Nula recuperación y más desigualdad le pega al consumo de las familias
La mayor confianza que dicen tener las familias en la economía, no se ha traducido en más consumo, mucho menos de bienes durables, debido a la debilidad o nula recuperación y a que ésta es muy desigual.
El 2022 comenzó como cerró el año anterior, con una caída en el optimismo de los consumidores. Según la Encuesta Nacional de Confianza del Consumidor (ENCO), en enero el índice general marcó 43.4 en una escala de 100; 0.9 puntos menos que en diciembre y 2.4 puntos menor a su pico de noviembre.
Se trata de la segunda vez que el indicador que mide las percepciones sobre la situación económica actual de los hogares cae por debajo de su nivel prepandemia, aunque sigue mostrando una resistencia a volver a desplomarse. No obstante, llama la atención el "alto" nivel que muestra la confianza de los consumidores en relación a los alicaídos indicadores de consumo y de ingreso de las familias.
Una explicación de esta aparente incongruencia es que “hay mucha desigualdad en las percepciones de los consumidores", dice Rodolfo de la Torre, Director del Programa de Desarrollo Social con Equidad del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY); un experto en el tema. Para De la Torre, la confianza al consumidor refleja un promedio de los consumidores, pero su tendencia reciente está influenciado por un pequeño grupo que no son los de mayor poder adquisitivo, ni los que gastán más, ni los más numerosos.
Así como casi toda la recuperación económica ha sido sido profundamente heterogénea -explica el experto- también la percepción subjetiva de la población está variando de una grupo socioeconómico, lo que ha causado que pese al mayor optimismo registrado por el indicador, esto no se refleje en el Indicador Mensual de Consumo Privado en el Mercado Interior (IMCPMI).
“Los grupos intermedios son los más optimistas, pero no son un grupo suficientemente grande para que se traduzca en un aumento del consumo”, explicó De la Torre.
Según la versión ampliada de la ENCO, cuyos resultados están disponibles hasta noviembre, el primer quintil poblacional -los de menores ingresos- son los que peor confianza demostraron con 41 puntos. El tercer quintil -los de ingresos medios se encontraron en 48.1 y mantienen una pronunciada tendencia al alza, mientras que los del último quintil -los más ricos- lideraron con 52.4, sin embargo este resultado ha dejado de crecer e incluso registró una leve disminución de 0.2 puntos.
Para Rodolfo de la Torre las razones de por qué los grupos intermedios son más optimistas no son del todo claras en este momento, pero una de de ellas puede ser que los más ricos tienen mayor desconfianza sobre las políticas de la actual administración federal al no favorecer los negocios, principal fuente de ingresos de este sector.
Mientras que la falta de crecimiento de la economía ha afectado desproporcionadamente a los más pobres, quienes fuera de los apoyos gubernamentales no ven posibilidades de tener más ingresos, mientras para algunos de los miembros de los estratos medios estos apoyos son el ingreso adicional; dice De la Torre.
“Cuando se toca fondo, lo único que queda es subir”
Aún, sin el componente socioeconómico, el índice general de confianza del consumidor deja ver serias contradicciones con la realidad del consumo en México.
El Indicador Mensual de Consumo Privado en el Mercado Interior (IMCPMI) -un indicador que muestra el gasto de los hogares en bienes y servicios- registró en noviembre un crecimiento de 0.7% intermensual y 6.1% anual, con cifras ajustadas por estacionalidad. Si bien el consumo de los hogares ha mejorado después de la abrupta caída en 2020, ésta tendencia de recuperación ha sido muy lenta y a noviembre aún continúa 2% por debajo de hace dos años, en noviembre de 2019, previo a la pandemia. Y ello a pesar de que algunas variables, como el empleo, ya han recuperado las plazas perdidas durante la pandemia.
El subgobernador del Banco de México, Jonathan Heath, ha publicado que existe una disparidad entre el nivel alcanzado por el IMCPMI y la recuperación de la masa salarial, es decir, la suma global de remuneraciones a los trabajadores mexicanos.
“La mayoría de los indicadores del mercado laboral no han retomado sus niveles pre-pandémicos todavía. Sin embargo, la masa salarial real se ha recuperado, lo que debería traducirse en más consumo de lo que estamos observando. Denota comportamiento de cautela por parte de los hogares” tuiteó el subgobernador.
Para de la Torre, estos resultados dispares expresan el gran optimismo que frecuentemente tienen los mexicanos quienes siempre creen que la economía va a ser mejor de lo que terminó estando. “Incluso, si se les pregunta un año después sí mejoró la economía del país, declaran que no mejoró tanto como habían anticipado”, dice De la Torre.
Además, la recuperación de la confianza del consumidor se da a partir de niveles muy bajos por lo que pasó en 2020, haciendo válido el dicho popular “Cuando se toca fondo, lo único que queda es subir”.
Para el experto del CEEY, es en el índice de adquisición de bienes duraderos en dónde se revela la verdadera confianza del consumir, y allí los consumidores generalmente muestran mucha cautela, al contrario de los indicadores de opinión sobre el futuro y el pasado de la economía.
Esta diferencia es clara en el comportamiento de las preguntas sobre el futuro de la economía, que desde marzo de 2021 recuperaron sus niveles prepandemia y no han vuelto a caer por debajo desde entonces.
Mientras que, por otro lado, la adquisición de bienes duraderos como muebles, televisor, lavadora y otros aparatos electrodomésticos, cayó a 24.8, así como el de compra de ropa, zapatos, alimentos, etc. comparadas con las de hace un año, manteniendo una tendencia más acorde con la que presentan los indicadores del consumo.