Años de vida perdidos

Por primera vez en el último medio siglo, los años promedio de vida de los hijos en México no habrán superado a la de sus padres.
18 Mayo, 2022

Cuatro meses después de iniciada la pandemia en México, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) estimaba que en el país la esperanza de vida al nacer disminuiría en 2020 poco más de un mes, retrocediendo a niveles de 2013. Este preocupante pronóstico se quedó corto. Nuevos cálculos sitúan la pérdida de años de vida promedio en poco más de cinco años y medio para tal año, con lo que el retroceso llevó la esperanza de vida a la de tres décadas atrás.

Igual o más alarmante que este retroceso ha sido la lenta recuperación observada en este indicador. Mientras que el PNUD anticipaba que para 2022 se retomarían los niveles de esperanza de vida observados antes de la pandemia, hay elementos para pensar que esta recuperación tomará más tiempo, con lo que probablemente tendremos otro sexenio sin aumento de este indicador, es decir dos sexenios de estancamiento después de uno de disminución en la esperanza de vida.

La esperanza de vida al nacer es uno de los indicadores clave de la salud de los miembros de una sociedad, y su reducción muestra la magnitud de las amenazas que enfrenta su bienestar. Este indicador ya había sufrido un retroceso entre 2006 y 2012, al reducirse los años de vida de 75.3 a 75 años. Esta disminución estuvo asociada principalmente a la expansión del crimen violento. Luego siguió un sexenio de estancamiento, y la pandemia llevó esta cifra a 69.4 años de esperanza de vida al nacer.

El incumplimiento de los pronósticos del PNUD sobre la pandemia, contenidos en su documento “Desarrollo Humano y Covid-19 en México: desafíos para una recuperación sostenible”, no deben interpretarse como una crítica a la capacidad de análisis de este organismo, sino como una señal de la incertidumbre que rodeaba el inicio de la expansión de la enfermedad y lo limitado que fueron las políticas públicas para enfrentarla.

El restringido impacto de las acciones gubernamentales se observa en varios frentes, de acuerdo al panorama que proporciona Patrick Heuveline, del California Center for Population Research de la Universidad de California,en el artículo  “Global and National Declines in Life Expectancy: An End-of-2021 Assessment” publicado en marzo en la revista Population and Development.

Por una parte, para 2021, cuando México debía estar recobrando la mayor parte de la esperanza de vida al nacer perdida, ésta todavía se encontraba cuatro años abajo de la registrada antes de la pandemia.Esta reducción de la esperanza de vida fue más de cuatro veces el promedio mundial y más del doble de la de Estados Unidos, Nueva Zelanda o Chile, países con mayor o igual prevalencia de comorbilidades, como la obesidad, y diversos sistemas de salud.

La magnitud de la caída en la esperanza de vida al nacer en México significa que, por primera vez en el último medio siglo, los años promedio de vida de los hijos no habrán superado a la de sus padres, y esto habrá ocurrido no sólo en 2020 sino también en 2021.

En cuanto a 2022, pese a que la pandemia parece extinguirse, aún existe el riesgo de que se presente una esperanza de vida al nacer menor a la de 2019.  La razón es que el exceso de muertes registradas, base para los cálculos anteriores, aún sigue muy elevado. Mientras en  2021 las muertes por arriba de las esperadas representaron el 47.2% de estas últimas, en lo que va de 2022 este porcentaje es de 35.8%, según fuentes oficiales.

Entre 1990 y 2006, México aumentó cada año alrededor de tres meses y nueve días a la esperanza de vida al nacer. Entre 2018 y 2024 habremos tenido suerte si.la vida promedio de los mexicanos no se hace más corta.

Rodolfo de la Torre Rodolfo de la Torre Actualmente es Director de Movilidad Social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY). Ha sido coordinador de la Oficina de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Director del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad de la Universidad Iberoamericana, y Director de El Trimestre Económico, del Fondo de Cultura Económica (FCE). Fue parte del Comité Técnico para la Medición de la Pobreza en México. Es economista por el ITAM, y maestro en Filosofía de la Economía por la Universidad de Oxford.

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