Disparo de tasas mundiales, el mayor riesgo para las economías emergentes

La proporción de países sobreendeudados o con alto riesgo de sobreendeudamiento se ha duplicado al 60% desde los niveles de 2015, reportó el FMI.
11 Octubre, 2022 Actualizado el 11 de Octubre, a las 08:05
La restricción monetaria amenaza con encarecer la deuda y reducir los ingresos de las economías más pobres (Foto: Pexels)
La restricción monetaria amenaza con encarecer la deuda y reducir los ingresos de las economías más pobres. (Foto: Pexels)
Arena Pública

El rápido y agresivo aumento de las tasas de interés sumiría al mundo en su segunda crisis en menos de cinco años, advirtieron organizaciones internacionales. 

Luego de que la ola de inflación mundial pusiera en guardia a los bancos centrales de la economías desarrolladas y emergentes, el alza de tasas iniciada por los organismos monetarios para enfriar los precios podría enfriar de igual modo la economía mundial al punto de "congelarse” durante varios trimestres. 

"La restricción monetaria excesiva podría derivar en un período de estanflación e inestabilidad económica para algunos países", advirtió la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) en un comunicado adjunto a su reporte anual

La advertencia de la UNCTAD se suma a las que ya han hecho el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), los cuales han recortado en tres ocasiones seguidas sus proyecciones de crecimiento mundial a 3.2% para 2022 y 2.9% para 2023 por parte del FMI; y 2.9% para 2022 y 3% para 2023, por el BM. 

Ambas organizaciones han pronosticado que en algún punto del próximo año grandes economías podrían entrar en recesión, entre ellas, Estados Unidos, China y Europa, principalmente desde que dos de ellas decidieron aumentar sus tasas de interés para frenar la inflación pospandemia: la Reserva Federal estadounidense -con 300 puntos base de aumento- y el Banco Central Europeo -con125 pb de aumento-. 

Apenas en septiembre pasado, la directora del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, lanzó una advertencia y un llamado a los bancos centrales del mundo para aumentar los tipos de interés pues desde la perspectiva del organismo internacional el principal enemigo de la economía mundial era la inflación.

A menos de un mes de sus declaraciones, Georgieva lanzó un segundo mensaje de advertencia en el que estimaban que un tercio de la economía mundial sufriría al menos dos trimestre seguidos de contracción en 2022 o 2023 cuyas perdidas equivaldrían una perdida estimada 4 billones de dólares, alrededor de todo el PIB de Alemania, el centro económico de la Unión Europea. 

La preocupación sobre el alza de tasas se acrecienta debido a los impactos sociales y fiscales de la pandemia sobre las economías, especialmente las emergentes, que -además de endeudarse para sobrellevar la crisis sanitaria y sufrir deterioro del poder adquisitivo de su población ante el alza de precios- ahora se enfrentan a un riesgo de sobreendeudamiento ante el incremento del costo de sus deudas.

Según el reporte 2022 del FMI, actualmente la deuda pública representa cerca del 40% del total mundial, el porcentaje más elevado en casi seis décadas; además, la proporción de países sobreendeudados o con alto riesgo de sobreendeudamiento se ha duplicado al 60% desde los niveles de 2015.

Si bien México no se encuentra entre los países en mayor riesgo por endeudamiento, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público sí ha advertido que el apretamiento de las condiciones monetarias en México implicaría un desembolso extra de 30 mil 218 millones de pesos.

Entre la recesión y la inflación

Sin embargo, pese a que ambos organismos reconocen los riesgos de recesión mundial, las posturas de la UNCTAD y el FMI chocan respecto a la responsabilidad de los bancos centrales en el tema.

“Cualquier suposición de que serán capaces [los bancos centrales] de hacer bajar los precios basándose en tasas de interés más altas sin generar una recesión, es una apuesta imprudente” señala en informe anual de la UNCTAD.

Rebeca Grynspan, la secretaria general del organismo -que ha estudiado de cerca el origen de la inflación en la crisis logística mundial desde el año pasado- sugirió que existen otros métodos para enfriar los precios como impuestos sobre las ganancias inesperadas, mejores regulaciones alrededor de la especulación en los mercados de materias primas y mayores esfuerzos para resolver los cuellos de botella del lado de la oferta. 

No obstante, la líder del FMI advirtió -contrario al posicionamiento de la UNCTAD- que la política monetaria no tenía que "quitar el pie del freno", sino que deberían ser las políticas fiscales implementadas luego de la pandemia las que tendrían que "quitarlo del acelerador". 

Criticó que las políticas fiscales no focalizadas como los subsidios a los precios de los energéticos, que como fue el caso de México, fueron criticadas en su momento por "poner una venda" al Banco de México en su cruzada contra la inflación. 

Para Maurice Obstfeld, economista del Peterson Institute for International Economics (PIIE), el problema ha recaído en la “falta de coordinación” entre los banqueros centrales del mundo, especialmente los de las economías avanzadas con los de las economías emergentes. 

“[...] Los bancos centrales en el extranjero, a través de sus propios esfuerzos para combatir la inflación, también están ayudando a frenar la inflación interna. Si los bancos centrales no tienen en cuenta ese efecto indirecto al calibrar sus propias necesidades de tasas de interés más altas, cada uno de ellos exagerarán el endurecimiento monetario”, comentó en un reciente artículo el investigador del PIIE

Si bien coordinar a los organismos monetarios de diferentes países se trata de un reto mayúsculo, Obstfeld destacó la necesidad de una mayor transparencia institucional como un primer paso para lograrlo. 

“En principio, los bancos centrales podrían evitar un ajuste monetario excesivo sin una coordinación explícita simplemente pronosticando con precisión los movimientos de política de cada uno y sus efectos globales [...] una comunicación pública clara podría moderar las expectativas inflacionarias a nivel mundial” recomendó el economista.