Claroscuros del mercado de trabajo

La recuperación del mercado de trabajo se está dando con un mayor número de personas con carencias de salud y educativas, con más esfuerzo de los miembros del hogar para salir de la pobreza.
24 Agosto, 2022

El mercado de trabajo en México presenta signos alentadores de recuperación hasta la primera mitad de 2022. Sin embargo, también hay elementos preocupantes. Los avances respecto al periodo previo a la pandemia no alcanzan a contener el crecimiento de la población con carencias básicas, y la desigualdad en los ingresos laborales está castigando a los más pobres.

La información de la Encuesta Nacional sobre Ocupación y Empleo del INEGI para el segundo trimestre de 2022 muestra una recuperación del mercado de trabajo. Más de dos millones de personas mayores de 15 años se han incorporado a alguna ocupación, tomando como referencia el primer trimestre de 2020. Desafortunadamente, casi la mitad de los nuevos ocupados se ha colocado en empleos que no les proporcionan acceso a servicios de salud.

Quizas lo más preocupante del aumento en la ocupación es que este se asocia a una reducción en la tasa de asistencia escolar identificada por el Consejo Nacional de Evaluación del La Politica de Desarrollo Social (Coneval). Este fenómeno es más agudo en las zonas urbanas y muy probablemente significa que el mayor abandono escolar se ha traducido en una entrada temprana al mercado de trabajo para muchos jóvenes.

El mayor aumento en la ocupación ha moderado el porcentaje de hogares cuyo ingreso por trabajo no es suficiente para comprar la canasta alimentaria mínima. Esta pobreza laboral era de 36.6% de la población en el primer trimestre de 2020, de acuerdo al Coneval, y fue de 38.3% para el segundo trimestre de 2022, aunque llegó a ser de 46% en la fase más crítica de la pandemia.

Sin embargo, la reducción en la pobreza laboral ocurre con una reducción de las remuneraciones laborales de la población ocupada en lo que va de 2022, particularmente de la población entre 30 y 64 años y del sector informal. Esto significa que los hogares han aumentado su ingreso laboral per cápita, y en consecuencia han atenuado su pobreza, incorporando a trabajar a un mayor número de sus miembros, dado que los ya ocupados ganan en promedio menos.

Por otra parte, la recuperación de los ingresos laborales per capita se está dando con gran desigualdad. El 20% de la población con los ingresos por trabajo más bajos aún no alcanza su ingreso laboral per cápita previo a la pandemia, al presentar una reducción real del mismo de 9% entre el primer trimestre de 2020 y el segundo trimestre de 2022. En contraste, el 20% de la población con mayores ingresos por trabajo ha tenido un incremento real de sus ingresos laborales per cápita de 3.3% en el mismo lapso, el mayor para cualquier grupo de igual tamaño de población.

De esta forma, la recuperación del mercado de trabajo se está dando con un mayor número de personas con carencias de salud y educativas, con más esfuerzo de los miembros del hogar para salir de la pobreza, con mayor pobreza extrema y con una desigualdad de los ingresos laborales per cápita más elevada respecto a lo que ocurría antes de la pandemia.

Dado que las remuneraciones laborales son el principal ingreso para la mayoría de la población, su deterioro en los estratos más pobres y su significativo aumento en los más ricos no favorece una mayor igualdad en el ingreso.

Los programas sociales exacerban esta situación en vez de corregirla (ver en este mismo espacio “La inclemencia de la política social”, agosto 25, 2021).  También es de preocupar que una de las políticas más sólidas de la presente administración, los aumentos de los salarios mínimos, no incida en mayores ingresos de la población más pobre.

Por otra parte, el mayor reparto de utilidades que pudo haber generado las limitaciones a la subcontratación (outsourcing) no mejoraría notablemente la distribución del ingreso, pues se concentra en un número limitado trabajadores del sector formal. Tampoco las remesas, que llegan principalmente a hogares de ingresos medios, salvarían la situación.

Los claroscuros del mercado de trabajo ponen en serias dudas las bases para una mejor distribución del ingreso en el futuro cercano.

Rodolfo de la Torre Rodolfo de la Torre Actualmente es Director de Movilidad Social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY). Ha sido coordinador de la Oficina de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Director del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad de la Universidad Iberoamericana, y Director de El Trimestre Económico, del Fondo de Cultura Económica (FCE). Fue parte del Comité Técnico para la Medición de la Pobreza en México. Es economista por el ITAM, y maestro en Filosofía de la Economía por la Universidad de Oxford.

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