Escatología, austeridad presupuestaria y neoliberalismo

Estoy viejo, pero afortunadamente conservo mi memoria. He presenciado la historia reciente del país, desde el desarrollismo de Echeverría y José López Portillo, hasta el neoliberalismo, y ahora la vuelta al desarrollismo.
Como niño y adolescente en el desarrollismo mexicano (joven lector, el desarrollismo fue la estrategia que siguió México entre 1950-1980) uno de los recuerdos que más han girado alrededor de mi cabeza es el sufrimiento que uno atravesaba cuando le daban ganas de ir a "hacer del dos" y uno andaba fuera de casa (expresión mexicana para no pronunciar la palabra defecar o evacuar los intestinos).
La razón de ello es que era imposible encontrar un baño público a secas…y, cuando lo había (por ejemplo, en una gasolinera) era mejor aguantarse o de plano buscar un prado escondido para practicar la posición de “aguilita” por las condiciones en que se encontraban. Cualquiera que tenga mi edad puede dar fe que no miento (por cierto, la Presidenta y un servidor andamos por ahí en edad).
Esto era común también en las oficinas de gobierno. Recuerdo que cada año mi madre me llevaba a la Secretaría de Educación Pública, más específicamente a las oficinas que se encontraban en la calle de Palma, a renovar/revalidar mi beca (las escuelas privadas tenían la obligación de otorgar becas a ciertos estudiantes que lo necesitaran) y hacíamos una cola de horas y horas. Mi recuerdo negativo no es la larga fila, sino los baños de la SEP; eran literalmente denigrantes. Esto fue de 1968 a 1979. Tal vez de aquí surgió mi trauma.
Eso cambió radicalmente durante la apertura de la economía (el mal llamado neoliberalismo). De repente, los baños mejoraron. Se instauró en el país una cultura de derecho a evacuar los intestinos dignamente, aunque a ningún funcionario público se le ocurrió meterlo a la Constitución, infortunadamente. Y ello se debió a que se asignó un presupuesto público al mantenimiento de las instalaciones gubernamentales, baños incluidos. Esto permeó al resto de los comercios privados. ¡Algo bueno trajo el neoliberalismo! Un logro digno de reconocimiento que hasta los morenistas deberían mostrarse conformes.
Con la llegada de la malentendida austeridad republicana, yo que sufrí en mi niñez y adolescencia de la escasez de baños decentes, parece que ese derecho a defecar dignamente, tan preciado, ha desaparecido (es cierto, no es generalizado, pero sí se percibe ya en las oficinas públicas).
En efecto, la calidad de los servicios públicos se ha visto mermada por esa austeridad (que sale cara a la larga) y la población lo percibe cuando va a un hospital y no hay medicamentos (hace tan solo tres semanas en Zacatecas y Tamaulipas hubo eventos de escándalo), o a una escuela y las instalaciones están muy deterioradas o, simplemente, cuando uno quiere ir al baño. Mi institución es un ejemplo claro del deterioro de los servicios sanitarios (por cierto, nuestro director tiene baño privado en su oficina).
