Compra de Deer Park fue para defender negocio petrolero, no por autosuficiencia: Experto

La compra total de la refinería por Pemex no tendrá objeciones del regulador estadounidense y operarla a partir de 2023 significará un alto costo financiero para la petrolera estatal, advierte Gonzalo Monroy.
16 Septiembre, 2021 Actualizado el 16 de Septiembre, a las 14:07
Deer Park seguiría igual hasta 2023, cuando acaben los contratos vigentes de la refinería  (Foto: Canal del Congreso)
Deer Park seguiría igual hasta 2023, cuando acaben los contratos vigentes de la refinería (Foto: Canal del Congreso)
Arena Pública

Petróleos Mexicanos (Pemex) adquirió la refinería de Deer Park por un plan de negocio, no por el proyecto de soberanía energética.

Así lo asegura Gonzalo Monroy, director general de la firma de consultoría GMEC. “La razón principal [de por qué Pemex comprará Deer Park] no tiene nada que ver con la autosuficiencia energética, ni si vamos a poder producir gasolinas. Pemex lo hace desde un punto de vista defensivo, para asegurarse que pueda seguir exportando petróleo hacia Estados Unidos”, afirma Monroy, un experto en asuntos energéticos.

La declaración enfrenta directamente las afirmaciones del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) desde que se reveló la transacción. El titular del Ejecutivo federal ha dicho que la compra es parte de un plan para que Pemex pueda “procesar todo el petróleo crudo, lo va a convertir en gasolinas, en diésel, vamos a ser autosuficientes; esto para 2023”.

Sin embargo, hace sentido considerando las acciones que Shell (la aún dueña mayoritaria de Deer Park) ha tomado para reducir agresivamente su operación de refinación. A finales de 2020, la petrolera clausuró una de las instalaciones más grandes que tenía en la Unión Americana, luego de no encontrar un comprador interesado y en el marco de una caída sustancial en el consumo de combustibles fósiles por el cierre de actividades causado por la pandemia de COVID-19.

Pero esta reducción en la capacidad de refinación de Shell se extiende más allá de la crisis sanitaria. De acuerdo a datos de Statista, desde 2010 las actividades de refinación de la compañía se han reducido consistentemente. A eso se debe sumar que su Downstream Director, Huibert Vigeveno, sugirió en una entrevista  a Bloomberg que esta reconfiguración de las instalaciones responde a una nueva visión a futuro para la compañía, más amigable con el medio ambiente.

La refinería operada por Shell, que en un inicio procesaba crudos pesados, desde hace dos años le ha dado mayor prioridad al procesamiento de crudos ligeros.

“Esto le pega a Pemex porque ya nada más iba a surtir la mitad de lo que estaba haciendo al día de hoy; poco más de 70 mil barriles. Esto golpea a Pemex de dos formas. Uno, ya no se sostiene que Pemex recibiría la mitad de la producción de Deer Park. Segundo, también pierde market share en el mercado americano. Esto pone en riesgo toda su viabilidad. Antes era uno de los más grandes suministradores de Estados Unidos y cada día pierde más participación”, asegura Monroy, un crítico de la política energética emprendida por López Obrador.

Las cifras de Pemex corroboran este análisis. Las exportaciones de petróleo crudo a Las Américas cayeron sustancialmente entre 2018 y 2019 en volumen de barriles. Y aunque se recuperaron durante 2020, hasta julio del 2021 se registraba un promedio de 597 mil barriles diarios vendidos a esta región, el promedio más bajo de, al menos, los últimos seis años. Igual pasa en productos petrolíferos, con reducciones sustanciales de volumen en casi todas las verticales.

El costo de la compra de Deer Park

La transacción entre Shell y Pemex debe ser aprobada primero por los reguladores estadounidenses, como lo anunció la petrolera desde que reveló al público que había accedido a cederle al Gobierno de México el resto del interés en Deer Park. Aunque se espera que el trato se cierre a finales de este mismo año, algunas objeciones han surgido del lado estadounidense.

En entrevistas con medios y en cartas al Comité de Inversiones Extranjeras de los Estados Unidos, el representante republicano de Texas Brian Babin ha señalado que es un riesgo permitirle a Pemex obtener el 100% de la operación de una refinería estadounidense. Acusó que el historial de Pemex en accidentes, problemas económicos y efectividad en la operación podría traducirse en un dolor de cabeza para sus “constituyentes y Estados Unidos como un todo”.

Sin embargo, Gonzalo Monroy asegura que este tipo de voces son insignificantes en la decisión sobre cederle Deer Park a Pemex o no. Apunta que “le va a jugar a favor que es una empresa estatal, que lleva un largo rato trabajando en Estados Unidos aunque no fuera el operador, y que México sea parte del T-MEC”; por lo que “todo pinta para [que el acuerdo] sea aprobado, no se espera que haya problemas en el camino”.

Pero aunque no hay objeciones aparentes del lado estadounidense para que Pemex tome el control de Deer Park, sí hay varias preocupaciones sobre qué pasará con la refinería una vez que esté bajo el control de la estatal mexicana.

Una de las razones estratégicas para la adquisición de la refinería que expuso Arturo Herrera, titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) cuando se negoció y anunció la compra de Deer Park, fue la posibilidad de enviar gasolinas y productos refinados de petróleo a México en contingencias como una subida del huachicol o un hackeo al sistema de combustibles estadounidense.

Sin embargo, Gonzalo Monroy asegura que “desde hace poquito más de dos años, Deer Park ya no manda producto a México […] por un problema que hay en el puerto, a la salida del Houston SHip Channel, que es donde está la entrada de Galveston; donde salen todos los buques. La refinería no es adyacente a este canal”.

Reafirma que, por este problema logístico, “lo que estaban haciendo Shell y Pemex era poner el producto en plantas adyacentes que están a un lado, y a Pemex le entregaban [su cargamento de gasolina, diésel, etcétera] en un buque cargado en altamar”. En este sentido, asegura, si el plan de la actual administración es enviar petrolíferos a México recurrentemente, “le van a tener que poner más para la adecuación portuaria. No es tan sencillo. Sí se puede, pero cuesta dinero”.

Y es justamente la capacidad financiera de Pemex para atender las necesidades de Deer Park y asegurar su máximo aprovechamiento económico la que genera mayor incertidumbre sobre su potencial productivo a largo plazo. Se ha reportado que la petrolera mexicana podría querer enviar combustóleo sobrante de la refinería de Tula hacia Texas, para poder transformarlo en petrolíferos de mayor valor.

Pero Gonzalo Monroy apunta que, por los requisitos logísticos de transportar combustóleo (entre ellos, que el producto debe mantenerse a altas temperaturas), estos planes “requieren de muchas inversiones”. Además, advierte que hasta ahora el posicionamiento de este tipo de combustibles en Estados Unidos no ha sido económicamente viable para Pemex; precisamente porque los altos costos de logística en los que incurre la empresa le dejan un margen de ganancia casi inexistente.

A eso se debe sumar la carga de deuda que Pemex está aceptando con la adquisición de Deer Park. En mayo pasado las instalaciones cargaban con una deuda de 980 millones de dólares (MD), que se sumarán a los deberes que ya tiene la paraestatal, valuados en unos 115,000 MD.

Ya grupos opositores en el Congreso de la Unión han exigido a la administración actual y sus aliados describir cómo pretenden lidiar con la deuda de Deer Park, sin tener aún una respuesta satisfactoria. Algo que está en línea con el tratamiento que el gobierno federal le ha dado a la deuda de Pemex en general, un problema que lentamente está avanzando a convertirse en una pesadilla fiscal por sí mismo.

Estas problemáticas además se van a acentuar a partir de 2023. De acuerdo con Gonzalo Monroy, “mucha de la producción de Deer Park ya está comprometida […], lo que significa que, con la venta, esos contratos no se invalidan ni se cancelan. [Además], los trabajadores que están en la planta de Deer Park, continuarán ahí. No forman parte de Pemex ni de su sindicato. [Con esto] se va a asegurar que se mantengas las instalaciones y la operación al menos hasta 2023”.

A partir de entonces, quedará en manos de Pemex operar Deer Park casi completamente por cuenta propia. Algo para lo que, según documentos internos de Pemex retomados por Reuters, la misma compañía se considera incompetente.

Hay varias soluciones posibles, desde contratar a alguien más para la operación de la planta, hasta aprovechar los próximos dos años para que Pemex envíe sus propios especialistas y logre una transferencia de habilidades que no se hizo en más de dos décadas de co-gestión con Shell.

Pero aún si Pemex se las arregla para sortear todos estos retos, Gonzalo Monroy concluye que la discusión volverá al tema del dinero. El costo financiero de mantener Deer Park después de 2023, asegura, será “muy alto”.

“Casi nadie menciona esa métrica, pero cuando comparas los costos de venta, administrativo, distribución, compra de insumos; comparado contra los ingresos, Pemex está por arriba del 85%. Y no va a aumentar mucho más sus ingresos, porque es una venta intersubsidiaria. Van a empeorar más los números, no importa que le bajes la carga fiscal. Es muy probable que Pemex, incluso  sí prácticamente no paga impuestos, vaya a seguir perdiendo dinero”; concluye.