Las incertidumbres de Citibanamex

Citi pudo quedarse en México y no lo hace. La salida tiene la sombra de los pobres prospectos de crecimiento durante los próximos años.
24 Enero, 2022
Que López Obrador manifieste que prefiere que capitales mexicanos se queden con Banamex afecta el proceso de venta.
Que López Obrador manifieste que prefiere que capitales mexicanos se queden con Banamex afecta el proceso de venta.
Econokafka

Un gran banco mexicano venido a menos (ya no el gigante que fue), pero todavía muy importante y sobre todo cargado de historia. Después de todo, el más antiguo del país, fundado en 1884, poco antes de que Porfirio Díaz retomara la presidencia del país tras el interludio de Manuel González y cuatro décadas antes de la fundación del Banco de México. Tras 20 años, Citigroup (el tercer banco de los Estados Unidos por activos y décimo tercero del mundo) venderá los segmentos de banca de consumo y pequeñas empresas, la cara que Banamex da al público.

¿Fue por estrategia global o local?

Citi hizo lo mismo en otros 13 mercados en Asia, África, Medio Oriente y Europa. El 13 de enero, en el movimiento más reciente, anunció el acuerdo para vender su banca de consumo y tarjetas de crédito en Indonesia, Malasia, Tailandia y Vietnam al UOB Group. En esos países asiáticos, como será el caso de México, el banco retendrá a los grandes clientes para manejo de inversiones y patrimonial (lo más discreto y redituable).

México pudo ser la excepción a la regla (aparte, claro, de Estados Unidos) en la estrategia de salida de ese segmento. Citi, entonces conocido como Citibank, llegó a México en 1929 durante la presidencia de Emilio Portes Gil y fue el único banco extranjero al que se permitió operar en el país tras la nacionalización de la banca por José López Portillo en 1982. Y, por supuesto, está la compra del entonces gigante Banco Nacional de México en 2001, por 12,500 millones de dólares, la adquisición que marcó el antes y el después de la entrada de la banca extranjera en México. Una banca urgida de inyecciones, tanto de capital como de experiencia.

Citi pudo quedarse en México y no lo hace. La salida tiene la sombra de los pobres prospectos de crecimiento durante los próximos años, causados por una política económica muchas veces alérgica a la inversión privada, sobre todo la extranjera, destacadamente en el sector energético. Las perspectivas del país a mediano plazo, por lo menos hasta 2024, son todo menos brillantes.

Enrollarse en la bandera

La venta de Banamex resulta irresistible para muchos nacionalistas, una oportunidad para enrollarse en la bandera y ver de regreso en propiedad de mexicanos una institución con tanta relevancia en el sector financiero aparte del peso histórico.

Particularmente irresistible para el político que hizo su nombre atacando el rescate bancario de 1995-97, quien convirtió la palabra “Fobaproa” en radioactiva en el léxico político nacional. El mismo que presentó dicho rescate, que buscaba proteger a los ahorradores de la banca y evitar el colapso del sistema de pagos (lo que logró) como un saqueo a la nación realizado por neoliberales para proteger a banqueros y empresarios, al tiempo de tapar fraudes.

El problema es que el político de oposición de ayer es el Presidente de hoy. Ya no se trata de lanzar una encendida arenga en una plaza, sino de las declaraciones del titular del Ejecutivo Federal. Que López Obrador manifieste abiertamente que prefiere que capitales mexicanos se queden con Banamex afecta el proceso de venta, pues los extranjeros bien pueden considerar que no será un concurso con una cancha pareja –y Citi puede no recibir el monto que habría esperado (suponiendo que la venta no esté ya acordada de antemano).

Impuestos, pinturas y esculturas

La ironía es que el propio AMLO quiere que esa venta sea lo más exitosa posible en términos financieros, para así cobrar la mayor cantidad de impuestos posibles. Para el tabasqueño sería una especie de reivindicación, pues en 2001 criticó incansable que la transacción de compra de Banamex, a través de la Bolsa Mexicana de Valores, no había pagado impuestos (porque así se permitía legalmente).

Como en otras instancias, como fue el remanente del Banco de México 2020 que nunca se materializó, López Obrador es proclive a hacer las cuentas de la lechera. En mañanera reciente dijo que esperaba que Banamex se vendiera entre 30 y 40 mil millones de dólares. ¿De dónde sacó la estratosférica cifra? Quizá de pensar que en dos décadas había crecido considerablemente la inversión original. Lo cierto es que estimaciones más fundamentadas apuntas a entre 9 mil y 15 mil millones de dólares.

Por si la inoportuna intervención nacionalista del Presidente no fuera suficiente para añadir incertidumbre, estuvo la ocurrencia del Canciller que, además sin autoridad alguna en el terreno financiero, pensó que es legítimo solicitar a Citi que ceda todo el patrimonio cultural de Banamex al gobierno mexicano. ¿El motivo? Haber saneado al banco. Marcelo Ebrard parece no entender que el saneamiento no fue un regalo a Citi, sino una estrategia para que Banamex se mantuviera en pie –y eventualmente fuese vendido años más tarde al banco estadounidense.

La venta del tercer banco más grande del país (por activos, cuarto por préstamos) es de por sí bastante complicada, pero además está toda la incertidumbre innecesaria que agregan el Presidente y el titular de Relaciones Exteriores.

Sergio Negrete Cárdenas Sergio Negrete Cárdenas Doctor en Economía por la Universidad de Essex, Reino Unido. Licenciado en Economía por el ITAM. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Profesor-Investigador en el ITESO. Fue funcionario en el Fondo Monetario Internacional (FMI) y en el Gobierno de México.

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