Caravana de migrantes: "¿Dónde están? Hace 8 días que no sé nada ellos"

La crónica de Lucy, Luis, Isabel, Cindy. Migrantes forzados a iniciar un viaje sin garantías, marcados por la incertidumbre de no saber qué pasará con ellos durante la caravana de migrantes.
16 Mayo, 2018 Actualizado el 17 de Mayo, a las 14:46
Cuando esperas la caravana de migrantes desde EU solo te preguntas ¿dónde estarán?
Cuando esperas la caravana de migrantes desde EU solo te preguntas ¿dónde estarán?
Arena Pública

Después de un largo viaje en la caravana de migrantes Lucy, originaria de Honduras, está en Tijuana con la esperanza de llegar a Nueva York y reunirse con su sobrino Luis.

Esta es la historia de su comunicación durante su camino, de mí como su intermediaria por un corto tiempo, pero sobre todo de la incertidumbre que incluso los migrantes que ya lograron pasar la frontera con Estados Unidos mantienen día a día, mientras sus familias y amigos emprenden el peligroso trayecto que esperan los reuna. 

El 25 de marzo se echó a andar una caravana de migrantes centroamericanos a través de México para llegar a Estados Unidos. La cifra oficial se reportó en alrededor de 2 mil personas; sin embargo, eran más.

También había un segundo grupo que hacía la caravana desde lejos; desde sus teléfonos. Se trataba de aquellos que eran el destino de quienes caminaban por las brechas de México; los familiares y amigos al otro lado de la frontera.

Ahí, en ese otro grupo, estaba Luis N. en Nueva York esperando a su tía Lucy N., quien salió de Honduras para reencontrarse con él y su hija; aquella misma a quien había enviado a Estados Unidos con unos traficantes de migrantes -de los llamados 'coyotes'- cuando la niña apenas tenía cinco años.   

Conocí a Lucy en el refugio de Nuestra Señora de la Asunción en Puebla y me volví una intermediaria entre la comunicación de ella y Luis, convirtiéndome -de alguna manera- en testigo de la esperanza y la incertidumbre de estos migrantes.

Día a día quienes esperan a los migrantes se despiertan con una sola pregunta en la cabeza, ¿dónde estarán?.  Desde lejos, ellos intentan seguirlos por los medios y a través de mensajes telefónicos, pero las respuestas tardan en llegar.

 

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Durante el viaje los migrantes pocas veces consiguen una señal de internet para comunicarse con sus familiares o amigos que los esperan al otro lado; a veces piden prestados celulares o buscan intermediarios que se comuniquen con sus parientes para decirles que están bien. Así lo hacía Luis a través de mi teléfono celular.

 

 Buenas noches, perdón por la molestia, pero ¿quisiera saber si aún puedo saber de Lucy? ¿sigue usted con ella?

 

En el refugio donde conocí a Lucy intentaba tomar algunas fotografías, pero cada vez que sacaba mi cámara, muchos del grupo de migrantes se alejaban. El temor los invade. Pero Lucy no, ella se acercó y sin rodeos me dijo: “tómame una foto”.

Le tomé varias. Luego cuando se las mostré, me pidió que se las envíe a Luis, su sobrino, “para que me vea que estoy bien”. Me dio el número telefónico con recelo y me repitió nuevamente “por favor se las mandas”. Hacía días que no había podido contactarlo.

Con Lucy también viajaba su compatriota Isabel N. con algunos niños a cuestas, pequeños todos ellos que no llegaban siquiera a los 7 años. Eran sus nietos, quienes no habían visto a su mamá en dos años después de que tuvo que huir de Honduras debido a las amenzas recibidas por su anterior pareja. Había logrado conseguir asilo en Estados Unidos y ahora el sueño era reunirse con sus hijos en tierra estadounidense.

 

Caravana de migrantes en refugio de Puebla.

Caravana de migrantes en refugio de Puebla. Foto: G.R./derechos reservados. 

 

También fui la intermediaria de Isabel. Me confió el número telefónico de su hija Cindy N. para avisarle sobre su situación y el rumbo que llevaba.

Así, desde el 30 de marzo me comuniqué con quienes estaban del otro lado: Luis en Nueva York y Cyndi en San Francisco. Ambos seguían la caravana de migrantes con noticias intermitentes de sus familiares. Algunos días sabían por dónde iban; en otros, el silencio y la incertidumbre duraban semanas.

Los miedos que provocan la incomunicación y la incertidumbre aterran. Cuando me comunicaba con Luis me dejaba ver su temor de que su tía Lucy -por acortar camino- se subiera al conocido tren llamado 'La Bestia'. Una ruta que le ha costado la vida a miles de migrantes; una especie de tren de la muerte.

 

13 de abril:
- Me dijo que pensaba agarrar el tren y no me gusta la idea.
- A mi me contó lo mismo.
- Le dije que esperara hasta el lunes, espero que se quede.

 

Días después de llegar a la Ciudad de México, Isabel -la madre de Cindy- con sus nietos, se separaron de la caravana de migrantes. Decidieron viajar con el mismo 'coyote' que hace dos años la había cruzado a ella. Cindy terminó su espera en tres semanas... pero no completamente.

 

23 de abril:
- Este es el número de mi mamá, ya está aquí.
- ¿Contigo?
- Sí, ya está conmigo, aún me faltan...

 

A los hijos de Cindy los retuvieron en un albergue de niños refugiados en Texas, para una serie de evaluaciones, tratamientos psicológicos y la confirmación de que Cindy es económicamente solvente para mantenerlos.

Hasta la publicación de esta crónica, solo 300 -de la caravana de migrantes original- han llegado a Tijuana; Lucy entre ellos. Sin embargo, estar cada vez más cerca no significa que la incertidumbre de su sobrino haya terminado.

 

7 de mayo:
- La última vez que hablé con ella, fue el día en que iban a entregar el primer grupo a migración, desde ahí no me ha llamado.
- ¿Cuántos días han pasado?
- Como ocho…

 

Cada año cerca de un millón de nuevos inmigrantes legales son admitidos en los Estados Unidos. Más de 10.6 millones fueron aceptados desde 2007 hasta 2016, según las estadísticas del Centro de Estudios de Inmigración.

Así, Luis y Cindy, son apenas un caso de la incertidumbre de un viaje sin garantías. Un viaje que no solo viven los migrantes por territorios desconocidos; sino también aquellos seres queridos que los esperan en algún lugar de los Estados Unidos con la angustia de no saber si aún siguen vivos.

 

 

*Todos los nombres mencionados en esta crónica fueron cambiados por seguridad de las fuentes. 

 

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