Polarización económica y política a la alza

La polarización económica tiene más que ver con el deterioro de las clases medias que con la desigualdad en sí misma.
16 Noviembre, 2022

Es lugar común afirmar que la división de la sociedad mexicana en bandos económicos y políticos distantes siempre ha estado presente y hoy simplemente se expresa como no lo había hecho antes. Esto no es así. La sociedad mexicana se encuentra más polarizada que en el pasado, lo que está frenando las posibilidades de desarrollo democrático del país.

Es fácil confundir la desigualdad con una división económica que confronta grupos opuestos. En México, el 10% de la población más rica ha concentrado en los últimos quince años más del 75% de la riqueza nacional, de acuerdo al Reporte Mundial sobre Desigualdad 2022, difundido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Sin embargo, en ese lapso, la polarización ha provenido de una caída en los recursos del 40% de la población con riqueza intermedia que la ha acercado a lo que tiene el 50% de la población más pobre.

La mayor igualdad entre estratos medios y pobres ha significado a su vez un alejamiento respecto a los más ricos. Puesto de otra forma, la polarización económica tiene más que ver con el deterioro de las clases medias que con la desigualdad en sí misma. Diversos estudios muestran que la polarización de ingresos, salarios, ocupacional y regional en el país se ha incrementado en los últimos quince años (ver por ejemplo, García, Fuentes y García (2012) “Desigualdad y polarización del ingreso en México: 1980-2008”, y  García y García (2020) “Polarización salarial y ocupacional: 2005-2017”).

A la mayor polarización económica le ha correspondido una mayor polarización política. La polarización política corresponde un discurso público que enfatiza el “ustedes contra nosotros”, que tiende a desdeñar la pluralidad de opiniones como algo normal, que cuestiona la legitimidad moral del contrario y comienza a tratar al otro como una amenaza existencial. Esta polarización existe en la medida en que los ciudadanos se atrincheran ideológicamente magnificando la distancia respecto a quienes no tienen sus mismos valores o creencias.

El análisis del discurso público hecho por el “Informe de la Democracia 2022” de Varieties of Democracy muestra que México ha sido uno de los países en donde más ha aumentado la polarización política en la última década. Este fenómeno es mundial, pero se ha exacerbado en países como Brasil, Chile, Jamaica, Nicaragua y Ucrania, además del nuestro. Este notable aumento en la polarización política nacional proviene desde 2014, pero se ha acentuado a partir del 2018, según el reporte.

La polarización política, que en sí misma pide transformaciones en la sociedad o al menos en parte de ella, paradójicamente se convierte en enemiga del cambio. Para empezar, la polarización dificulta la deliberación pública arraigando posiciones disímbolas en un lenguaje de sensaciones en vez de ponerlas en un diálogo de razones. Por ejemplo, el Informe de Desarrollo Humano 2022 del PNUD muestra que en los libros publicados en inglés y español en los últimos 125 años ha habido un aumento del lenguaje emocional en detrimento del lenguaje racional en los años en donde la polarización política ha aumentado.

Más importante es que la polarización política representa un desgaste para la democracia y facilita la aparición de gobiernos autoritarios. El Informe sobre Desarrollo Humano 2022 también muestra que en tiempos de elevada polarización política en el mundo suele presentarse un deterioro de las instituciones electorales, aumentando el número de países que obstaculizan las elecciones transparentes, el sufragio efectivo y la libre expresión de las ideas.

Si se quiere que en México exista una redistribución duradera del poder económico mediante mecanismos democráticos, la lección es clara: es necesario explorar caminos diferentes a los de la polarización política que confronta a los ciudadanos estérilmente.

Rodolfo de la Torre Rodolfo de la Torre Actualmente es Director de Movilidad Social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY). Ha sido coordinador de la Oficina de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Director del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad de la Universidad Iberoamericana, y Director de El Trimestre Económico, del Fondo de Cultura Económica (FCE). Fue parte del Comité Técnico para la Medición de la Pobreza en México. Es economista por el ITAM, y maestro en Filosofía de la Economía por la Universidad de Oxford.