En ocho estados la cuarta ola de COVID-19 aún no cede

La tasa de defunciones por la pandemia en Michoacán, Hidalgo, Jalisco, Morelos, Sonora, Quintana Roo, Colima y Nayarit aún no se reduce, contrario al resto de los estados del país.
4 Febrero, 2022 Actualizado el 4 de Febrero, a las 20:01
La cuarta ola es en la que menos muertes por COVID-19 se han registrado (Foto: Secretaría de Salud de Jalisco)
La cuarta ola es en la que menos muertes por COVID-19 se han registrado (Foto: Secretaría de Salud de Jalisco)
Arena Pública

En ocho estados las defunciones por COVID-19 no han caído aunque, a nivel nacional, se ha declarado que la cuarta ola está llegando a su fin.

En Sonora, Quintana Roo, Nayarit, Morelos, Michoacán, Jalisco, Hidalgo y Colima, la tasa de defunciones por cada millón de habitantes, en su promedio de siete días, aún no muestra una tendencia descendente como sí se ha visto en la mayoría de las entidades del país y en el promedio nacional, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

En Quintana Roo, Colima y Nayarit, parecería que apenas esta semana se ha alcanzado el pico máximo de defunciones, iniciando una tendencia a la baja. En cambio en Jalisco, Morelos y Sonora, desde hace algunas semanas que la tasa de defunciones se ha quedado estancada en el mismo nivel. Mientras que en Michoacán e Hidalgo se mantiene una tendencia ascendente en el número de muertes por COVID-19.

Este fenómeno se da a pesar que en el resto de las entidades, la misma tasa de defunciones inició una clara contracción desde la última semana de enero.

Sin embargo, este viernes 4 de febrero, el reporte técnico de la Secretará de Salud dio a conocer que se registraron 688 defunciones contabilizadas en las últimas 24 horas, la segunda cifra más alta durante la cuarta ola de la pandemia, después de las 829 muertes por Covid-19 registradas el 1 de febrero. También se contabilizaron 37 mil 63 contagios en las últimas 24 horas. 

Las cifras en los ocho estados mencionados también contrastan con una reducción generalizada en el número de infecciones confirmadas por COVID-19 en el país, una tendencia que comenzó a partir de mediados de enero y que llevó al subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, a declarar hace unos días que la cuarta ola de la pandemia estaba retrocediendo.

Esto podría explicarse en parte por los niveles de saturación hospitalaria en algunos de los estados afectados. Al tres de febrero, la saturación hospitalaria en seis de estas ocho entidades estaba entre el 44% y el 55% de acuerdo con el Sistema de Información de la Red de Infecciones Respiratorias Agudas Graves (IRAG) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

También es posible que estas entidades se encuentren en una etapa más temprana de la cuarta ola de COVID-19, al menos en lo que se refiere a la tasa de defunciones. Los promedios de muertes ocasionadas por la pandemia entre el 15 de diciembre del 2021 y este 2 de febrero en Michoacán, Morelos, Hidalgo y Colima se encuentran entre las más bajas del país. Esto sugiere que todavía no se registran las consecuencias más graves de la lucha contra el virus.

Asimismo, estas cifras podrían responder a un problema estructural en los sistemas de salud de estas entidades. La Unidad de Inteligencia en Salud Pública (UISP) publicó recientemente el Boletín Estadístico 29, con cifras actualizadas de muertes excedentes a lo largo de la crisis sanitaria. Sonora y Quintana Roo destacan entre los estados con un exceso de mortalidad para 2021 muy superior al esperado, según los promedios observados entre 2015 y 2019. En estos estados, las defunciones superan en 61.5% y 40% los estimados para el año pasado respectivamente.

“Se tiene que ampliar la capacidad de asistencia médica en las institución de manera muy importante. No podemos continuar con este precario sistema de salud”, apunta  Samuel Ponce de León, coordinador del Programa Universitario de Investigación en Salud (PUIS) de la UNAM. “Debe modernizarse, actualizarse, ampliarse, reforzarse lo más rápido posible”, agrega.

Un último factor podría ser la distribución de vacunas. A escala nacional, según datos de la Secretaría de Salud (SSa), se han aplicado alrededor de 1.11 vacunas por cada persona en México, respecto a la población total del país. Nayarit, Morelos, Michoacán, Jalisco y Colima están ligeramente por debajo de ese nivel, respecto a la población total de sus respectivas entidades. Sin embargo, su situación dista mucho de la que se observa en Chiapas o Guerrero.

A pesar del caso específico de estos ocho estados, según datos de Conacyt, la cuarta ola de COVID-19 sí ha probado ser mucho menos letal, aunque más contagiosa que cualquiera de las anteriores.

De acuerdo con el especialista de la UNAM, esto es por la evolución natural del virus. “Conforme avance el tiempo podemos asumir que el virus irá encontrando un nivel de transmisión que le permita continuar con su multiplicación, y que al mismo tiempo limita su capacidad para producir una enfermedad tan grave. Esa probablemente seguirá siendo la tendencia hacia adelante […]. Eventualmente, el SARS-COV-2 podrá ser un virus común en invierno”, explica.

Riesgos de COVID-19 luego de la cuarta ola

A pesar de estas tendencias, Ponce de León reafirma que siempre pueden presentarse nuevas olas de COVID-19, ya sean provocadas de nuevo por Ómicron o por alguna nueva variante. Y si llega a presentarse una nueva mutación del virus, la proporción de muertes e infecciones dependerá de las características específicas del patógeno.

En este contexto, advierte que hay algunos estados que podrían volver a destacarse por la evolución de sus infecciones o defunciones: “Cada región, cada estado tiene características particulares. Pero el intenso tráfico de personas de California a Baja California establece patrones de riesgo particulares. Y en otros estados, como Quintana Roo, Baja California Sur, Guerrero, Jalisco en la zona de Puerto Vallarta, con sitios que epidemiológicamente tienen un riesgo particular en la transmisión, por el enorme flujo continuo de personas que llegan ahí”, asegura.

El mismo comportamiento de las infecciones durante la cuarta ola de COVID-19 en México parece reforzar esta teoría. Justamente las entidades de Baja California Sur, Nayarit y Quintana Roo, así como la capital del país (todas ellas zonas de gran movimiento turístico) fueron las que mayor tasa de infección promedio presentaron desde mediados de diciembre pasado.

En términos políticos, sin embargo, los registros finales de defunciones e infectados parecen no importar mucho en la percepción de los ciudadanos sobre cómo los gobernantes están manejando la crisis sanitaria.

De acuerdo con una encuesta levantada por Consulta Mitofsky en enero pasado, el gobernador de Quintana Roo (un estado donde la curva de defunciones aún no ha bajado durante esta cuarta ola, y que está entre las entidades más afectadas por muertes e infecciones a raíz de Ómicron) es de los que mayor respaldo tienen de su gente respecto al manejo de la crisis.