La deuda con la igualdad de género

8 Marzo, 2023

El reciente Informe sobre Desarrollo Humano Municipal 2010-2020, Una década de transformaciones locales en México del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo muestra la considerable deuda respecto a igualdad de género que el país continúa teniendo con las mujeres y que resulta particularmente elevada en términos de salud y participación económica.

El informe presenta por primera vez el cálculo del Índice de Desigualdad de Género a nivel municipal, el cual mide la desventaja de las mujeres respecto a los hombres en materia de salud, representación política, educación y participación en el mercado de trabajo, y complementa la información que ya se conocía a nivel nacional a partir de los informes mundiales de la agencia de las Naciones Unidas.

De los reportes globales se sabe que desde 1990 la desigualdad entre hombres y mujeres en México era menor al promedio mundial, y que se habían presentado progresos notables entre 2010 y 2018. Sin embargo, entre 2018 y 2021 el avance medio anual se redujo a la mitad, particularmente por el estancamiento en el combate a la mortalidad materna desde 2017 y la caída en la participación laboral de las mujeres con la pandemia.

Una de las mayores amenazas a la salud de las mujeres es el aumento en los embarazos de niñas y adolescentes entre los 10 y los 14 años que refleja un aumento de la violencia y el abuso sexual. Entre 2010 y 2019 la tasa de fecundidad de este grupo fue de 1.63 nacimientos por cada mil niñas o adolescentes, 16% mayor que en las dos décadas anteriores. En 2020, las mayores tasas se presentaron en Coahuila, Tabasco y Chiapas,

En materia de representación política hay un avance sustancial. La presencia de legisladoras en el congreso federal y de síndicas, regidoras y concejales mujeres en ayuntamientos y concejos ha significado la paridad de género. Sin embargo, aún hay un gran camino por recorrer para alcanzar tal paridad en las presidencias municipales y alcaldías, en donde sólo 23.1% de las posiciones son ocupadas por mujeres.

En cuanto a posiciones de responsabilidad no derivadas de un cargo por elección, aún se está lejos de la paridad de género. Las mujeres en puestos directivos del sector público representan el 40.4% y poco más de un tercio de las magistraturas en el poder judicial. En general, aún predomina una estructura de acceso y ejercicio del poder centrada en el protagonismo masculino.

La educación es uno de los pocos puntos de ventaja para las mujeres pues, por ejemplo, en la mayoría del país la finalización de la secundaria es más común en mujeres que en hombres, y el abandono escolar, aún con la pandemia, es similar entre sexos. Sin embargo, el pleno ejercicio del potencial productivo que brinda la educación a la mujer se ve truncado por los obstáculos a su participación en el mercado de trabajo.

Por cada mujer que puede insertarse en el mercado laboral hay dos hombres que lo hacen. Esta desigualdad proviene fundamentalmente de la carga de trabajo doméstico y de cuidados de infantes, enfermos, discapacitados y adultos mayores que tradicionalmente se deposita en las mujeres. También se debe al deterioro o la falta de políticas públicas que les liberen el tiempo necesario para trabajar por una remuneración, como estancias infantiles, escuelas de tiempo completo o un sistema de cuidados.

Aún cuando las mujeres lleguen al mercado de trabajo con mayor escolaridad que los hombres en empleos no precarios, les espera un pago diferenciado. Hasta antes de la pandemia los hombres ganaban 20% más que las mujeres. La pandemia moderó esa desigualdad a la mitad retirando del mercado de trabajo a un gran número de mujeres. En la recuperación reciente, el diferencias de ingresos está rompiendo récords alcanzando casi 30%.

Igual o más desalentador es que el informe sitúe a la Ciudad de México como la segunda entidad federativa donde mayor desigualdad de género se presenta, pero esto será objeto de análisis en otra entrega de esta columna

Rodolfo de la Torre Rodolfo de la Torre Actualmente es Director de Movilidad Social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY). Ha sido coordinador de la Oficina de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Director del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad de la Universidad Iberoamericana, y Director de El Trimestre Económico, del Fondo de Cultura Económica (FCE). Fue parte del Comité Técnico para la Medición de la Pobreza en México. Es economista por el ITAM, y maestro en Filosofía de la Economía por la Universidad de Oxford.

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