Prólogo a El gran corruptor
En días recientes salió a la venta el libro de Elena Chávez, El gran corruptor, continuación (una secuela temporal) de 'El rey del cash', ambos publicados por Grijalbo (Penguin Random House).
Fue un honor que Elena, una mujer tan valiente, me invitara a escribir el prólogo de su libro, una radiografía sobre el corrupto y corruptor que desde diciembre 2018 es Presidente de la República. A continuación presento un fragmento de dicho prólogo.
Y el rey del cash llegó a Palacio Nacional.
Mesiánico, demagogo y autoritario, Andrés Manuel López Obrador se proclamó el líder de una transformación histórica, una etapa que solo sería comparable con la Independencia, la Reforma y la Revolución, pero, además, sin un conflicto armado. Nada menos que presentándose como par de Hidalgo, Morelos y los presidentes Juárez, Madero y Cárdenas.
Habían sido tres campañas presidenciales. A lo largo de esos años también construyó su propio partido político: el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), para así tener el con- trol absoluto sobre estrategias, candidaturas -empezando por la suya propia- y, un elemento fundamental, los recursos que el partido habría de recibir. En menos de una década montó el andamiaje partidista que deseaba, a su imagen y semejanza, sujeto por completo a sus órdenes, la plataforma electoral que lo catapultaría el poder.
Morena fue no solo producto de una ambición de poder desmedida, sino de dinero, mucho dinero, sobre todo en efectivo. Ese formidable instrumento político obtuvo el registro oficial por parte del Instituto Nacional Electoral en 2014, pero el subsidio del gobierno para su funcionamiento solo se agregó a ese cash en abundancia que recaudaban los personeros de López Obrador y que este acumulaba y repartía a su absoluta discreción. Ríos de dinero que evidenció Elena Chávez en su libro El rey del cash.
Hay tres cosas que no se pueden ocultar: el humo, el amor y el dinero. La excepción a esa regla fue López Obrador, quien durante años supo esconder ese abundante efectivo que recibía. Gracias a El rey del cash muchos mexicanos pudieron explicarse cómo pudo vivir con tanta holgura el eterno candidato con su familia sin tener cargos formales y menos, si cabe, un salario. Cómo el hombre que presumía de traer solo 200 pesos en la cartera pudo financiar el aparato logístico y partidista que giraba a su alrededor, aparte de un “gobierno legítimo” en que los miembros de su “gabinete” percibían sueldos de 50 mil pesos mensuales.
Se entendió por qué AMLO parecía alérgico a toda formalidad o legalidad financiera. Quedó al descubierto cómo podía presumir de que no tenía tarjeta de crédito y no sabía llenar un cheque. No tenía necesidad de hacerlo, puesto que contaba con efectivo en abundancia, ese dinero que no deja huella o rastro alguno, el favorecido por las mafias, criminales o políticas. Recursos que llegaban de numerosas fuentes oscuras por medio de abultados sobres recogidos por sus personeros. El oriundo de Macuspana no tocaba esos billetes, los administraba. Ello le permitía, como en tantas ocasiones, mentir descaradamente con un dejo de verdad: por sus manos nunca había pasado un peso roba- do, porque bajo su cuidadosa supervisión pasaban millones por las manos de sus allegados.
Era, efectivamente, el rey del cash, y finalmente ese cash le permitió convertirse en el rey de México. Porque ese dinero ayudó a que Morena ganara no solo contundentemente la elección presidencial, sino sólidas mayorías en ambas cámaras legislativas. La ciudadanía no entregó un cheque en blanco en julio de 2018 a López Obrador, sino la chequera completa. Esta clase de cheques, los que sacan provecho de un poder sin restricciones o contrapesos, sí los sabe llenar y usar perfectamente. Porque si algo domina AMLO es el uso y abuso del poder, ahí sí entiende perfectamente lo de cobrar y pagar, con canonjías, empleos, contratos, impunidad y lealtad como monedas de cambio.
El perpetuo candidato y su cuantioso cash fueron la radiografía que presentó Elena Chávez. Ahora es una nueva placa la que exhibe en este libro, que deberá ser lectura obligada para aquellos que quieran saber más sobre las podridas entrañas del obradorismo. En El rey del cash, fue la intensa experiencia personal, lo vivido directamente por ella. Ahora son los testimonios que algunos mexicanos le presentaron a Elena, y quien requirió o buscó las evidencias para comprobar aquello que ahora está plasmado en este libro: El gran corruptor.
El modus operandi obradorista continúa, pero desde Palacio Nacional. Ya no es el eterno opositor quien lo encabeza, sino el presidente de la República. El oriundo de Macuspana tiene ahora a su disposición toda la maquinaria del gobierno federal, aparte de los gobernadores de los estados y presidentes municipales afines a él. Gracias al dominio que tiene sobre los legisladores, el presupuesto de egresos de la federación prácticamente está bajo su control, con un escrutinio mínimo y sin obstáculos para reasignar los recursos del erario a su entera discreción. La elección de 2018 fue el “ábrete, sésamo” para que López Obrador y su banda pudieran acceder al tesoro presupuestal del gobierno mexicano.
Una cueva que AMLO no piensa desocupar. Este libro muestra ese aparato de corrupción que busca dinero a lo largo y ancho de todo el gobierno. Desde los contratos asignados directamente hasta los inflados programas sociales, destacando el consentido del presidente: la pensión universal para adultos mayores. Se trata no solo de financiar sus caprichos, elefantes blancos que son agujeros negros de dinero, sino de acumular los cochinitos para las elecciones, sobre todo la grande de 2024. Morena se construyó con cash, y es voraz devorando dinero. Las precampañas de hoy, mal disfrazadas con otros nombres, no se pagan solas.
Ya que no pudo reelegirse directamente, la ambición de López Obrador es dejar en la silla presidencial a Claudia Sheinbaum, con el disfraz de unas encuestas populares que a nadie engañaron. Como escribió magistralmente Daniel Cosío Villegas en 1972, México era una monarquía, absoluta, sexenal y hereditaria por vía transversal. AMLO quiere regresar a ese sistema político, con Morena -o sea, él- en lugar del PRI y todo aquello que el dinero pueda comprar, incluyendo, por supuesto, votos.