El debate Banxico-Analistas de Instituciones Financieras

29 Julio, 2021

La comunicación de un banco central es muy importante. Desde la publicación del artículo en 1977 de Reglas versus Discreción de Kydland y Prescott, mucho se ha escrito sobre la conveniencia de uno u otro esquema de política monetaria.

Debe decirse que el sector privado necesita anticipar las políticas públicas en el futuro, para con base en éstas tomar decisiones de inversión. En turno, debe existir una especie de bien público que creen los empresarios producto de la claridad de las políticas públicas. Sin este segundo elemento, el primero no tiene razón de ser.

Cualquiera que sea la estrategia que se tome en un banco central se requiere de la construcción de un elemento fundamental: la reputación. Si se adopta un esquema de reglas es esencial para darle solidez a las decisiones; y, por otro lado, si se adopta una estrategia de discrecionalidad, sin credibilidad nunca funcionaría. Más aún, toda decisión de política debe ser consistente en el tiempo, para poder ganar la credibilidad.

México tenía una estrategia de discrecionalidad, hasta en la publicación de variables y resultados hasta 1995. Solo por citar un ejemplo, el Banco de México en 1994 no publicaba de manera regular el saldo de las reservas internacionales. Solo las sabía el propio Banco y aunque en su informe anual (y un discurso anual del Director) las daba a conocer, no había información periódica que sirviera a los agentes para anticipar decisiones de política económica. El resultado fue una serie de ataques especulativos. Es decir, hasta 1994 no se contaba con una credibilidad adecuada (se habla mucho del “expertise” de los banqueros centrales de esa época, pero considero que eran muy opacos, lo que siempre se manifestó en la no publicación periódica y en tiempo de cifras económicas).

Por ello, en México había que empezar a construir la credibilidad, y para ello se adoptó más un criterio cercano a las reglas, que es más propicio para ganarla. En adición, se le concedió autonomía al Banco Central.

A partir de ello el desempeño del Banxico ha sido en términos generales bueno. Sin embargo, es en tiempos de incertidumbre que se pone a prueba las acciones de un banco central. En efecto, recientemente se ha dado un debate sobre la política de comunicación del Banxico hacia los agentes, predominantemente financieros. Como se sabe, la importancia de la comunicación se ha vuelto neurálgica en la formación de expectativas, y con ello en la anticipación de la política monetaria con la que los mercados financieros toman sus decisiones.

Pues bien, hace unas semanas el Banxico con base en eventos adversos (inflación -general y subyacente-al alza, y con pronósticos en la misma dirección) decidió elevar la tasa de referencia en 25 puntos base, sugiriendo que ya no se considera temporal o transitorio el choque inflacionario. Debe decirse, el fallo fue dividido.

Esta decisión tomó por sorpresa a los analistas de las distintas instituciones financieras. Las reacciones no se dejaron esperar en sendas columnas financieras, escritas sobre todo por los economistas-en-jefe de las principales organizaciones bancarias. Se quejaron en especial por lo confuso de las comunicaciones (las minutas, en especial).

Ante esto, el banco central no ha respondido como institución. No necesariamente tiene que hacerlo de manera oficial. En otros países, la respuesta se da frecuentemente de manera informal, hasta en entrevistas banqueteras por parte del mandamás del banco central del país de que se trate.

En nuestro país, el banco central ha sido muy “cauteloso” durante su vida como institución independiente al ejecutivo. Cualquiera sabe que los empleados del Banxico tienen el sello en la frente que dice CONFIDENCIAL. Ha sido una institución hermética donde solamente, en ocasiones, el gobernador hace declaraciones. Esto incluso, me atrevo a decir, ha sido parte de la estrategia para ganar la credibilidad en tiempos de independencia. Se sabe, que al interior hay incluso una enorme tensión entre los funcionarios y una gran verticalidad. Pero siempre con la ropa sucia lavada en casa. No hay escándalos que se sepan públicamente. En mi opinión, a pesar de estar solo parcialmente de acuerdo con esa estrategia, les ha funcionado. A los ciudadanos no nos interesa los conflictos internos, y ellos lo saben, por lo que no los ventilan. Queremos resultados -baja inflación y buen desempeño económico.

Pero ahora con la nueva administración, hay tres nuevos integrantes de la Junta de Gobierno. Los tres reunieron de sobra los requisitos impuestos en la ley, pero carecen de experiencia previa en el Banco Central. Esto implica que no traen “la cultura rígida” del Banco (que, repito, le ha dado resultados al banco para ganar credibilidad), al grado que dos de ellos continúan como tuiteros activos.

Para muchos este cambio puede resultar positivo al quitarle la “rigidez” al Banco. Para que esto sea positivo será necesario que los analistas de las instituciones financieras tanto mexicanas como extranjeras se acostumbren a ello y lo incorporen para realizar mejores análisis. Es cierto, les incrementa la complejidad de su chamba, pero es parte de ella. Esta laxitud en la comunicación del Banco des-mistifica que al interior haya solo una opinión, y que el cuerpo de funcionarios es un monolito.


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No obstante, la relajación en la comunicación del Banco tendrá también sus costos. A los analistas les costará más anticipar el futuro de la política monetaria, lo que traerá de ya una mayor incertidumbre, la que paradójicamente, es función del organismo central reducir. Es decir, hay disyuntiva (trade-off) entre ser más o menos relajado en la comunicación. El problema es que la comunicación será un gran reto si uno o varios miembros de la junta, por su lado, empiezan a comunicar sus opiniones en sentido contrario. Esto es lo que generará mayor incertidumbre. De aquí la importancia de que la comunicación esté centralizada o al menos muy coordinada entre los miembros de la Junta. Aquí la libertad de expresión y apertura puede salir muy cara, si se me permite la expresión.

Esta semana un subgobernador explicó su posición muy claramente, e incluso acusó abiertamente a los analistas financieros de no hacer bien su chamba. Sus argumentos son sólidos y, si los examinamos en un punto de tiempo, con algunos vacíos. No obstante, preocupa, por un lado, la consistencia en el tiempo de su escrito (Greenspan hasta se empalagó…. y ya sabemos el final); y por otro, que inspira cierta desconfianza entre los agentes, porque sus argumentos los hizo con aires de superioridad y tajantes, lo que manifiesta poca tolerancia, característica no deseable en un funcionario público. Peor aún, su escrito no solo acusa a los analistas sino implícitamente a los dos miembros que votaron en contra.

En mi opinión, la minuta anterior a la subida de tasa del Banxico era clara. En ese comunicado Banxico mencionó que tomaría las acciones necesarias con base en información adicional. Si bien este lenguaje no fue suficientemente específico, dejaba la puerta entreabierta a cualquier posibilidad. Aunque en descargo de los analistas, el Banxico pone esa leyenda en todas sus minutas, por lo que se ha vuelto una jiribilla, que no genera ímpetu de tomarla en consideración.

Aún así, creo que los bancos no pueden tomar decisiones en piloto automático. Siempre debieran considerar eventos inesperados, como los datos inusualmente altos de inflación y el deterioro en expectativas. Le doy cierto crédito a los analistas que han escrito columnas criticando a Banxico. Sin embargo, omiten decir (y lo saben muy bien) que un banco central debe actuar cuando las expectativas de inflación se están deteriorando, independientemente de la etapa del ciclo económico.

En este sentido no se necesitaba la “cátedra” del subgobernador, ni su tono; la minuta era clara, como ya dije. Si el documento hubiera sido escrito por un tercero, ajeno al banco, en lo personal habría opinado que era un buen escrito que generaba debate. Aunque en lo personal considero que el subgobernador no admite que las expectativas de inflación de mediano plazo se estén deteriorando. En adición, hace referencia a que no es el inicio de un ciclo de alzas (“tons” ¿para que la subieron si son cambios en precios relativos?).

Pero insisto que creo que no es prudente que lo haya escrito un subgobernador, esté o no en lo correcto. De hecho, hasta puede dudarse que el subgobernador esté consciente de la relevancia de sus palabras (recuerdo de nuevo, nunca estuvo en el servicio público, al menos no en un cargo relevante). Insisto, hasta Greenspan con el tiempo se tuvo que tragar sus palabras; de aquí la importancia de conocer muy bien el concepto de consistencia inter-temporal.

Hay canales que los miembros de la Junta deben respetar por el bien de los ciudadanos. La libertad de expresión termina cuando las declaraciones empiezan a afectar a los ciudadanos. Con el tiempo tendremos que encontrar el equilibrio entre la rigidez anterior y la laxitud de hoy, en beneficio del país.

Fausto Hernández Trillo Fausto Hernández Trillo Investigador y académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Experto en finanzas públicas, macroeconomía y sistema financiero. Investigador Nacional Nivel III. Doctor en Economía por la Universidad Estatal de Ohio, EU, y profesor visitante en universidades de México y Estados Unidos. Autor de 3 libros y de decenas de artículos académicos. Conferencista y consultor de organismos internacionales y del gobierno mexicano y galardonado con el Premio de Economía Latinoamericana "Daniel Cosío Villegas".

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