Los efectos económicos de la guerra

La política económica del gobierno mexicano enfrentará una nueva crisis, sin que la experiencia reciente muestre que estará a la altura de semejante reto.
9 Marzo, 2022

Tres efectos adversos sobre la economía de México tendrán las secuelas de la invasión de Rusia a Ucrania: el aumento en precios clave, el deterioro de las finanzas públicas nacionales y la reducción del ritmo de crecimiento de la economía.

Ante esta situación, la política económica deberá enfrentar una nueva crisis, sin que la experiencia reciente muestre que estará a la altura de semejante reto.

La disrupción de la actividad productiva en Ucrania y las sanciones económicas a Rusia han significado aumentos en los precios internacionales de los alimentos en cuestión de días (8.5% en aceites, 6.4% en lácteos y 3% en cereales). El precio mundial de los combustibles también ha aumentado (35.2% la mezcla mexicana de petróleo, 31.4% la gasolina, 3% el gas natural).

Estos incrementos se transmitirán a la economía mexicana rápidamente pudiendo llegar la inflación a niveles cercanos al 8% anual, con lo que sería prácticamente imposible revertir la pobreza de los cinco millones y medio de personas que se agregaron a esta condición entre 2019 y 2021. Peor aún, dado que cerca del 15% del gasto en alimentos de los hogares más pobres se realiza en derivados de los productos con mayor inflación, es factible que la pobreza vuelva a aumentar.

Otro considerable golpe al bolsillo sería el aumento de la energía causada por el aumento de los combustibles. Cerca del 11% del gasto total de los hogares se dedica a electricidad y combustibles. Sin embargo, este gasto se concentra en los hogares de mayores ingresos y el gobierno mexicano ha decidido mantener los precios, particularmente de la gasolina, mediante estímulos fiscales. El subsidio estimado, que principalmente irá a los más ricos, será del orden de 150 a 200 mil millones de pesos.

El gobierno federal dedicará la mayoría de los nuevos ingreso petroleros a estabilizar el precio de la gasolina y eventualmente de otras formas de energía. La depreciación del peso y las mayores tasas interés internacionales, debidas a la incertidumbre en los los mercados financieros, encarecerán la deuda pública. En cuestión de días, el dolar aumentó 5%, y el costo de la deuda casi un punto porcentual desde la última subasta de valores gubernamentales.

Los subdsidios energéticos y los mayores costos de la deuda, significarán un debilitamiento de las finanzas públicas. Esta flaqueza se acentúa con el recorte de las proyecciones de crecimiento del país hechas desde antes de la guerra, lo que anticipa una menor recaudación. Así, se tendrá un menor gasto público para mantener en operación el gobierno y sostener su inversión.

Un ambiente de elevada inflación, volatilidad financiera internacional y debilidad gubernamental es poco propicio para la inversión y la expansión del empleo. Esto apunta a que las proyecciones no gubernamentales de un magro crecimiento de la economía mexicana, promediando 2.1%, sean revisadas nuevamente a la baja, lo que significaría otra vía para el deterioro de los niveles de vida y el aumento de la pobreza.

Entre 2007 y 2009 la economía mexicana atravesó por una súbita elevación de los precios internacionales de la energía y los alimentos, una recesión mundial y las secuelas de una pandemia, la de influenza H1N1. Ante ello, se elevaron 51.3% las transferencias de efectivo por familia que entonces otorgaba el programa Oportunidades, lo que estabilizó los niveles de pobreza para 2010.

Esta experiencia sugiere el camino a tomar para evitar un elevado costo social de las circunstancias económicas actuales, lo que requeriría de un mayor endeudamiento público y una eventual reforma hacendaria para hacerle frente.

Desafortunadamente, México ha sido de los países que menos apoyos extraordinarios ha brindado a su población para hacerle frente a la pandemia y sus secuelas. Además, esta administración ha agotado los ahorros para emergencias, y ha cerrado la puerta a nuevo endeudamiento y a una reforma fiscal progresiva.

Rusia podrá haber iniciado las hostilidades armadas y sus secuelas, pero la permisividad de la política pública nacional multiplicará las víctimas económicas en México.

Rodolfo de la Torre Rodolfo de la Torre Actualmente es Director de Movilidad Social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY). Ha sido coordinador de la Oficina de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Director del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad de la Universidad Iberoamericana, y Director de El Trimestre Económico, del Fondo de Cultura Económica (FCE). Fue parte del Comité Técnico para la Medición de la Pobreza en México. Es economista por el ITAM, y maestro en Filosofía de la Economía por la Universidad de Oxford.

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