Lo que el CONEVAL aún no nos ha dicho

El Coneval reporta un aumento de 7.3% en el núnero de personas pobres entre 2018 y 2020, con lo que se llega a un total de 55.7 millones en esta condición.
11 Agosto, 2021

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) ha presentado el oscuro panorama de la pobreza y la condición de descuido de la política social en 2020 con gran transparencia y rigor.

Lo hizo con adecuaciones a su metodología, que ha tenido la precaución de aplicar a los datos de 2018 para poder hacer comparaciones con ese año. Sin embargo, aún no nos ofrece la perspectiva de cómo habría evolucionado la pobreza de haberse mantenido los estándares de medición previos. Esto es importante.

El Coneval reporta un aumento de 7.3% en el número de personas pobres entre 2018 y 2020, con lo que se llega a un total de 55.7  millones en esta condición. En el mismo periodo, pero para la pobreza extrema, el incremento fue de 24.1%, lo que deja a 10.8 millones de personas en la peor situación. 

Las dimensiones clave que están detrás del sombrío panorama de pobreza son la salud y el ingreso. El total de personas con carencia de acceso a los servicios de salud subió 77.6%, mientras que el de aquellas con ingresos por debajo de la línea monetaria de pobreza aumentó 8.3%.

Es evidente que la pandemia jugó un papel muy importante en el triste empobrecimiento del país, muy probablemente el de mayor impacto, pero esto no debe desestimar la contribución que tuvo una política social indolente a empeorar las cosas.

Por una parte, durante el periodo de desmantelamiento del Seguro Popular hasta los primeros meses de la creación del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), justo antes de la pandemia, cerca de 7 millones de personas se agregaron a las que reportan carencia de atención médica.

Por otra parte, mientras los beneficios de los programas gubernamentales aumentaron 56%, la proporción que de ellos se dedicó al 20% de la población con menor ingreso se redujo. La defectuosa distribución de las transferencias gubernamentales quedó definida desde antes de la pandemia.

El Coneval da cuenta de lo ocurrido en 2020 actualizando el método antes usado para 2018. Las adecuaciones técnicas y normativas, hechas a cuatro de las siete dimensiones de la pobreza, incluyen: medición del consumo de doce grupos de alimentos en la carencia de acceso a una alimentación nutritiva y de calidad, y la obligatoriedad de la educación superior en el rezago educativo.

Los ajustes hechos al procedimiento de medición anterior generan, en principio, un problema de comparabilidad entre las cifras de 2018 y 2020 . Esta dificultad no es irresoluble, habiendo dos formas de enfrentar esta situación. La primera es hacer los cálculos de ambos años con los ajustes introducidos, precisamente lo que se ha hecho. La segunda es estimar la pobreza de los dos años sin los ajustes mencionados, con el método anterior, lo cual aún no ha realizado el Coneval públicamente.

La falta de esta otra forma de comparación de la pobreza de los últimos años no invalida los resultados anunciados. Proporcionarla puede robustecer lo hallado y aclarar de dónde proceden algunos de los niveles y tendencias de los componentes de la pobreza, ya sea del método o de los datos. Por ello, es importante agotar las vías de comparación cuando se abandonan las anteriores formas de alcanzarla.

Midiendo la pobreza de 2020 con el procedimiento que antes se usaba, el Coneval no va a hallar los “otros datos” que cambiarían radicalmente el panorama de la pobreza y la política social. En cambio, de hacerlo, perfeccionaría su trabajo, uno que hasta ahora ha sido bien hecho y que merece nuestra confianza.

Rodolfo de la Torre Rodolfo de la Torre Actualmente es Director de Movilidad Social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY). Ha sido coordinador de la Oficina de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Director del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad de la Universidad Iberoamericana, y Director de El Trimestre Económico, del Fondo de Cultura Económica (FCE). Fue parte del Comité Técnico para la Medición de la Pobreza en México. Es economista por el ITAM, y maestro en Filosofía de la Economía por la Universidad de Oxford.

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