La fuga de cerebros especialistas en inteligencia artificial: de las universidades a Silicon Valley
Silicon Valley tiene hambre de cerebros, particularmente de aquellos que prometen el nuevo gran paso en el campo de la inteligencia artificial.
El desarrollo de máquinas cada vez más inteligentes se perfila como uno de los próximos grandes saltos tecnológicos que podrían cambiar la industria a nivel global.
Por eso mismo, Facebook, Google y otros residentes de Silicon Valley se han dedicado a cazar los talentos más prometedores del campo en su hábitat más común: los pasillos de la academia.
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Durante los primeros meses de 2015, el portal tecnológico The Verge reportó que miembros del laboratorio de robótica de la Universidad de Carnegie Mellon, en el estado de Pensilvania, comenzaron a esfumarse.
¿Su destino? Un edificio a unos cuantos metros del laboratorio de robótica en el que se encontraban instaladas las oficinas de su nuevo y adinerado vecino: Uber.
El hecho no fue coincidencia, pues muchos de ellos estaban trabajando en tecnologías para el desarrollo de coches autónomos en las que Uber ha mostrado interés.
“Se llevaron a todos los que estaban trabajando en autonomía vehicular; básicamente grupos enteros, equipos completos de desarrollo, especialistas en comercialización, todos aquellos que tenían una beca o que estaban generando propiedad intelectual”, dijo uno de los miembros del laboratorio al portal el 19 mayo de 2018.
Uber busca los mejores talentos en el campo de inteligencia artificial para desarrollar sus coches autónomos (Foto: Elliott Brown)
Aquel fue uno de los primeros indicios innegables del apetito de las tecnológicas de California y de otras corporaciones por investigadores especialistas en el campo de la inteligencia artificial, y también la primera señal de alarma para muchas de las universidades que contaban con estos expertos rondando los pasillos de sus instalaciones.
Tres años después, la cacería de las grandes corporaciones en territorio universitario continúa. En mayo de 2018, la financiera JPMorgan Chase logró contratar a Manuela Veloso, otra residente de Carnegie Mellon y la jefa del departamento de investigación en el llamado “aprendizaje de máquinas” en el instituto.
Pedro Domingos, quien hacía investigación sobre inteligencia artificial en la Universidad de Washington, fue acaparado a mediados de agosto por el grupo de inversión D.E. Shaw; y Andrew Moore, otro investigador de Carnegie Mellon, también dejó su lugar en la universidad para trabajar en el sector privado, aunque hasta el momento de esta publicación no ha revelado para quién.
Google y otras corporaciones tecnológicas han invertido mucho en inteligencia artificial
No extraña que varias corporaciones estén tan interesadas en la contratación de investigadores dentro del campo de la inteligencia artificial.
A enero de 2018, Google había invertido 3 mil 900 millones de dólares (73 mil 400 millones de pesos) en desarrollar la tecnología; Amazon había gastado 871 millones de dólares, Apple 786 millones y Uber 680 millones, según un reporte de la proveedora de componentes electrónicos RS Components.
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Y tampoco es extraño que los talentos buscados por las grandes tecnológicas acepten la oferta: sus sueldos pueden alcanzar entre los 300 mil y 500 mil dólares (entre 5.6 millones de pesos y 9.4 millones de pesos) al año, según un reporte del New York Times.
El precio por obtener los servicios de estos científicos es muy elevado, pero las tecnológicas están dispuestas a pagar tanto como sea necesario debido a su escasez.
Según un informe de la firma de análisis Element AI, el número de investigadores de alto nivel especializados en inteligencia artificial a nivel global ronda los 100. La firma china Tencent coloca la cifra en 300 mil.
¿Las corporaciones hacen ciencia?
A pesar de las oportunidades, no todos los especialistas en inteligencia artificial están contentos con que grandes corporaciones adquieran el talento de las universidades para sus oficinas.
Simon DeDeo, investigador en la Universidad de Carnegie Mellon, escribió en su cuenta de Twitter que el problema con llevar científicos de un ambiente académico a uno empresarial es que su trabajo dejaba de constituir una labor estrictamente científica.
“Estarán trabajando en la última novedad de la inteligencia artificial, sí… serán una disciplina de la ingeniería cuyas principales metas serán establecidas por grandes corporaciones. Pero no serán científicos”, tuiteó DeDeo el 12 de julio de 2018.
Can you do cool research at Google Brain? Honest answer: no. You will be on the cutting edge of machine learning, yes—an engineering discipline whose basic goals are set by large corporations. But you will not be a scientist.
— Simon DeDeo (@SimonDeDeo) 13 de julio de 2018
Yann LeCun, jefe de desarrollo de inteligencia artificial en Facebook, por su parte, aboga por un esquema de trabajo conocido como “afiliación dual”, en el que los especialistas distribuyen su tiempo entre el mundo académico y el corporativo.
“Algunas ideas florecen en la academia, mientras que otras solo pueden desarrollarse en la industria, donde hay equipos de ingenieros más grandes y la disponibilidad de recursos computacionales es mayor”, señaló LeCun en un artículo publicado por el portal Business Insider el 3 de agosto de 2018.
MÁS INFORMACIÓN: Las gigantes tecnológicas están pagando salarios por investigadores de inteligencia artificial escasoso, The New York Times, 22 de octubre de 2017
MÁS INFORMACIÓN: Los gigantes de Silicon Valley llevan su cacería de talentos a Cambridge, The New York Times, 3 de julio de 2018