buen periodismo en su disputa por la atención.

  1. Competencia desleal de medios cuyo plan de negocios no está sujeto a resultados basados en el periodismo en sí, sino en una agenda que se congracia con el poder;
  2. Competencia de contenidos de libre acceso que compilan, y a veces generan las grandes tecnológicas, incluida la vorágine que representan las redes sociales;
  3. Competencia con medios que utilizan herramientas tecnológicas para obtener relevancia, sacrificando la calidad con tal de generar clics y publicidad que se asigna según el tráfico;
  4. Abundante información insustancial y gratuita que gana la atención y desplaza los asuntos relevantes;
  5. Temor de anunciantes y fuentes de información de verse en foros, medios digitales e impresos que son blanco de ataques del poder;
  6. Y, finalmente, una costosa y lenta adaptación de los modelos de negocio al mundo digital y a la inmediatez que le caracteriza.

Las razones pueden variar, pero si se le quiere tildar de crisis a la situación que actualmente se vive en los medios serios, es porque sus ingresos no alcanzan, las ventas no suben, la inversión es baja, las deudas se acumulan y –mientras los accionistas reclaman su margen– la paga para periodistas y colaboradores es magra.

¿Por qué es importante?

El periodismo crítico es una condición necesaria de toda democracia, y si además de crítico es plural, cuánto mejor. Por eso es importante, como también lo es el hecho de salvaguardar el derecho a la libre expresión de las ideas y que se exijan cuentas cuando un periodista es cesado por su trabajo crítico. Cuando, literalmente, es censurado.

Discutir cuánto afectó el autoritarismo presidencial actual en los medios merece una investigación profunda. Sin embargo, a preguntas tan simples como si ¿se atacó al periodismo crítico durante el gobierno de AMLO? La respuesta, sin la menor duda, es sí, y sin medida. ¿Se cerraron medios o se despidieron periodistas porque son críticos del poder o respondieron a los insultos del Presidente? No. Al menos no que se tenga registro.

Qué alivio sería que los dueños de los medios donde ocurren despidos respondieran a las especulaciones sobre sus decisiones. Por ejemplo, que Televisa hiciera eco de las sospechas sembradas de censura tras la salida de media docena de comentaristas del programa La Hora de Opinar ocurrido apenas la semana pasada.

Héctor Aguilar Camín refiere que su exclusión tiene un “sesgo político” y que no le parece un buen síntoma; Jorge G. Castañeda va más allá y considera que su despido –y el de sus cinco colegas de mesa– “constituye un acto de censura, una cortapisa a la libertad de expresión y un indicio ominoso de lo que viene”; Pablo Majluf lo explicó como “ajustes para el próximo sexenio”; y, Denise Dresser, calificó su destitución como “una medalla de honor” y parte de “un proceso de reestructuración frente al nuevo contexto político”. Por lo dicho, le restaron validez a la idea de que la parrilla del programa donde trabajaban requiere una renovación, como se entendió que les dijo Leo Zuckerman, el conductor y también comentarista.

Me fui o me fueron

No está lejos el 30 de agosto de 2018 –cuando AMLO ya gobernaba en los hechos– que José Woldenberg se despedía como colaborador de Reforma con un texto que hoy es muy actual (Asignación de plurinominales). Sin dar mayores razones, pero sin rasgos de molestia, en su despedida dominó el agradecimiento al diario. No lo hizo así Lorenzo Meyer, quien desde esa misma fecha dejó de publicar, sin apostilla de por medio.

Los diarios mexicanos están llenos de idas y vueltas entre sus colaboradores. Casi siempre se aducen decisiones de las empresas. Carlos Bravo Regidor salió “por decisión de Reforma” con un excelente texto sobre la crítica al poder y a AMLO.

En julio del 2013, se irían desde ese diario rumbo a Excélsior, Federico Reyes Heroles, María Amparo Casar y Carlos Elizondo Mayer-Serra. Éste último volvería en el verano de 2019.

¿Qué importa en todo esto? Que ante las olas por rumores de censura, es responsabilidad de las partes –dueños, editores, periodistas, opinadores– salir al paso y hacer honor a la palabra. Dar santo y seña del porqué me fui o del porqué me fueron. La libertad de expresión y la democracia lo agradecerán infinitamente.

René Sánchez Huitrón René Sánchez Huitrón Egresado de Comunicación por la Universidad Autónoma Metropolitana, la experiencia del autor suma varios años de investigación, edición y dirección editorial en las salas de redacción de organizaciones como Notimex, El Financiero, El Economista, El Norte y Reforma. Actualmente es asesor senior en carralsierra.com Sus opiniones son personales.