Se desvirtuó el concepto de Santa Lucía: Arquitecto del AIFA

Francisco González Pulido, responsable del plan maestro del aeropuerto que se inaugurará en 6 semanas, no ha vuelto a ser consultado por los responsables de la construcción. Se pudo hacer un proyecto extraordinario y no va a ser así, dice en entrevista.
13 Febrero, 2022 Actualizado el 14 de Marzo, a las 13:30
El arquitecto mexicano Francisco González Pulido en una fotografía de Andres Cedillo (GP-Atelier)
El arquitecto mexicano Francisco González Pulido en una fotografía de Andres Cedillo (GP-Atelier)
Arena Pública

El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) cambió tanto que se desvirtuaron los conceptos de austeridad e innovación con los que se diseñó.

"No comprendo para qué contratas a un consultor o un arquitecto, si al final vas a hacer lo que te dé la gana", dice con toda claridad Francisco González Pulido, fundador y director del despacho global de arquitectura FGP-Atelier, con base en Chicago, y el responsable del diseño original del aeropuerto de Santa Lucía entrevistado a seis semanas de inaugurarse la primera de las grandes obras de infraestructura que emprendió el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

González Pulido, de 52 años, es uno de los arquitectos mexicanos con mayor renombre en el ámbito internacional, egresado del Tecnológico de Monterrey y de la Escuela de Graduados de Diseño de la Universidad de Harvard, posee en su haber una multitud de proyectos realizados en México, Estados Unidos, Europa y Asia. Su despacho global tiene, específicamente, una gran experiencia en aeropuertos, involucrándose en la ampliación de los aeropuertos de Chicago, Estados Unidos; en la ciudad de Colonia, en Alemania y el de la capital tailandesa de Bangkok.

Entrevistado telefónicamente, el renombrado arquitecto nacido en la Ciudad de México, explica con detalle que a pesar de haber sido llamado para presentar el plan maestro y el diseño original del AIFA, existe una gran distancia entre su proyecto original y el resultado de la obra no porque Francisco González Pulido haya decidido abandonar la batuta, sino porque se la “arrebataron” desde la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

González Pulido -quien ha participado en iniciativas arquitectónicas de gran calibre como el Centro Financiero Internacional de Shanghái, el Centro Cultural Internacional de Guangzhou, el estadio de los Diablos Rojos en la Ciudad de México (CDMX), así como Tec.Nano, el laboratorio e incubadora de nanotecnología del Tec de Monterrey (ITESM), entre muchos otros- se sorprende que haya ocurrido esto. "Para mí sigue siendo un misterio. Nueve de cada 10 clientes que hemos tenido tienen un gran respeto a las ideas del arquitecto", dice enfático.

Si bien no cree que el AIFA tenga problemas de seguridad porque se respetó la geometría del proyecto, sí cuestiona una austeridad mal entendida y cambios al concepto original de innovación propuestos, que tendrán efectos en los costos de mantenimiento futuros, en su funcionalidad, y en la degradación del potencial cultural y artístico que González Pulido había planteado originalmente, fiel a su influencia y estilo que le han marcado en su afamada trayectoria.

¿Cómo nace el diseño original para el aeropuerto de Santa Lucía?

Yo llego a Santa Lucía por mi experiencia. El argumento era que yo soy un arquitecto mexicano con experiencia internacional en terminales de más de 20 millones de pasajeros. La figura que tiene el AIFA es arquetípica, responde a la idea de tener salas de abordaje en los costados de un edificio de terminal central.

Un aeropuerto, en su geometría, en su figura básica, no es el capricho de nadie, ni siquiera del arquitecto. Hay cuatro o cinco modelos prototípicos de aeropuertos que normalmente se usan y depende mucho de la distancia entre pistas y la planeación futura que tendrá la instalación. Eso define la figura general del aeropuerto. Tailandia, Shanghái, Texcoco y, de alguna manera Santa Lucía, comparten esa figura arquetípica.

Un aspecto donde sí entra la creatividad del arquitecto al diseñar es en crear un espíritu que tenga que ver con nuestra cultura, que represente a México de forma correcta y que, de alguna manera, transmita la sensación de una terminal de calidad internacional. Ése si fue un reto importante, porque teníamos un presupuesto limitado y un calendario increíblemente estrecho. Y también había que tener en cuenta consideraciones técnicas de protección contra sismos.


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Aun así, teníamos la intención de crear un aeropuerto que tuviera un concepto, no tan literal, a las geometrías prehispánicas con materiales de muy alta calidad, como lo habíamos hecho antes en el estadio de los Diablos Rojos. Pero no veo eso en lo que se está haciendo el día de hoy. Están burdamente soldando las conexiones entre columnas, vigas y cubiertas. Teníamos detalles hermosísimos que no se respetaron.

En su concepción Santa Lucía se pensó como un proyecto sencillo, no simple. Austero, porque es parte de la filosofía de mi trabajo, que la arquitectura se presente de forma auténtica y que los materiales con los que construyes se conviertan en los acabados finales. Y cuando eso está bien detallado y se usan materiales de gran calidad, el resultado es extraordinario. Desafortunadamente no es el caso de lo que estamos viendo.

Foto: FGP - Atelier

¿Por qué se hicieron estos cambios al diseño original?

Eso es algo que para mí sigue siendo un misterio. Nueve de cada 10 clientes que hemos tenido tienen un gran respeto a las ideas del arquitecto. En el caso de Santa Lucía, no comprendo para qué contratas a un consultor o un arquitecto, si al final vas a hacer lo que te dé la gana, vas a tomar las decisiones que quieras tomar y que al final no son buenas porque no tienen ni el conocimiento ni la sensibilidad para hacerlo como se diseñó.

Incluso en términos de derecho moral y propiedad intelectual es una violación muy grande. La Constitución establece que cualquier cambio a una obra artística debe estar autorizado por el diseñador. Y claro, todos sabemos que en procesos complicados como éstos, de repente hay temas de costo que se deben superar, pero se debe resolver en una comunicación entre las dos partes. En mi experiencia, en los 22 años que tengo trabajando a nivel internacional, los clientes nunca toman literalmente decisiones unilaterales sin consultar al arquitecto.

Pero viéndolo, como lo hago, a la distancia; es muy triste para México. Se tuvo una segunda oportunidad de hacer un proyecto extraordinario, y parece que no va a ser así.

Los cambios que se hicieron al AIFA, además de impactar en costos, tiempo o valor estético, ¿podrían afectar la operación o la efectividad de las instalaciones?

Realmente no. Lo que sí se respetó del proyecto (porque si no, ya hubiera sido el colmo) fue la geometría. La figura del aeropuerto, como dije, está definida por criterios muy específicos. En términos geométricos no lo podían cambiar, porque eso sí hubiera afectado negativamente la operación o la seguridad.

Hay algunos cambios que sí me preocupan, como la cubierta, porque no sé si la hicieron con la composición material con la que se diseñó. Nosotros habíamos planteado una especie de sándwich, con acero inoxidable al inferior, una cubierta de metal de alta calidad en la parte superior, y en medio dos pulgadas de un material acústico y térmico; porque si llueve con una cubierta metálica en el edificio, se forma una orquesta que genera un ruido tremendo.

No sé qué materiales utilizaron. Espero que los materiales acústicos sean adecuados, porque podría ser un tema. Solo imagina que anuncie un vuelo, empiece a llover y que por la acústica del edificio no se alcance a escuchar. Eso sí podría ser un problema.

Foto: FGP - Atelier

La decisión de usar otros materiales o estructuras, ¿podría llevar a mayores costos de mantenimiento para el AIFA?

Es una idea interesante. Claro que cuando bajas la calidad de los materiales, tiene implicaciones en el mantenimiento. Y cuando son edificios tan grandes, es un factor que debes considerar aún más. No es una casa, donde puedes decir que el mantenimiento es costoso pero no es tan intenso. En un aeropuerto no; el mantenimiento debe ser continuo. Entonces sí, creo que la intensidad del mantenimiento podría ser mayor [en el AIFA] de lo que habíamos diseñado.

Lo mismo podríamos decir de la iluminación. Nosotros diseñamos una iluminación para hacerla muy eficiente, reducir los consumos energéticos a partir de una iluminación bien cuidada y planeada. Y eso lo cambiaron completamente. No sé qué están implementando en el detalle. Y eso podría tener un impacto importante en los consumos energéticos.

La idea que nos planteamos para el AIFA era muy similar a la que teníamos para el estadio de los Diablos Rojos. Tenía el potencial para ser muy sustentable. Quería hacer un edificio “Fórmula 1”. Y se ha malinterpretado mucho este comentario. A lo que me refiero con un edificio Fórmula 1 es que tiene lo que necesita y nada más. No hay decoración. Y al tener solo lo que necesita, pues se convierte en una instalación de alto rendimiento.


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Comparándolo con fotos de lo que construimos en Alemania, si se hubiera construido como se diseñó, Santa Lucía hubiera sido una prima hermana. Pero con todos estos cambios que le hicieron, merece todas las cosas que le están diciendo, porque así está quedando.

Por ejemplo, la parte de los pabellones comerciales lo diseñamos como una terminal de alto nivel, con pabellones de cristal y mezzanines, para integrar salas VIP y áreas abiertas con una gran flexibilidad. Y yo lo que veo en redes son estos puestos al estilo de Miguel de Allende dentro de la terminal. No puedes traer estas ideas, muy malinterpretadas, a un proyecto así. Jamás me habría planteado poner una fuente de plaza de provincia en la plaza central del edificio, con una mala copia del calendario azteca.

Son cosas que no nos representan bien. El proyecto original proponía un ecosistema, no un jardín simplón. Queríamos elevar, a través de su arquitectura y conceptos innovadores, al nivel cultural que México representa y merece. No representar el folklore. El folklore está bien a donde pertenece, pero este no era un proyecto de folklore, sino de cultura.

También muy fuerte para mí fue cuando descubrieron los mamuts. Si encuentras uno o dos mamuts, pues está bien, es un descubrimiento y lo puedes poner como algo interesante en la parte central del edificio o la plaza pública o donde quieras. Pero cuando descubres 60, ya es otra cosa. Es un ecosistema. Y hacer un museo [como el del AIFA] es un insulto a un descubrimiento de este calibre. Merece realmente un escenario para entender el ecosistema que existía. Esas cosas no se entendieron y no se interpretaron de manera correcta.

Santa Lucía es un edificio que se ha hibridizado tanto en su ejecución que se ha desvirtuado su concepto de innovación y austeridad, austeridad bien entendida. Es mucho más difícil hacer algo sencillo que hacer algo complicado. Llevar las cosas a su esencia es muy complejo. Y eso era Santa Lucía.

Foto: FGP - Atelier

¿Qué tan común es, en la industria, que se hagan estos cambios respecto a la voluntad original del diseño y que haya tanta distancia entre el cliente y el arquitecto?

No es nada común. Un cliente que entiende la complejidad del proyecto, que quiere un producto de muy alta calidad, te pide que estés involucrado en cada fase del proyecto. Y eso es una responsabilidad que tiene el arquitecto hacia su trabajo. No puedes soltar la batuta de un proyecto tan grande a la mitad. Pero en este caso, yo no la solté. Me la arrebataron. Decidieron que lo iban a hacer a su manera.

Creo que aquí, lo que ellos decidieron creer, es que habían obtenido un tipo de asesoría y eso les daba la libertad de cambiar las cosas. Pero no es lo que contractualmente acordamos. Yo soy el arquitecto principal del proyecto.

Lo que suceda en el futuro de este proyecto dependerá mucho de quién lo construya, en qué lugar esté nuestro país en ese momento. Tengo que decir que la Sedena lo ha hecho muy bien en el campo aéreo. Tienen muchísima experiencia en obras de infraestructura. Si en este proyecto cada quien hubiera entendido cuál es su rol, hubiera sido un proyecto extraordinario.


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Si lo hubieran entendido y hubieran asumido el rol de constructores, habría sido la suma de la experiencia muy potente desde el lado del diseño y una experiencia muy potente desde la construcción. Hacer una terminal con infraestructura de campo aéreo, con estacionamiento, con viaductos de acceso, torre de control en dos años es una proeza. Hay que aplaudirles. Si se hubiera hecho como se diseñó, hubiera sido una proeza extraordinaria. Pero como no, es una proeza a medias.

¿Qué va a suceder en el futuro? No lo sé. Sería sensacional que la segunda terminal, aunque no me lo paguen, que se copien de lo que ya hemos hecho. Que sigan los planos. Y ahí sí se va a ver lo que debería haber sido la primera.

Ya no estoy tan optimista como estaba hace algunos meses, porque ya he visto en redes mucho de lo que se está haciendo. Solo el tema de los baños es una pena. Nuestra cultura prehispánica y popular no pertenece a los baños.

Pero todavía hay esperanzas que México reciba un proyecto, si no extraordinario, sí de muy buen nivel. Con una infraestructura eficiente, óptima, y que operativamente sea excelente. Al menos eso. Desde el punto de vista arquitectónico ya no me tengo esperanzas.

Lo único que me queda es que, si se respeta la geometría, los temas de seguridad y operativos, de eficiencia operativa, de facilidad de flujo, de legibilidad de recorridos; que el aspecto funcional resulte como se diseñó.

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