¿Qué nos depara la economía este año?

25 Abril, 2023

La semana del 10 al 15 de abril se llevaron a cabo en Washington, D.C., las Reuniones de Primavera del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), probablemente uno de los eventos más importantes en la agenda económica del año. Bajo la temática general de "Construir una economía resiliente", economistas y líderes globales discutieron la necesidad de construir políticas públicas que puedan responder a las múltiples crisis simultáneas que hemos vivido a raíz de la pandemia. En esta ocasión, tuve la oportunidad de participar en la mesa de discusión organizada por la Alianza para la Salud y el Desarrollo del G20 sobre las perspectivas de financiamiento para la salud tras la pandemia del COVID. El ambiente general en Washington no es optimista, al reconocer la magnitud de los retos que enfrenta la economía global.

 

Hace 9 años tuve la oportunidad de asistir por primera vez a las reuniones de primavera en Washington, D.C., unos meses antes de que naciera mi primera hija. Eran tiempos muy diferentes a los actuales, cuando aún estábamos “moviendo a México”. Teníamos una certeza sobre lo que teníamos que hacer para avanzar como país y la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, invitaba a los países del mundo a imitar a nuestro país y su ambiciosa agenda de reformas estructurales como receta para abrazar el tan añorado desarrollo.

Este año, recibí una invitación por parte de la Alianza para la Salud y el Desarrollo del G20 para la presentación del libro blanco "Una Hoja de Ruta para la Financiación Sostenible en Salud" y para compartir perspectivas sobre cómo se vislumbra el futuro del financiamiento del sector salud en un mundo con grandes carencias y retos que nos ha impuesto la pandemia.

Más allá de esta invitación, estar en Washington durante estos días fue una oportunidad para conocer a las personas detrás de las pantallas de Zoom, encontrar viejas amistades y empaparse un poco de lo que se está hablando en el mundo más allá de nuestra coyuntura nacional. Muy diferente el mundo y las perspectivas sobre el mundo y México que hace 9 años.

Antes de abundar sobre el entorno económico, creo que vale la pena destacar la apertura y transparencia que nos dejó la pandemia. A diferencia de otros años, las reuniones de primavera se han transformado en eventos abiertos. Durante la pandemia, este evento tuvo un formato virtual y esta es realmente la primera vez que se tiene un formato 100% en persona. Sin embargo, los organizadores mantuvieron las transmisiones virtuales. A diferencia del formato pre-COVID, en el que casi todo era a puerta cerrada, los eventos principales se llevaron a cabo en el atrio principal del Banco Mundial y fueron transmitidos en vivo para beneficio del gran público. Un gran cambio, sin duda.

Haré un esfuerzo por brindar perspectivas sobre los principales temas abordados y las opiniones de los ponentes y funcionarios con quienes tuve oportunidad de conversar durante las reuniones.

Inflación y el fin del dinero barato. La discusión sobre si la inflación mundial era un fenómeno temporal o no, que vimos en 2022, está superada, y hay un consenso sobre la necesidad de atacarla con política monetaria y subir la tasa de interés. Sin embargo, hay un punto muy importante. Tanto el Banco Mundial como el FMI ven en este incremento de tasas un regreso a la normalidad y el fin de la era del dinero barato que hemos vivido desde la crisis financiera de 2009. El mensaje más importante es que el mundo va a tener tasas de interés altas por un buen tiempo. Esto debe ser internalizado por todos los agentes de la economía, incluyendo empresas y gobiernos.

Silicon Valley Bank y la crisis bancaria. El Banco Mundial reconoce que el incremento en tasas tendrá un impacto negativo en el sector productivo, sobre todo en las PyMES. Llama la atención que la crisis de bancos regionales (por ejemplo, el Silicon Valley Bank) se reconoce como un efecto directo del incremento de las tasas, pero es hasta cierto punto un mal necesario. El FMI percibe que el riesgo de una crisis financiera global ha sido contenido, al menos por ahora, por lo que urge enfocarse en la mayor amenaza a la economía, que es la inflación. Esto, a pesar de los riesgos, aunque moderados a decir el FMI, que tiene el incremento de tasas sobre la estabilidad financiera global.

Deuda Soberana y China. Con el incremento de tasas, se terminarán muchas distorsiones artificiales en los mercados, resultado del dinero ultra barato, lo cual seguramente detonará ajustes y crisis en diversos sectores, como lo que estamos viendo en el sector financiero. Dentro de estas crisis está la deuda soberana. El Common Framework, que es una especie de Club de París 2.0 que ha sumado a China en su rol de acreedor global, se anotó la primera reestructuración exitosa con Chad en el continente africano. El FMI, a diferencia de los Estados Unidos, mantiene una perspectiva optimista sobre el papel de China como acreedor del sur global. No ve una estrategia deliberada para ganar posiciones de poder e incluso hacerse con activos estratégicos. Esperemos que sea cierto.

Fertilizantes, sequía y la crisis de alimentos. En 2022, con la invasión de Rusia a Ucrania, había preocupación por los efectos en el mercado de alimentos que no se han materializado del todo. Sin embargo, esto podría cambiar. El problema está en los fertilizantes, de los cuales Rusia y Ucrania son los principales exportadores internacionales. Para la cosecha de 2022 se tenían suficientes inventarios, pero esto ya ha cambiado. En muchos países, los productores agrícolas tendrán que decidir si siembran sin contar con fertilizantes y enfrentarse a cosechas de bajísimo rendimiento con el riesgo de tener pérdidas. Hay una preocupación de que la cosecha de 2023 tenga un mal desempeño y veamos una crisis alimentaria en ese año. A esto hay que agregar el gravísimo problema de la sequía en el hemisferio sur. Por ejemplo, Argentina estima un costo de USD 20 mil millones por la sequía, lo que no ayuda en nada a este problema. La moraleja para nosotros: no es el mejor momento para abrir frentes en el comercio de granos con nuestro vecino del norte.

Nearshoring y cadenas de valor. Nuestro tema favorito: el nearshoring. Las instituciones financieras de Washington tienen una perspectiva muy diferente a lo que estamos viendo en Latinoamérica. Tanto el FMI como el Banco Mundial coinciden en que la fragmentación de las cadenas de valor y la regionalización de la globalización son la mayor amenaza para la economía global y el desarrollo. En un estudio reciente del FMI, se estima que la fragmentación de las cadenas de valor tedndría un costo de hasta el 7% del PIB global. Sin embargo, esta relocalización es una tendencia muy real.

Existe un sentimiento en Washington de que la agenda del nearshoring es una aprobación tácita para regresar a un modelo de sustitución de importaciones. Sin embargo, la posición pragmática es la necesidad de reaccionar a una realidad. El mismo Banco Mundial reconoce que América Latina y el Caribe han mostrado ser relativamente resilientes ante la creciente incertidumbre que afecta a la economía mundial y que tendencias como el nearshoring y la transición hacia la economía verde representan una oportunidad para el subcontinente. Latinoamérica, y muy destacadamente México, es la única región en el mundo que se está beneficiando, y hay una oportunidad real de financiar proyectos de inversión para aprovecharla.

La amnesia de la pandemia. No hubo ningún evento oficial sobre salud o la pandemia. Uno de los pocos eventos no oficiales que se llevó en el marco de las reuniones, fue la presentación del libro blanco "Una Hoja de Ruta para la Financiación Sostenible en Salud" de la Alianza para la Salud y el Desarrollo del G20, en el cual participé como ponente. Es muy revelador que, aunque se reconoce que la pandemia es el detonante de todas las crisis que estamos viviendo, no se haya dedicado tiempo a discutir el reto de la salud.

La reflexión que me dejó helado fue la de un alto funcionario del Banco Mundial quien me dijo que pasamos del miedo a la negación para terminar en la amnesia. En septiembre, a iniciativa del G20, se estableció el Fondo Pandémico como la respuesta de más alto perfil a la emergencia del COVID-19. Se estima que las necesidades de financiamiento para la preparación y respuesta a pandemias a nivel global, son de aproximadamente 10.5 mil millones de dólares. Por su parte, el fondo ha recaudado 752 millones de dólares. Si bien fue todo un logro diplomático crear los consensos necesarios para la creación del fondo, en un contexto internacional por demás complejo, la realidad es que el Fondo Pandémico no será suficiente. La discusión sobre financiamiento a la preparación y respuesta a pandemias ha mutado hacia una discusión general sobre financiamiento a la salud, con todos los retos que conlleva. Esta es una discusión en la que lamentablemente América Latina parece estar del todo ausente.

Ucrania y Zelenski en el Banco Mundial. Uno de los eventos más relevantes fue sobre Ucrania, organizado por el Banco Mundial con la participación del presidente Zelenski de forma remota. El Banco Mundial evaluó las pérdidas de Ucrania en 411 mil millones de dólares. Zelenski solicitó la confiscación de activos rusos para compensar los daños causados por la invasión. Hasta la fecha, el Banco Mundial ha otorgado 23 mil millones de dólares en financiamiento de emergencia para Ucrania y ha comprometido su apoyo al crecimiento a largo plazo del país.

Tanto el Banco Mundial como el FMI tienen una posición completamente alineada con Occidente. Por ejemplo, la directora del FMI, Kristalina Georgieva, dijo en uno de los eventos inaugurales de las reuniones que todas las crisis que estamos viviendo tienen un componente geopolítico que podría terminar literalmente mañana si Putin decidiera terminar la guerra. Es una conclusión simplista, pero ilustra de manera muy clara cómo la economía está supeditada a la geopolítica en la actualidad y las dificultades que tenemos para procesar estas relaciones en nuestros análisis.

Tanto el Banco Mundial como el FMI reconocen que todas las crisis que estamos viviendo terminan por dominar la agenda económica, y las prioridades se centran en soluciones de política de emergencia a cortísimo plazo. El gran problema es que los países han puesto en pausa la agenda de reforma estructural que permita retomar la senda de crecimiento. Sin crecimiento, las crisis solo serán más graves.

Un comentario personal al respecto es sobre esta agenda de reformas. De alguna manera, la conclusión da a entender que el COVID-19 ha detonado una serie de problemas que han puesto una pausa al proceso global de reforma económica, lo cual tendrá un costo en crecimiento y desarrollo. El Banco Mundial ha hecho algunos esfuerzos por poner algunos temas críticos en la agenda global, tales como la necesidad de invertir en bienes públicos globales para resolver problemas globales como el calentamiento global o la amenaza de pandemias. Sin embargo, creo que tanto el FMI como el Banco Mundial fallan en hacer una reflexión sobre qué problemas estructurales nos han llevado en primera instancia a fallar en retos como el manejo del COVID-19. Además, no hay aún una autocrítica seria sobre si esa misma agenda de reforma contribuyó a ese fallo.

Es correcto que estamos atrapados en la coyuntura, y si verdaderamente queremos construir economías resilientes, tenemos que cambiar las cosas, empezando por la forma en que entendemos algunos aspectos clave de la economía.

En este sentido, invito a estar muy atentos el próximo mes de mayo a la presentación del informe final del Consejo de Economía de la Organización Mundial de la Salud, encabezado por la economista ítalo-americana Mariana Mazzucato. Este trabajo buscará detonar esa reflexión tan necesaria sobre cómo debemos repensar la economía para construir sistemas resilientes e inclusivos que contribuyan a evitar desastres como el que empezó hace tres años con la pandemia y que aún no hemos podido superar.

Roberto Durán-Fernández Roberto Durán-Fernández Roberto Durán Fernández es profesor en la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey. Es economista por el ITAM, cuenta con una maestría en economía por la London School of Economics y se doctoró por la Universidad de Oxford, especializándose en desarrollo regional. Ha sido consultor para el Regulador de Pensiones del Reino Unido, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Corporación Andina de Fomento y la Organización Mundial de la Salud. En la iniciativa privada colaboró en la práctica del sector público de McKinsey & Co y la dirección de finanzas públicas e infraestructura de Evercore. En el sector público fue funcionario en la SHCP y en el Banco de México.