Reforma Fiscal 2022: Revisita

No veo necesidad de incremento de tasa, pero sí de mayor fiscalización y modificaciones a la ley del ISR para cerrar huecos.
15 Abril, 2021

Se aproxima una reforma fiscal. En este espacio hace casi dos años le dediqué dos entradas al tema

Como ahí argumenté, la reforma se discutiría después de la elección intermedia para entrar en vigor en 2022. Ese tiempo ha llegado. No se sabe cuáles serán las características de la posible iniciativa, pues es además año de elecciones. Eso no quita que la SHCP no la tenga ya diseñada y nada más la retocará conforme a los resultados de las elecciones de junio y al propio cabildeo natural que se da ante estas iniciativas.

Se debe recordar que reformas fiscales profundas y radicales en nuestra historia han sido realmente escasas. Si se utiliza como parangón, hubo solo dos cambios radicales en el siglo XX. El primero fue la introducción del ISR, un impuesto que se aprobó bajo la administración del presidente Álvaro Obregón, que fue acaloradamente debatido por el sector privado. El segundo gran cambio se dio con la introducción del Impuesto al Valor Agregado hacia fines de los 1970s. Este además permitió ordenar las relaciones fiscales intergubernamentales (no porque hoy lo estén, pero en su momento permitió la eliminación de las llamadas cascadas tributarias que provocaba el Impuesto sobre Ingresos Mercantiles (ISIM).

Las necesidades de reformas fiscales a lo largo de nuestra historia como nación ha sido tal vez la constante. Como se sabe, desde nuestra independencia la recaudación de impuestos en nuestro país se ha ubicado muy por debajo de los estándares internacionales y de las necesidades de gasto para cumplir con las obligaciones que señala la Constitución. En mis entregas en este espacio de hace dos años mencioné que en el corto plazo se necesita recaudar como mínimo 2 puntos porcentuales con respecto al PIB adicionales (y otros dos en el mediano plazo) para financiar dichas obligaciones que tiene el Estado.

Dicho esto, las alternativas con ese potencial recaudatorio son pocas. Como ahí mencioné, se puede introducir algunos de los impuestos considerados como más progresivos; sin embargo, por la propia naturaleza de este país, con 60% de informalidad, traerían un incremento bajo en la recaudación. Más aún, infortunadamente, y por lo mismo, las acciones comúnmente recaen sobre los cautivos, los que de por sí ya pagan una tasa efectiva alta (por arriba del 50% de acuerdo a mis propios cálculos). No obstante, como símbolo que encaja dentro de los principios ideológicos de este gobierno, pueden introducirse; aunque sabemos de antemano los resultados marginales en la recaudación porque habría elusión importante del llamado 1% más alto.

Estas medidas tendrían que complementarse con cambios en otros impuestos, o más bien olvidarse de ellas y concentrarse en lo siguiente. Son dos alternativas que podrían considerarse.

La primera se refiere al ISR-PM. Como anoté en aquellas entregas, en muchos países este impuesto se elude trasladando la dirección fiscal a otro país con tasas más bajas (a esto se le conoce como transferencia de precios). Por ejemplo, algunas empresas alemanas se fueron a Polonia, la República Checa, entre otras. Las americanas se han ido a tasar a Canadá, Irlanda y otros países del Europa del Este. La respuesta de casi todos los países avanzados fue la de reducir las tasas a las corporaciones. Hubo, pues, una carrera hacia una disminución de tasas (“race to the bottom”). Trump, fue lo primero que hizo, reducir las tasas para intentar repatriar las direcciones fiscales de las grandes corporaciones.

El presidente Biden, contrario a lo que los países europeos hicieron a lo largo del presente siglo, ha decidido proponer un incremento de tasas tributarias a las corporaciones. Para evitar la elusión vía cambios de domicilios fiscales, propone simultáneamente un impuesto mínimo de 15% al ingreso de las corporaciones con ventas mayores a 100 millones de dólares americanos. Ambos se consolidarían. Asimismo, propone aumentar la tasa a personas físicas con ingresos anuales superiores a 400,000 dólares americanos (8 millones de pesos anuales de ingresos).

El caso mexicano es interesante pues la tasa corporativa (ISRPM) es alta, de 30% , comparada con Alemania (15.8%), Canadá (15%) y EEUU (21%, con propuesta de Biden a 28%). La pregunta obvia es porqué las corporaciones mexicanas no han trasladado sus domicilios fiscales a otras latitudes, como Canadá, por ejemplo, que tasa a la mitad.

La respuesta aceptada es que la tasa efectiva que pagan los grandes contribuyentes se ubica por debajo de la canadiense. Esto se logra mediante ingeniería tributaria (elusión, que es legal), o incluso con actividades ilegales (destaca uso de factureras y otros ilícitos) o como se dice “evasión con pago en efectivo”, que no deja huellas.


 

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En mi opinión, las acciones que se están tomado en esta administración con respecto a las personas morales “grandotas” de fiscalizarlas mejor es la ruta correcta, de manera que se eleve la tasa efectiva (la que realmente pagan). No veo necesidad de incremento de tasa, pero sí de mayor fiscalización y modificaciones a la ley del ISR para cerrar huecos.

Se podría igualmente incrementar tasas de personas con ingresos anuales mayores a 5 millones de pesos a 36%, y de más de 7.5 millones a 38%. Esto no necesariamente es recaudatorio, todo ayuda por supuesto, pero va con los principios de progresividad.

No obstante, la única opción recaudatoria que se vislumbra en un país como México, con un altísimo grado de informalidad es elevar la tasa del impuesto al consumo. En mi opinión, este gobierno sería el único que podría dar este paso histórico, y con la credibilidad de que lo recaudado se canalice a hacia la población más vulnerable. Es cierto, es un impuesto satanizado pues, hay que decirlo, es regresivo, es decir, le pega proporcionalmente más a los estratos más bajos que a los más altos. Por ello, es muy rechazado.

Reitero, con un gobierno como el de la 4T la recaudación de éste podría usarse para redistribuir el ingreso (no quiero meterme a los métodos, solo a este hecho, ya que será motivo de otra entrega), con lo que más que compensaría la regresividad que por naturaleza tiene el IVA.

Hay varias ventajas sobre este impuesto. En principio, es de los más fáciles de recaudar; segundo, ayuda a gravar a la informalidad; tercero, cuenta con poder recaudatorio.

La alternativa no necesariamente tiene que ser eliminar la tasa cero de alimentos y medicinas (aunque lo más deseable en mi perspectiva); también podría simplemente permanecer como está, pero elevando la tasa actual de 16% a 18%, dejando alimentos y medicinas con tasa cero.

Fausto Hernández Trillo Fausto Hernández Trillo Investigador y académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Experto en finanzas públicas, macroeconomía y sistema financiero. Investigador Nacional Nivel III. Doctor en Economía por la Universidad Estatal de Ohio, EU, y profesor visitante en universidades de México y Estados Unidos. Autor de 3 libros y de decenas de artículos académicos. Conferencista y consultor de organismos internacionales y del gobierno mexicano y galardonado con el Premio de Economía Latinoamericana "Daniel Cosío Villegas".