Consumo de insectos, ¿alternativa a la crisis alimentaria en México y el mundo?

En varios países, incluido México, la entomofagia es algo común, sin embargo falta mucho por saber sobre cómo manejar los insectos en cautiverio.
14 Mayo, 2022 Actualizado el 14 de Mayo, a las 11:42
México es uno de los mayores consumidores de insectos en el mundo. (Foto:Flickr)
México es uno de los mayores consumidores de insectos en el mundo. (Foto:Flickr)
Arena Pública

El crecimiento de la población ha incrementado la demanda de alimentos a nivel mundial, agravada por las alzas recientes en los precios, por lo que se necesitan alternativas de proteína animal y los insectos son una opción viable, de acuerdo a fuentes científicas.

Si bien el consumo de insectos es común en diversas regiones del mundo, para masificar su consumo aún falta superar algunas limitaciones a nivel técnico y de consumo.

“Hay pocas granjas y nos falta mucho por saber sobre cómo manejar los insectos en cautiverio; la otra es que el consumidor se acostumbre y se adapte a esta nueva oferta de alimento”, dijo Guiomar Melgar, doctora en Ciencia de los Alimentos de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas e investigadora de la Universidad Veracruzana en entrevistada para este reporte.

Los insectos tienen una masa corporal constituida por un alto porcentaje de proteína: “Su valor nutritivo los convierte en un alimento complejo, su masa corporal está compuesta entre el 60 y 70 % por proteínas y el tipo de grasas que poseen son poliinsaturadas, algunas de fácil digestión, pudiéndose comparar con el valor nutricional del  pollo, res o cerdo”, se lee en la investigación Los insectos: una materia prima alimenticia promisoria contra la hambruna, de Gloria Patricia Arango Gutiérrez, maestra en entomología, publicado en 2005 por Redalyc, una red de revistas científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal.

Además, se trata de un producto del que pueden obtenerse alimentos y piensos de calidad (alimento seco para ganado), asimismo cuenta con altos índices de conversión alimenticia: “los insectos pueden convertir 2 kilogramos (kg) de alimento en 1 kg de masa de insecto, mientras que el ganado requiere 8 kg de alimento para producir 1 kg de aumento de peso corporal”, de acuerdo con una guía informativa de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Por lo anterior, se considera “una de las muchas vías para abordar la seguridad de alimentos y piensos [...] los insectos están en todas partes, se reproducen rápidamente y poseen tasas elevadas de crecimiento y conversión de piensos, además de un reducido impacto ambiental durante su ciclo de vida”, señala la organización.

México, desaprovecha su potencial “insectívoro”

México cuenta con 549 especies comestibles y es uno los tres países que más consumen insectos junto con Nigeria y Tailandia. A nivel mundial, existen aproximadamente 1,681 especies de insectos, de acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, por lo que, el país “tiene mucha ventaja”.

Los insectos más consumidos son los escarabajos (coleópteros) (31%), las orugas (lepidópteros) (18%) y las abejas, avispas y hormigas (himenópteros) (14%). Les siguen los saltamontes, las langostas y los grillos (ortópteros) (13%), las cigarras, los fulgoromorfos y saltahojas, las cochinillas y las chinches (hemípteros) (10%), las termitas (isópteros) (3%), las libélulas (odonatos) (3%), las moscas (dípteros) (2%) y otros órdenes (5%), según la FAO.

Si bien la mayor parte se recolecta de manera silvestre, también “hay granjas (de insectos) en todo el país; en Querétaro, en Guadalajara, en Veracruz hay varias granjas de gran tamaño y hay algunas de ellas están exportando a Estados Unidos y a Canadá”, refiere Melgar.

Algunas especies de insectos se pueden cultivar en corrientes laterales orgánicas, lo que reduce la contaminación ambiental y transforma los desechos en alimentos ricos en proteínas, señala Potential of Insects as Food and Feed in Assuring Food Security, publicado hace unos años por Annual Reviews, una editorial sin fines de lucro dedicada a sintetizar e integrar conocimientos para el progreso de la ciencia y el beneficio de la sociedad.

“Domesticar insectos es una idea muy buena. Para mí es algo esencial porque permitirá que las comunidades locales produzcan insectos y aumenten la oferta de insectos y, al mismo tiempo, un incremento de la producción significaría para ellos un aumento de sus ingresos", explica Ousseynou Ndoye de la Organización, en la guía informativa de la FAO.

El pendiente: marcos legislativos claros e incentivos

Aunque los marcos normativos que rigen las cadenas de alimentos y piensos han avanzado en  los últimos 20 años, los reglamentos que regulan los insectos como fuentes de alimentos aún no son claros, sobretodo en países no desarrollados: lo que obstaculiza el desarrollo industrial de la cría de insectos para abastecer a los sectores de la alimentación y los piensos”, se señala en Edible insects Future prospects for food and feed security, un documento publicado por la FAO hace algunos años. 

En México, “en algunos casos existe un manejo tradicional para su explotación, pero en la actualidad dada la crítica situación económica del país sobre todo en las zonas rurales, este manejo no respeta aspectos como el adecuado mantenimiento, manejo y conservación de las especies, poniendo en riesgo de extinción algunas especies”, denunciaban Julieta Ramos, José Manuel Pino y Mariangela Conconi en la investigación Ausencia de una reglamentación y normalización de la explotación y comercialización de insectos comestibles en México, de la Sociedad Mexicana de Entomología, desde hace más de década y media.

En 2020 se modificaron los lineamientos para la operación orgánica de las actividades agropecuarias, acuerdo que data del 2013,  y que incluye a los insectos, “que establece una regulación y un sistema de control nacional en materia de operación o producción orgánica, biológica o ecológica, que facilite las exportaciones de productos orgánicos Mexicanos a los mercados internacionales, así como el reconocimiento de una regulación equivalente que permita el libre flujo de productos orgánicos entre países”.